RECUERDO A DOS PERSONAJES CONQUENSES EN EL PALACIO PROVINCIAL

Antonio Rodríguez Saiz


En mi niñez observaba con agrado un jardín vistoso y cuidado protegido por una verja de hierro forjado sujeta a un cerramiento de piedra caliza donde se encuentra el Palacio Provincial de la Diputación de Cuenca (inaugurado en 1898) situado en el llamado Campo de San Francisco.

Ahora, entrado en años, continúo teniendo idéntica percepción con lógicas modificaciones y arreglos que se han ido realizando con el transcurso del tiempo. Un jardín con un conjunto de árboles singulares, arbustos, flores y diferentes especies vegetales de agradable contemplación.

Sí señalo una diferencia, en mi opinión, notable. En mis primeros recuerdos el jardín estaba diariamente con ausencia total de gente para disfrutarlo, a lo sumo, se veían algunos funcionarios de la institución y regidores municipales de la provincia que hasta aquí llegaban en demanda de ayuda y asesoramiento para mejorar sus pueblos. Por el contrario, desde hace años se ve, también, un público diferente que visitan el jardín y palacio desde un punto de vista, principalmente cultural por las actividades que se ofrecen con asiduidad.

En el recinto ajardinado se encuentra la escultura que recoge el momento de la entrega de las llaves de Cuenca (1177) al rey castellano Alfonso VIII en el lugar donde con anterioridad estuvo la casa del jardinero. Sinceramente declaro que el sitio no me parece el más apropiado si  se tiene en cuenta la gran figura histórica del rey, la escena que representa y, por supuesto, la categoría de su autor, Miguel Zapata.

Sin duda en los 7.985 m2 del jardín hay mejores espacios y más visibles.

Ciñéndome al título de este artículo quiero centrarme especialmente en dos bustos realizados por el genial escultor y pintor Fausto Culebras (su nombre Faustino Culebras Rodríguez) dedicados a dos personajes conquenses muy importantes en la Historia de España, que pueden contemplarse en el Palacio Provincial en un espacio no pensado cuando se tomó la decisión de su realización pero, sin duda, más protegidos para su conservación: Alonso de Ojeda y Álvaro de Luna.

Fue en abril del año 1944 cuando la Comisión Gestora Provincial en sesión ordinaria presidida por, Manuel Lledó Briz y con asistencia de los gestores (diputados), Conrado Castellanos Moset, Salustio Martínez Belda, Rafael Ripollés y Juan Luis Machetti Criso estudia una propuesta del arquitecto provincial, Antonio Camuñas Paredes para que en el jardín se colocasen unas estatuas incluso adjunta un plano del terreno indicando el lugar donde serían colocadas que era en el acceso principal de la entrada al Palacio Provincial interpoladas entre los jarrones existentes. Así mismo detalla el técnico que esas figuras se dedicarán a personajes ilustres conquenses, sin especificar nombres.

No dirigiría el arquitecto, Camuñas los trabajos por cesar en su cargo provincial en septiembre de ese mismo año, pasando a desempeñar la cátedra de Construcción en la Escuela Técnica de Arquitectura de Madrid, donde gozó de prestigio. Provisionalmente se encargó de las obras de la Diputación el arquitecto, Miguel García Monsalve.

Presentó el excelente escultor y pintor, Fausto Culebras insuficientemente valorado a lo largo de su vida, dos bocetos en escayola de los personajes conquenses: Alonso de Ojeda (Torrejoncillo del Rey h. 1466-Sto.Domingo 1515) descubridor, conquistador, gobernador y Álvaro de Luna (Cañete 1390-Valladolid 1453), Condestable de Castilla en el reinado de Juan II. El boceto de Álvaro de Luna se conserva en el Museo Provincial de Cuenca y del conquistador conquense, desconozco su paradero actual, aunque fuera de la provincia.

Con anterioridad a su proceso de elaboración solicitó el escultor de Gascueña un favor urgente a su amigo, Amador Falcón Esteban, poeta y periodista, para que le enseñase algún dibujo o estampa que pudiera orientarle sobre los personajes elegidos según carta (16-5-1944) cuyo texto  reproduce, María Teresa Jiménez en su documentado libro dedicado a Fausto.

Me permito sobre este asunto añadir dos descripciones que merecen ser conocidas o recordadas acerca de los famosos personajes conquenses.

Fray Bartolomé de las Casas, dominico e historiador, escribió sobre Alonso de Ojeda que “era pequeño de cuerpo, pero muy bien proporcionado y muy bien dispuesto, hermoso de gesto, la cara hermosa y los ojos muy grandes: de los más sueltos hombres en correr y hacer vueltas en todas las otras cosas de guerra”.

El retrato que hace el historiador, Hernán Pérez de Guzmán de la figura de Álvaro de Luna es que “Fue pequeño de cuerpo e menudo de rostro, pero bien compuesto de sus miembros, de buena fuerza y gran cabalgador…”.

El vicepresidente de la Corporación,  Rodrigo Lozano Contreras fue el gestor  (diputado provincial) designado para examinar los bocetos de los bustos, que se habían encargado al escultor quien informó que “llenaban las condiciones necesarias, solicita se libre a cuenta alguna cantidad para poder ultimar estos trabajos en piedra y que a la vez se ordene al Señor Bieto (se refiere al escultor-marmolista, José Bieto Masip) le haga entrega de la piedra precisa para esta obra de la que en su poder tiene y es propiedad de la Corporación”.

