JOAQUIN COSTA, OFICIAL LETRADO DE LA ADMINISTRACIÓN ECONÓMICA DE CUENCA  (1875-1876)

Antonio Rodríguez Saiz

Las ciudades que bordean la capital de España, Toledo, Cuenca, Guadalajara, Ávila y Segovia a través de los tiempos han sido, especialmente con el estado centralista, lugares de destino muy apetecidos desde el punto de vista personal para aquellos funcionarios, principalmente de cuerpos superiores de la Administración Central, que por no haber conseguido plaza en Madrid y teniendo intereses de todo tipo en la capital de la nación han pretendido, al menos, su cercanía para no perder contacto con la influencia, recursos, oportunidades…, que proyecta sobre los ciudadanos en espera de su retorno a ella a la primera ocasión propicia que se presentase.

En unos casos aquí en Cuenca, llegaban funcionarios al inicio de su carrera profesional que se dedicaban a pasar el tiempo con licencias (enfermedad, estudios,etc) y permisos. Trascurridos los años teníamos conocimiento de sus méritos, progresos y ascensos en todos los órdenes; después serían personajes importantes en el mundo de la ciencia, enseñanza, arte, política, milicia, eclesiástico y en todo un abanico del saber donde, al principio, en su hoja de servicios aparecía un breve curriculum que con el transcurrir de los años sería ejemplo de valía al haber ido desarrollando todo el potencial que llevaban dentro. En la actualidad sigue sucediendo esto que aquí se pone de manifiesto.

Por el contrario, otras personas que llegaban a Cuenca con el mismo ánimo quedaban atrapados por la capital de las hoces; aquí desarrollaron con éxito su actividad y permanecieron con nosotros el resto de sus vidas, incluso renunciando a puestos mejores, especialmente en la Villa y Corte, conviviendo entre el respeto y cariño de los conquenses que, generalmente supieron agradecer su afán en pro de la mejora de la capital y provincia, siempre tan necesitada.

Se daba además el caso – no tan frecuente – de aquellos empleados públicos que destinados a Cuenca tras aprobar una oposición desempeñaron su función hasta que un ascenso les obligaba a traspasar los campos de La Fuensanta y Cruz del Bordallo, pero a la primera ocasión presentada retornaban de nuevo al reencuentro con la ciudad donde antes habían sido acogidos y deseaban permanecer para siempre. Asimismo es reseñable el hecho de aquellos que vinieron a Cuenca a cumplir con su deber y aquí dejaron su vida víctimas de la guerra civil u otros que tuvieron que salir camino del exilio, cuando su deseo era permanecer en ella.

Se dio también el caso, por el contrario, de quienes ocuparon cargos en Cuenca sin haber residido nunca en ella.

 

A propósito de estos ejemplos indicados con anterioridad, quería destacar el de un personaje singular que a lo largo de su vida fue agrimensor, pedagogo, historiador, geógrafo, jurista, economista, agricultor, notario, profesor, escritor, sociólogo…. Y dentro del Regeneracionismo la voz más clara, considerada y de prestigio en España: JOAQUÍN COSTA Y MARTÍNEZ (Monzón 1846 – Graus 1911), ejemplo de superación y fortaleza desde su humilde origen que llegó a Cuenca a causa de su precaria economía, cuando apenas podía subsistir pero con un brillantísimo expediente académico; una vida desde su niñez, no feliz, dedicada a la lectura y al estudio, apreciándose su inteligencia, capacidad de trabajo y el deseo de mejora para España. Costa llegaría a decir “ Mi afición a los libros es desmesurada”, en aquel ambiente humilde y familiar de Graus (Huesca) donde pronto fue a vivir con su familia dedicada a la agricultura, prestando su esfuerzo y trabajo manual hasta los 18 años que marcharía a la capital oscense a estudiar bachillerato y magisterio.

Esta vida volcada en el estudio, desde su niñez, tendría como primeros y espectaculares resultados en Madrid las licenciaturas y doctorado en Derecho (1872 y 1874) y en Filosofía y Letras (1873-1875).

