EL SUCESO DEL PUENTE DE LA TRINIDAD DE CUENCA EN 1930 Y OTROS DATOS

Antonio Rodríguez Saiz


La fotografía es un arte que nos acerca a la realidad ante un hecho; plasma efemérides, eventos deportivos, sucesos, grandes momentos de la humanidad, cambios de los pueblos, personajes, o simplemente seres anónimos, acontecimiento del presente que se fotografían y después forman parte de la historia.

Estuvo la fotografía un tiempo preterida, respecto de otras artes, alejada de museos y salas, aunque ya en los años 20 y 30 del siglo pasado fue adquiriendo importancia como medio de expresión.

Observo, hace ya algún tiempo, que la fotografía y juventud caminan muchas veces por la senda del mutuo conocimiento. Las páginas de internet están llenas de fotografías que nos ayudan a ver y comprender el pasado y son motivo de interés y preguntas que nos hacen a personas mayores o que consideran conocedoras del tema que reflejan.

Me viene todo esto a comentar una fotografía, que no hace mucho recorría las redes sociales, sin tener más datos de ella que lo que se plasmaba en la misma.

Se ve el puente de la Trinidad de Cuenca (antes llamado de “Puenseca”) con la valla desprendida y junto al ojo del puente un coche que ha caído de una altura de 20 metros con desperfectos en su carrocería.

Edificio Palafox y Puente de la Trinidad (Portfolio fotográfico de España, cuaderno 18 -1912-

No es fácil reconocer ahora que ese accidente se produjo en Cuenca por varias razones principalmente porque el ojo del puente de la Trinidad por el que se accedía por la puerta de Huete a la parte alta de la ciudad, como se puede observar en la fotografía debido a que el cauce del rio Huécar, afluente del Júcar, fue desviado en el último tercio del siglo XX acercándolo más al edificio Palafox y muralla, para ganar espacio en la que antes fueron huertas y así conocimos este paraje por Puente de Palo en referencia al que habían hecho de maderas para cruzar el Huécar en camino a la parte alta de la ciudad. Sólo queda el nombre del paraje en la memoria; se llama ahora Parque del Huécar que, a juicio de algunos, parece más sugerente.

Antiguo y moderno cauce del río Huecar

Nada mejor para definir el río Huécar que recurrir a Covarrubias quién a principios del siglo XVII en su “Tesoro” decía: “rio pequeño que riega toda la hoz, donde ay muchas guertas una legua desde Palomera a Cuenca. Dizen los arábigos vale tanto como comedimiento, por ser comedido en su corriente y llevar poca agua, sirve a los tintoreros de lavar la lana y entrar en Júcar por los Tintes que están poco encima de la puente”. Alguna vez se desbordó con daños considerables como el 13 de agosto de 1947.

Al principio del puente de la Trinidad hay una pequeña bajada que aún seguimos llamando Bajada de la Fuente de la Doncella, aunque no haya signo que lo indique y que denota que allí hubo una fuente que también tiene su leyenda, recreada con su fantasía, impregnada siempre de amor a Cuenca, por José Luis Lucas Aledón y que resumo:

Una joven judía y bella de nombre Sara se enamoró de un apuesto cristiano también joven, Álvaro, de quién estaba enamorada doña Elvira, una rica mayor de edad quién con ayuda de un enano negro sigue a los enamorados. Muere Álvaro a manos del padre de Sara y esta se abre el vientre con una espada, saliendo de él una paloma blanca al fallecer. Al ver los padres lo ocurrido uno se hace peregrino y el otro se saca los ojos. Doña Elvira por instigadora y provocadora del suceso, es despeñada a causa de la condena de la justicia y el enano negro muere en la horca.

De los pechos de Sara convertida en fuente brotan hebras de plata que se convierten en fina agua que curaba el mal de celos.

Al otro lado del puente estuvo el convento de Trinitarios que Baltasar Porreño describe que “ es un Monasterio de la Santísima Trinidad llamado El Remedio, en cuyas faldas y vistas se juntan y hermanan los dos ríos y retienen el nombre de Xúcar, hasta entrar en el Mediterráneo”, y del que Ponz en su Viaje a Cuenca (1789) no le gustaron sus “extravagantes adornos”.

El convento fundado en 1385 despareció en 1835, fue después sede de Telégrafos hasta 1925, hoy es jardín.

Bajada Fuente de la Doncella bajo el puente de la Trinidad (2016)

 

 

Debido al nombre del convento viene el dicho:

“Xúcar y Huécar

y Cuenca en medio,

y júntanse en el Remedio”.

No crea el amable lector que me he olvidado del suceso anunciado. Es posible que me haya ido por las ramas, lo acepto, pero es muy difícil para mí ver este lugar y referirme sólo al accidente sin aportar o recordar este paraje.

Vayamos al hecho ocurrido en noviembre de 1930.

Supongo que esta fotografía saldría en la prensa local conquense, que aunque por lo aparatoso del accidente no hubo que lamentar víctimas. Si puedo afirmar que la fotografía se publicó en La Vanguardia el sábado 29 de noviembre de 1930 y que fue debido el suceso a la rotura de frenos del vehículo matriculado en Madrid en 1928; derribó la barandilla “cayendo desde una altura de 20 metros al barranco, sin que resultara con lesión alguna su conductor”, como publicaba el periódico catalán.

La fotografía fue hecha por Rafael Campos Prieto que tenía su estudio fotográfico en la calle Mariano Catalina (Carreteria) nº 60. Trabajó principalmente en la época de la dictadura de Primo de Rivera y 2ª República – hay muchas muestras de su quehacer – En febrero de 1935 este fotógrafo fue nombrado administrador interino de la Casa de Socorro que estaba entonces en la calle Fray Luis de León (del Agua) antes de su traslado a la calle Doctor Chirino donde la hemos conocido hasta su cierre; si bien en la época del alcalde José Domínguez el edificio del Gobierno Militar (hoy su Subdelegación de la Defensa) estaba pensado para ser Casa de Socorro, pero se cedió a Sindicatos y después fue Zona Militar.

Y, ya metido en el mundo de la automoción, otra noticia relacionada con Cuenca recorrería en ese mismo año las revistas y periódicos nacionales y sin duda sería visto en el extranjero.

La marca de automóviles de lujo del grupo Ford Motor Company publicaba un anuncio donde la parte superior derecha se veía un bonito dibujo de las Casas Colgadas antes de su restauración, debajo el elegante modelo Lincoln y en la parte superior izquierda este texto:

“Las famosas Casas Colgadas de Cuenca parecen algo milagroso y, sin embargo, responden con todo a un lógica innegable. El aspecto maravilloso del LINCOLN asombra por su estética y por su elegancia; pero su línea radiante e impecable no es milagro sino consecuencia de una construcción estudiada y meticulosa. Sólo así podría lograrse el coche que fuera emblema de riqueza, buen tono y cosmopolitismo. LINCOLN”.

Buen anuncio, para la ciudad de Cuenca en aquel año de 1930 de promoción gratuita y masiva de la mano de este modelo de automóvil que según el Grupo Ford era “manifestación de señorío y alta posición social”.