La Comisión Gestora aceptó por unanimidad lo expresado en el informe así como un anticipo de dos mil pesetas a cuenta.

El busto de Álvaro de Luna fue el primero realizado y entregado a mediados del año 1945. Sus dimensiones son: 67x38x33 cm.

En él se aprecia la figura del hábil y culto Condestable - que con gran poder dirigió a Castilla  y tuvo un final trágico -, con la cabeza cubierta y rostro sobrio y suavizado, con serenidad de ánimo ante el infortunio y peligro. En su pecho, bien visible, lleva colgada la Cruz de la Orden Militar de Santiago (fundada en 1170) de la que fue Maestre.

Posteriormente, Fausto Culebras entregaría el busto de Alonso de Ojeda, con medidas de 70x36x39 cm, donde se puede reconocer en su cabeza un casco para protegerla, rostro que denota fuerza y vigor con expresión enérgica. Rasgos propios de la vida de Ojeda que acompañó a Cristóbal Colón en 1493 en su segundo viaje a América, al mando de una de sus naves.

Sobre el cuello tiene un adorno, utilizado en su época, de lienzo plegado llamado gorguera.

Según lo previsto, los dos bustos ejecutados fueron colocados en el acceso principal del jardín. Fausto había pensado hacer otro dedicado a uno de los hermanos Valdés (Alfonso y Juan) que no llegó a esculpir.

Después fueron retirados de su emplazamiento y colocadas en el patio de la Residencia Provincial Sagrado Corazón de Jesús motivado, su traslado por las obras que se estaban haciendo en la década de los 70 del pasado siglo con nueva disposición del jardín, “pero que una vez concedidas éstas deben retornar a los jardines de las citadas esculturas, estimando la Comisión de Educación debe encargarse alguna escultura más por ornato de los Jardines del Palacio Provincial”, según se indica en pleno (24-7-1975) presidido por, Alfonso Muñoz Durán y comunicado a la dirección del Museo Provincial que los había solicitado para formar parte de su colección.

El lugar donde actualmente se muestran al público los bustos de Álvaro de Luna y Alonso de Ojeda es en la planta baja del Palacio Provincial frente al inicio de la escalera principal, con interesante balaustrada de finales del siglo XIX, donde destaca el cuadro titulado “Mi Patria” (1905) que refleja el momento histórico de la Conquista de Cuenca en 1177 por el rey Alfonso VIII, obra del pintor conquense y profesor numerario del instituto de la capital, Benito López Chust (1873-1944) que percibió por la obra 1.400 pts. Incluido en esta cantidad los gastos del marco y otros que fueron costeados por el artista, según concurso público al que solamente él se presentó.

No quisiera concluir sin traer a la memoria que desde la trágica muerte de Fausto Culebras (Quito 24-3-1959) y sus circunstancias un buen número de personas, principalmente artistas y escritores, alzaron su voz en favor de dedicar un Museo o Sala al importante escultor conquense del siglo XX. A ese sentimiento me sumo con la idea que probablemente, también caerá en terreno “pedregoso”. Ello no es óbice para recordar que fue, nada menos, en Pleno del Ayuntamiento de Cuenca de 15-5-1964 donde se tomó en consideración la propuesta del eficaz y diligente concejal, Florencio Cañas Estival sobre “dedicación de una Sala en el Museo Histórico Municipal” a Fausto y fue el mismo edil municipal quien en representación del Ayuntamiento se trasladó a Gascueña meses después (5-1-1965) para visitar a la madre y hermanos del escultor, herederos legales de la obra que “hacen donación al Excmo. Ayuntamiento de Cuenca de toda la que no haya sido vendida o donada y que se encuentra en depósito en cualquier casa de los que fueron sus amigos o en institución alguna “Todo ello con una serie de condiciones, entre otras, que el Ayuntamiento se “obliga a exponer públicamente la citada obra en el Museo “Fausto Culebras” constituido al efecto en sesión municipal y esto a perpetuidad”. Se hace una salvedad en el documento que será una Sala la que se dedicará.

En este acto celebrado en el municipio de Gascueña (donde nació) perteneciente a la comarca de Alcarria estuvieron presentes además el cura párroco, Jacinto Arcas Olivares y el pintor, entonces sacerdote, discípulo suyo, Amador Motos Caruda que en ese acto cede al Ayuntamiento de la capital la obra artística que le pertenecía por voluntad y deseo de los familiares.

Sirvan, al menos, estos renglones por mi parte para recordar al artista, dotado de unas cualidades extraordinarias para la escultura y pintura que no tiene el reconocimiento que merece al tiempo que recuerdo aquellas palabras del poeta Carlos de la Rica: “Fausto fue el meditador de su propia tragedia en una lucha titánica para conseguir la vida”.

                                   

 

                                                                       Noviembre 2021

Fuentes consultadas:

A.D.C: Archivo Diputación Provincial de Cuenca. Libro de Actas.

Museo de Cuenca: FA/75/25-18