Durante cinco meses y con un sueldo anual de 2.000 pts (1874) fue profesor auxiliar de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid; cesó en la docencia en protesta y desacuerdo con la política educativa de la Restauración y en solidaridad con los profesores expulsados o renuncias de ellos (Castelar, Ginés de los Ríos, Azcárate, Montero Ríos, Figuerola, Moret….). Joaquín Costa ya se había posicionado con el pensamiento krausista y colaboraría después de forma muy activa con Institución Libre de Enseñanza.

Lleva a efecto su renuncia el “León de Graus” en un momento de auténtica penuria económica enlazado con su preparación a ingreso docente en la Universidad, su gran deseo. En su diario que comenzó en 1864 y concluyó a los 30 años de edad llegó a escribir en él “estoy en cueros…”, “ no tengo pantalón para salir de casa y no tengo calzoncillos…y soy doctor en dos facultades, y escribo libros…”

Ante este cúmulo de adversidades, sacrificios y contrariedades, nos dice en su diario que “Habiendo visto que sacaban a oposiciones varias plazas de Oficiales Letrados de la Administración Económica con 10.000 reales de sueldo he resuelto tomar parte en ellas como resuelve el náufrago agarrarse a una barra candente primero por alguna mensualidad de algo que parezca dinero, este verano, y segundo para tener un refugio en el caso de que me den calabazas en la oposición de las Cátedras…”

Efectivamente así sucedió presentándose a los exámenes de oposiciones en el mes de junio del año 1875 obteniendo el número 2 en competencia con otros 108 opositores de los que 39 obtuvieron plaza.

Por Real Orden de 12 de septiembre de 1875 es nombrado a los 29 años Letrado de la Administración Económica de la Provincia de Cuenca, con la categoría de oficial de Hacienda Pública de 3ª clase en el Negociado de Derechos Reales y Trasmisiones de Bienes con el sueldo de 2.500 pts. Al no optar a la plaza de Cuenca Nicolás del Castillo que había obtenido el número 1 de la oposición.

Era Jefe de la Administración Económica de Cuenca, Pascual Lasarte superior a quien debía presentarse para comenzar su función con el correspondiente título expedido en Madrid por el Asesor General del Ministerio de Hacienda Emilio Cánovas del Castillo.

Este destino de Oficial Letrado en Cuenca no debió ser del agrado del aragonés Costa y así lo refleja cuando escribe “ a pesar del hambre de dinero que sentía, no me daba prisa en recoger el título hasta que me citaron por la Gaceta para que lo hiciera”. Su aspiración incuestionable y deseo estaba orientado a las oposiciones convocadas en la Universidad Central de Madrid.

Es fácil, por ello, conjeturar los fundamentos para la dilación y retardo en su toma de posesión; estaba realizando diligencias en Madrid y éstas con éxito, “Después de muchos trabajos he logrado me admitieran un sustituto que no me cuesta nada” llegaría a afirmar.

Su esfuerzo de opositor a Cátedra Universitaria en aquel periodo se enlaza con el deseo que le invade a Joaquín Costa de presentarse al Premio Extraordinario del Doctorado en Filosofía y Letras. Así lo hace el “Grande Hombre” con la exposición de “Doctrina aristotélica en la antigüedad, en la edad media y en los tiempos modernos”

Tenía de competidor y rival al joven Marcelino Menéndez y Pelayo, diez años más joven que él quien ganó el premio, que Costa consideró rotundamente contrario a la justicia e inmerecido. Después de impugnaciones contra el veredicto del tribunal calificador que no fueron atendidas, afirmó que no le fue concedido el premio por motivos políticos e ideológicos y por ser “krausista”, mientras que Menéndez y Pelayo era “ultramontano y pidaliano”.

Sea cual fuere la razón, lo cierto es que Menéndez y Pelayo a sus todavía no cumplidos 19 años era de una gran inteligencia, saber y capacidad de trabajo que ha pasado a la historia como una figura muy destacada de la filología, filosofía, literatura, historia, poesía, crítica, etc.

