LA POESIA NO PREMIADA DEL ESCRITOR MARTINEZ KLEISER

Antonio Rodríguez Saiz - Enero 2019

 

 

“El gallardo empecinado de nuestras
glorias y nuestras bellezas”
(Federico Muelas)



 

Alejado de mi voluntad está el deseo de dedicar un espacio a la biografía de “Martínez Kleiser el primer gran amigo de Cuenca” como lo definiera en su momento el poeta conquense Federico Muelas, sencillamente, porque en diversas ocasiones, otros autores se han ocupado de ello. Para no insistir en aspectos biográficos referidos a su persona y su vinculación con Cuenca remito especialmente, a la enciclopedia viva y monumento que es a la historia de la cultura conquense elblogdecuencavila. Por el contrario, sí me permito traer aquí la poesía titulada CUENCA del gran “enconquensado” Kleiser presentada en 1916 al concurso literario patrocinado por el Ateneo Conquense que no fue premiada; tampoco ningún trabajo de aquellos que optaban al premio porque, a juicio del jurado calificador, ninguno reunía las condiciones literarias exigibles en este tipo de certámenes. El jurado estaba formado por Manuel Arévalo Muñoz, catedrático de la Escuela Normal; Juan Giménez Aguilar, catedrático del Instituto e importante figura de la enseñanza, cultura y la política en Cuenca; Emilio Echavarría, sacerdote y culto profesor de Metafísica en el seminario San Julián de la Diócesis y Antonio Acebro, menos conocido que los anteriores.

En aquel tiempo cuando se publica CUENCA hay que tener presente, según el profesor Muelas Herráiz, la cercanía de la crisis de fin del siglo XIX que afecta a todos los ámbitos de la sociedad española; como no podría ser de otra manera, afecta también a la creación literaria y a los gustos poéticos. Ese es el momento en el que arraiga la estética modernista –Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez- que abonan el camino para que en la década de los años veinte del pasado siglo vayan surgiendo las diferentes vanguardias que confluirían en los autores de la generación llamada del 27.

No obstante, junto a esas poéticas renovadoras, abunda el profesor Muelas que pervive la línea, digamos más conservadora desarrollada durante el siglo XIX,  entendido el lenguaje poético como una recopilación de versos y estrofas que necesariamente tenían que incorporar la rima. Ramón de Campoamor era el referente indiscutido de aquellos escritores que continuaban fieles a esta tendencia.

En esa línea creo puede considerarse el poema CUENCA que el escritor y doctor en leyes Luis Martínez Kleiser presentó al concurso referido y publicado (1916) en la revista semanal de la época “La Esfera” de Madrid, destacada publicación por sus excelentes grabados e ilustraciones donde colaboraban reconocidos escritores.

Este hecho tiene lugar cuando el escritor Kleiser fraterniza su residencia madrileña con otra de su propiedad en Cuenca, situada en la calle de San Pedro 14 como se advierte en la instancia que formula al Excmo. Ayuntamiento para ser dado de alta en el padrón de carruajes de lujo y poder abonar la contribución que proceda por poseer un automóvil, marca “Panar”.

He aquí la poesía:

CUENCA

Sobre un lecho de riscos recostada

dominando la placida llanura,

vencida alguna vez, jamás domada,

hablándonos ésta de su bravura

solo por escoger cama tan dura.

 

La brisa de sus ámbitos orea,

venero musical, soplo de cielo,

en purísimas cumbres aletea

y, por no besar faz que impura sea,

desdeña de besar extraño suelo.

 

Bosques cercanos de talludos pinos,

abruptas sierras rebosando aromas,

por perfumar sus pródigos hocinos,

al cielo elevan sus planicies romas

como inmensas pletóricas redomas.

 

Siervos de su grandeza y de sus fueros,

hundidos en selváticas gargantas,

le sirven de leales escuderos

dos ríos que, a sus plantas prisioneros,

besando viven sus altivas plantas.

 

El humo que se eleva en sus apriscos

es incienso debido a tal matrona,

de peñas viste faldas y valona,

y las crestas agudas de sus riscos

ciñen su frente de feudal corona.

