NACE EN CUENCA EL INFANTE FERNANDO DE CASTILLA (1189)

Antonio Rodríguez Saiz - Octubre 2016 -

“Año mil y ciento ochenta y nueve, miércoles veinte y nueve de noviembre parió la reina un hijo, que nombraron Fernando, nació en Cuenca noticia no descubierta hasta ahora”, ciudad castellana donde el rey Alfonso VIII había fijado su corte itinerante.

El párrafo anterior es obra de Diego de Colmenares reflejado en su “Historia de la insigne Ciudad DE SEGOVIA (1636)”

No hacía esta afirmación el licenciado Colmenares de forma gratuita, sino que lo atestiguaba de forma documentada remitiendo a una Concordia entre los obispos de Segovia y Palencia datada en esta ciudad el 16 de marzo de 1190 donde se lee “ EU ANNO QUO NATUS ES FOELICITER IN CIVITATE CONCHA REX FREDINANDUS, FILIUS ILUSTRIS REGIS ALDEFONS…”

Pero, ¿Quién era Fredinandus (FERNANDO) nacido en la ciudad de Cuenca, cuyo nombre fue impuesto en honor a su tío rey de León?

Eran sus padres, Alfonso VIII de Castilla (hijo de Sancho III y su esposa Dª. Blanca) conquistador de Conca (Cuenca) en 1177, ciudad que dotó de una gran Fuero y otros privilegios y de Leonor de Plantagenet ( hija de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania) que llegó a Castilla con tan solo diez años.

Del matrimonio de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet nacieron, al menos, diez hijos, no hay acuerdo total sobre el orden y número de hijos.

Me inclino por este: 1º: Berenguela (primogénita) sería reina de León  y Castilla, madre de Fernando III; 2º: Sancho, vivirá sólo 3 meses; 3ª Sancha, morirá a los 2 años; 4º: Urraca, sería reina de Portugal, 5º: Blanca, reina de Francia y madre de San Luis (Luis IX de Francia); 6º FERNANDO, príncipe heredero; 7º: Mafalda, fallece a los 14 años; 8º: Leonor, futura reina de Aragón; 9º: Constanza, religiosa en el Monasterio de las Huelgas, 10º: Enrique, heredero por el fallecimiento del infante FERNANDO y futuro Enrique I de Castilla.

De los 10 hijos como se aprecia, siete eran mujeres y tres varones.

Cuando el infante Fernando de Castilla, nace en Cuenca queda sin efecto la proclamación, que un año antes, se había hecho a favor de su hermana Berenguela como heredera de Castilla y el nombre de Fernando comenzó a figurar en documentos, escritos y privilegios hasta el momento inesperado de su muerte. El primero de ellos fechado el mismo año que nació 1189. Asimismo desde muy  joven participó activamente en el gobierno del reino de Castilla con la esperanza que transmitían sus cualidades que se apreciaban, generosidad, religiosidad… Según Lucas el Tudense, historiador,  autor del “Cronicon Mundi”, escrito por indicación de la reina Berenguela, era el infante Fernando “Clemens, fortis, pulcher, sapiens, largus et catholicus”.

Fue mucha la ilusión puesta en el futuro rey de Castilla que se acrecentaba conforme pasaban los años y el infante conquense crecía en responsabilidad y prudencia bajo la tutela y protección de sus padres, Alfonso y Leonor, que deseaban vehementemente – llegado el momento – una sucesión sin sobresaltos en el reino castellano.

Las esperanzas puestas en el joven infante Fernando se derrumbaron, cuando éste contaba solamente 22 años de edad. Al regresar el infortunado heredero de una expedición dirigida por él para intentar quebrar el cerco de Salvatierra y su fortaleza, sede central de la Orden de Calatrava, que soportaba un durísimo asedio almohade en plena Mancha sufrió una fuerte subida de fiebre y falleció en Madrid. Era viernes noche del catorce de Octubre de mil doscientos once. Se dijo – no hay pruebas – que fue envenenado por los judíos. Como heredero fue proclamado, su hermano más pequeño, el infante Enrique, que aún no había cumplido 8 años.

El historiador Julio González – de prestigio acreditado – gran conocedor del reinado de Alfonso El Noble, nos relata de esta forma la muerta del infante Fernando “ por cuya muerte los reyes sufrieron acerbísimo dolor; la reina quería morir con el hijo y, entrando en la habitación en que estaba el lecho mortuorio con el cadáver, hacía tales manifestaciones que , según decían los que le vieron, jamás se vio un dolor, semejante al suyo”

El cortejo fúnebre llevó los restos del desafortunado infante Fernando al Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas (Burgos) en un ataúd de tafetán por fuera y forrado de badana por la parte interior del mismo.

En este mismo lugar están enterrados sus padres los reyes en la nave central y el infante Don Fernando en la nave de Santa Catalina. Sus restos y otros del Monasterio fueron cruelmente profanados por las tropas francesas en la Guerra de la Independencia.

Se desvanecía, con su muerte la gran esperanza del reino de Castilla que durante más de veinte años había ilusionado a los reyes castellanos, por sus cualidades y valor que habían hecho albergar un futuro reinado dichoso. Sus padres Alfonso y Leonor morirían tres años después (octubre 1214) con 26 días de diferencia, primero el rey y después su esposa.

No deja de sorprenderme que en la capital conquense no haya el más mínimo recuerdo del infante Fernando que hasta su muerte fue heredero del reino del Castilla y pudo haber sido rey sucesor de su padre, Alfonso VIII, éste si permanece de forma indeleble en la memoria de los ciudadanos conquenses.

Nunca es tarde para reparar el injusto olvido.