Volviendo al destino en Cuenca de Joaquín Costa, debo repetir que aunque Madrid y Cuenca son provincias limítrofes en aquellos años y hasta fechas recientes la comunicación dejaba bastante que desear. El tren todavía no había llegado a Cuenca, lo haría 8 años después (12 de julio de 1883) ante el júbilo y la alegría de sus ciudadanos cuando lo vieron aparecer en la estación de ferrocarril de esta tierra olvidada.

En cuanto a la comunicación por carretera de Madrid a Cuenca (165 km) se fijaba el recorrido (siguiendo a Torres Mena, 1878) en seis etapas: Arganda, Villarejo de Salvanés, Tarancón, Carrascosa del Campo, Villar del Horno y Cuenca, con regulares condiciones para hospedaje – así lo describía – en Alcázar del Rey y buenas en la localidad de Carrascosa, ambas localidades en la provincia de Cuenca.

Cabe adicionar a lo anterior que en 1875 no se editaba ningún periódico en Cuenca.

En estas condiciones llegaba a Cuenca Joaquín Costa y toma posesión de Oficial Letrado el 9 de octubre de 1875, previa declaración de compatibilidad, ante el Jefe de la Sección de Intervención de la provincia de Cuenca, Santiago Gutiérrez de Ceballos.

Su lugar de trabajo era un edificio obsoleto y falto de condiciones para desempeñar la función. En el libro de actas del Ayuntamiento de Cuenca (29-10-1881) figura una comunicación del arquitecto provincial a los miembros del consistorio conquense por el que una vez reconocido se necesita urgente reparación y “ que sus condiciones higiénicas de todo punto olvidadas”.

Este inmueble donde estaba ubicada la Administración Económica no era de titularidad municipal y se acordó comunicarlo al propietario. Hasta el año 1897 no tiene edificio adecuado, este de nueva construcción, situado en el Camino de la Casa Blanca (hoy calle Diego Jiménez) obra del arquitecto Luis López de Arce, el mismo que iniciado el siglo XX proyectaría la torre neogótica de la iglesia de El Salvador que en la actualidad contemplamos.

En la misma Real Orden en la que aparecía el nuevo letrado por Cuenca, Joaquín Costa se declara cesante a José Ortega Saenz Diente, que ocupaba ese puesto de forma interina.

Nulo debió ser el trabajo desarrollado después de su toma de posesión en Cuenca pues el 13 de octubre de ese año en escrito firmado por el Asesor General Cánovas del Castillo, a la vista de la solicitud presentada se le concede al letrado Costa 45 días de licencia “ para que pueda atender al restablecimiento de su salud debiendo el interesado proponer a Vs Letrado que los sustituya en sus funciones”.

Nombramiento que hizo en quien hasta entonces había ocupado la plaza con carácter interino el granadino y liberal José Ortega, personaje que, pasado el tiempo sería muy importante en la vida conquense ejerciendo funciones de abogado del Estado, inspector regional, jefe de Administración, concejal, teniente de alcalde (prestando importantes servicios a la ciudad con motivo de la epidemia colérica) decano del colegio de abogados, diputado a Cortes ( 5 legislaturas por los distritos de Cuenca y Cañete). Ortega Saenz Diente fue reconocido no sólo en Cuenca, donde casó con Dolores Cerdán Ballesteros, de familia importante en esta provincia, sino en otros lugares de la geografía española. Falleció en Cuenca el año 1916 de rápida enfermedad.

Costa y Ortega habían nacido el mismo año y en el Archivo Histórico de Huesca hay escritos cruzados entre ellos relacionados con el destino conquense de Costa.

La salud del “Leon de Graus” se resentía por aquellas fechas. Hacía años que padecía una distrofia muscular progresiva (sería declarado inútil para el servicio de las armas) y otros pequeños achaques. Pero, es muy cierto, que coincidiendo con su destino en Cuenca estaba preparando aquello que era su gran ilusión: Oposiciones a la Cátedra de Historia Crítica de España, vacante en la Universidad Central de Madrid por dimisión de su admirado Emilio Castelar y cuyo tribunal se había constituido en la misma fecha que su primera licencia por enfermedad.