 

Bajo el amplio dosel del firmamento

trono le fabricó naturaleza

de tan hermosa y señorial firmeza

porque, no mas tomando en el asiento,

librara su prosapia y su grandeza.

 

Pero supo, al dictar desde él su historia,

en sus riscos gravar su ejecutoria;

y supo, de sus títulos avara,

para el altar que levantó a su gloria

su hermoso trono convertir en ara.

 

Hermosísima dama, reina y esquiva

mal pagada de olvido y abandono;

si destronada, mísera y cautiva

alguno te juzgase, dile altiva

que donde hay una reina, se alza un trono.

 

Se trata, como puede observarse, de una sucesión de ocho quintetos -estrofas de cinco versos isométricos de arte mayor- , con un uso correcto del endecasílabo, para dar mayor solemnidad a esta descripción que hace de una reina y de su trono.

Es precisamente en este último verso donde queda patente el dominio de Kleiser sobre la paremiología (tratado de refranes) y donde se encuentra quizás un logro poético mínimamente aceptable.

Por lo demás, en mi modesta opinión, se aprecia un empeño continuo de juntar palabras que den como resultado once sílabas y que rimen al final del verso, cuyo significado ni real ni imaginario viene a cuento la mayor parte de las veces: romas/redomas, riscos/apriscos, escuderos/prisioneros…

Salvo la personificación y la hipérbole, junto a alguna metáfora nada brillante, tampoco se observa el dominio de otras figuras retoricas que hubieran podido hacer del poema otra creación más elaborada y sugerente para el lector.

Eso es lo que conseguiría años después el poeta Federico Muelas, al escribir sobre el mismo motivo poético consiguiendo un inigualable soneto al evocar una ciudad mítica “alzada en limpia sinrazón altiva”/”pedestal de crepúsculos soñados”…, con variedad de recursos expresivos que permiten hacer realidad una Cuenca soñada.

No es el caso del poema de Martínez Kleiser que, en consecuencia, no pasará a los anales de la poesía descriptiva y creadora de una ciudad que ciertamente, es una reina, y, como tal, comporta ella misma un trono. Entre los muchos dones que la Naturaleza prestó y el mejoró, a Luis Martínez Kleiser sin duda, el estro poético no ocupa un lugar precisamente preeminente.

Superior considero que debió ser el disgusto y enfado de quien con el tiempo sería, nombrado merecidamente Hijo Adoptivo de la Ciudad a quien hay que reconocer sus notables escritos y referencias sobre la capital y provincia, a través de muchos años, especialmente reflejados en las páginas de ABC y Blanco y Negro; provincia muy necesitada de dar a conocer y resaltar sus monumentos y naturaleza y, que él logró muy acertadamente.

Tuvo el escritor “enconquensado” un especial cariño por CUENCA, poesía no premiada por el Ateneo Conquense, fundado en 1916; sociedad cultural que el mismo año de su constitución padeció y soportó fuertes desavenencias y disentimientos de sus socios, entre los que se encontraban los personajes más importantes de la cultura conquense.

Afirmo, sin duda, que debió ser para Kleiser esta poesía dedicada a la ciudad, especialmente apreciada y reconocida; así se puede inferir con la lectura de la carta que dirigió al alcalde de Cuenca, Manuel Caballer Urios, nombrado por el ministro de la Gobernación, que había tomado posesión del sillón municipal el 1 de enero de 1916 –después lo seria en otro periodo- sustituyendo a Eduardo Moreno. Esta misiva fue leída en el pleno municipal (segunda convocatoria) el 27 de noviembre de 1916 reproducida en la prensa y que transcribo a continuación:

“SEÑOR ALCALDE DE CUENCA.

Mi querido y buen amigo: Adjunta tengo el gusto de enviarle una poesía que compuse inspirándome en las bellezas de esa Ciudad, para que, en testimonio del afecto que hacia ella siento, sea ofrecida por usted al Ayuntamiento que tan dignamente preside.

Con ese objeto la escribí, pero quise antes procurar autorizarla con algún título que amparase la modestia de mi firma, y, para ver de conseguirlo, la envié al concurso literario últimamente convocado por ese Ateneo.