Se presentaron a la Cátedra 8 profesores de los 12 que habían solicitado participar. Ante su petición, por enfermedad se demora la primea prueba presencial hasta el 11 de noviembre y dos días después realiza el segundo examen con el veredicto de considerar a los 3 mejores de los que optan a la cátedra empatados en la calificación considerados con aptitudes iguales: Manuel Pedrayo Valencia, Joaquín Costa y Sánchez Gil. En la última y definitiva votación se decide puntuar en primer lugar al gallego Pedrayo Valencia, catedrático de Geografía e Historia del Instituto de Pontevedra y Costa se queda en tercer lugar.

La decisión de los miembros del tribunal le produjo a Joaquín Costa un gran desencanto, frustración e inmenso dolor: ser profesor de la Universidad de Madrid era su ardiente anhelo y deseo. Cuando ya habían concluido los exámenes y conocido el resultado se le volvió a conceder en Cuenca otra licencia por enfermedad, esta vez de 15 días después de haber vencido la primera, sin presentarse en Cuenca “a continuar prestando sus servicios a pesar de haber transcurrido con exceso el término de 45 días”; ni tampoco había formalizado su hoja de servicios cerrada al 15 de diciembre de 1875, con la valoración del Jefe Económico de la provincia de Cuenca en aspectos de moralidad, concepto público, celo, inteligencia y asiduidad.

Posteriormente el 30 de enero de 1876 su hoja de servicios fue cerrada y enviada Madrid. Está fue la calificación:

            Aptitud: Buena

            Aplicación: Mucha

            Probidad: Id

 

Se ignoran los criterios, tenidos en cuenta, para esta valoración.

Figuran en la hoja de servicios los destinos que había servido hasta su presencia en Cuenca. Solamente eran dos:

Discípulo observador agregado a la Comisión Regia Española en la Exposición Universal de 1867, durante 9 meses y 15 días con sueldo de 3.600 pts anuales. Como consecuencia de este trabajo publicó “ Ideas apuntadas en la Exposición Universal de 1867” premiado en la Exposición aragonesa del siguiente año.

Profesor auxiliar de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid, por nombramiento del claustro durante 5 meses y sueldo de 2.000 pts al año.

Indudablemente se aprecia un curriculum de quien está al comienzo de su vida profesional. Después de su fugaz paso por Cuenca (toma de posesión 9-10-1875 y cese 30-08-1876) donde se contabilizan menos de 11 meses se traslada a Guipúzcoa (dos meses y 18 días de destino), desde donde pasa a Guadalajara y posteriormente a Huesca.

Después Joaquín Costa sería, como se ha dicho, por su trabajo, estudio y esfuerzo sin límites el más importante y respetado representante del regeneracionismo español, movimiento intelectual que emerge ante la España decadente como nación. Figura entre los principales impulsores del movimiento Krausista; su copiosa aportación escrita de pensamientos y reflexiones sobre España desde el rigor científico los plasmó en múltiples periódicos, revistas y libros. Son un legado que nos dejó, donde destaca su lucha contra la oligarquía y el caciquismo y su gran deseo en pro de la educación “Escuela y Despensa” sería el lema de este “labriego aragonés forrado en intelectual” así se definía.

Sobre su vida y obra se han publicado multitud de trabajos y la Fundación que lleva su nombre con sede en el Instituto de Estudios Altoaragoneses que tiene como principal finalidad “promover un mejor conocimiento de su obra y pensamiento” desarrolla una encomiable labor valorada positivamente. Por mi parte sólo pretendo, ya me gustaría saber hacer un estudio de su obra, reflejan su paso breve por esta pequeña ciudad entonces de 7.500 habitantes, penúltima provincia española en población con crecimiento negativo en aquellos años del siglo XIX pero rica en su pasado histórico y gentes.

 

Fuentes consultadas:

  • A.H.N. Madrid
  • A.H.P. Cuenca
  • A.H.P Huesca
  • A.M.C. Archivo Municipal de Cuenca
  • Noticias Conquenses – Torres Mena 1875
  • La Voz de Cuenca
  • La Correspondencia de España 28-11-1875