No quiero ocultárselo a Ud. porque es de mí deber confesarle que los literatos que formaron el tribunal sentenciador, declararon desierto el concurso. La poesía, pues, que pongo en sus manos  es de condición tan plebeya (he de proclamarlo así en práctica de humildad) que lleva sobre si el fallo autorizadísimo y desautorizador de ese Ateneo y no puede ostentar ni la atenuante de haber valido menos que otra, puesto que lo fallado es la negación absoluta, es decir que no vale.

Y ante tan severo y justificado anatema, hubiera desistido de mi propósito, si algunos maestros en Letras de la Corte, no me hubiesen convencido de que fuera censurable vanidad mía la de pretender elevar mi criterio humildísimo hasta la altura de la competencia literaria de ese jurado, considerándome apto para ratificar su fallo y condenar al fuego de mis cuartillas.

Modestia obliga me dijeron, a hacer que se escriba la poesía en pergamino, a dedicársela al Ayuntamiento, según su primer propósito, y a publicar sinceramente al pie que fue presentada al concurso literario convocado por el Ateneo de Cuenca en octubre último , cuyo premio fue declarado desierto.

Sigo el consejo de los maestros, suplicando a esa Corporación que acepte el pergamino, con lo cual me concederá señalada merced acreedora a mi mayor reconocimiento.

Rogándole me perdone la molestia que le proporciono se reitera a su mandar como seguro servidor y affmo amigo q.b.s.m

Luis Martínez Kleiser.

Según consta en el acta de la sesión del día indicado, “Acuerda el ayuntamiento por unanimidad aceptar y dar las gracias al señor Martínez Kleiser por su donación de la poesía que a la ciudad dedica”.

La poesía escrita en pergamino se llevó y quedó depositada en la Casa Consistorial para su conservación y exposición. Así fue, desconozco si está en algún lugar del ayuntamiento, dependencias municipales o fue pasto de la rapiña, destrucción o de la incuria.

Transcurrida una década el Ayuntamiento presidido por Cayo Faustino Conversa Muñoz, editó  a sus expensas, en agradecimiento a Kleiser “conquense por corazón, ya que no por naturaleza” en frase del horcajeño González Palencia el folleto de 24 páginas titulado “LAS BELLEZAS NATURALES Y LAS GRANDEZAS HISTORICAS DE CUENCA”. “TRES ARTICULOS DE ABC”, impreso en los Talleres Tipográficos Velasco de Cuenca, situados en la calle Colon nº12. Estos eran sus títulos: “Las maravillas naturales de Cuenca (ABC 10/11/26); “Un interesante paseo por los pintorescos alrededores de Cuenca” (ABC 13/2/27); “Di que eres de Cuenca y entrarás de balde (ABC 13/3/27).

Al hojear este folleto se aprecia, en primer lugar, después de la presentación del alcalde Conversa, la presencia de la poesía CUENCA publicada en “La Esfera” que sin duda denota el interés reiterado y permanente del escritor por su difusión. Me lleva igualmente hacer esta afirmación, avanzando en el tiempo porque en el libro tercero de la colección “Gárgola” de El Toro de Barro publicado en 1972 “Setenta años de poesía en Cuenca” de los escritores conquenses, Carlos de la Rica y Enrique Domínguez Millán, aparece impresa esta misma poesía, con una nota al pie de página que dice: “Por deseo del autor publicamos este poema: nuestra selección hubiera sido muy distinta”.

¿Cómo comprender este interés reiterativo, por la difusión de esta poesía, por parte del escritor Luis Martínez Kleiser, Hijo Adoptivo de Cuenca, por su importante, fecunda y provechosa labor de divulgación de nuestras bellezas, monumentos, valores artísticos y culturales, que convivió con nosotros? Un vecino ilustre  con residencia en la hidalga calle de San Pedro y en el hocino (después propiedad de Federico Muelas) hoy en lamentable ruina.

No cedería en su empeño, Martínez Kleiser de ensalzar poéticamente a la ciudad y con el mismo título de “CUENCA” publicaba otra en la prensa local el día grande de la Feria y Fiestas de San Julián de 1928. Poesía que dejo a juicio y valoración de quienes han tenido la gentileza y cortesía de leer estas líneas.