LA CREACION DE LA FERIA DE CUENCA EN 1879

Antonio Rodríguez Sáiz

Cuenca enero de 2017


  

Existe en la Catedral de Cuenca un retablo renacentista procedente de la ermita de Santa Ana, extramuros de la capital (donde hoy está el barrio de Casablanca), trasladado al primer templo de la Diócesis al destruirse la ermita por las tropas inglesas (1706) que apoyaban al archiduque Carlos, en la guerra de sucesión, durante los dos meses que permanecieron en Cuenca. Tiene el retablo un espléndido lienzo sobre tabla representando a Santa Ana, la Virgen y el niño (siglo XIV).

En él, todos los años el día 26 de julio (festividad de Santa Ana) se celebra una misa en su honor con asistencia de la Corporación Municipal, por un voto a perpetuidad que hizo la ciudad - en el siglo XIII – de guardar su fiesta toda los años (se sigue haciendo). Este voto fue a consecuencia de la intercesión, según la tradición, de la madre de la Virgen en la epidemia de peste bubónica que asolo a la capital.

Aquel lejano 26 de julio de 1879, después que los miembros del ayuntamiento asistiesen en la catedral para cumplir con el voto que se indica, se celebró sesión en el Salón de Plenos de la casa consistorial, presidido por el alcalde Santos López, donde se nombró una comisión formada por los regidores Calixto Giménez Cano, Manuel Pajaron, Ramón Cobo, Mariano Lasso y Pedro López Arrazola para que “propongan cuantas medidas crean convenientes a fin de que la feria de San Julián de esta ciudad adquiera desde el corriente año la vida y buen nombre que llevan las que se celebran en la Generalidad de las poblaciones, procurando en primer término suprimir toda gabela y llamar la atención del público con cualquier clase de festejo para atraer la mayor concurrencia”.

Creo que este asunto debía estar hablado con anterioridad, de forma no oficial, por los miembros que formaban parte del Ayuntamiento o, quizás, la Comisión fue muy diligente y activa en el cumplimento del cometido porque dos días después de su nombramiento redactan la propuesta, especificando los medios que se consideran necesarios para conseguir una mayor asistencia y participación en la celebración de la festividad en honor del obispo mozárabe San Julián (Julián ben Tauro).

Recuerdan en su escrito las dificultades económicas que existen para una buena realización; son escasos los fondos en las arcas municipales y, por otro lado, señalan que no ha sido un buen año de cosecha para los agricultores, dato a tener en cuenta por ser una provincia eminentemente agrícola.

En pleno municipal de 2 de agosto de 1879 son varias las bases que se somete a examen y aprobación, si procede; todas son aprobadas, excepto la primera “Que se pida autorización para declarar feria en esta capital y el día 5 y siguientes del mes de setiembre tanto para el corriente año como los sucesivos”.

Sobre este punto el concejal y abogado, Antonio Luque dijo “que estaba conforme con el dictamen a excepción de la parte que se refería á pedir autorización para declarar feria y que debe suprimirse por cuanto los Municipios tienen facultades propias para establecer por si las que crean conveniente según la vigente ley debiendo tan solo dar conocimiento del acuerdo al Gobernador”. En el mismo sentido se pronuncia el concejal Mariano Lasso y otro, Valentín Monreal pide la suspensión del Pleno para poder estudiar mejor y más detenidamente el importante asunto en cuestión; propuesta que no prospero al considerarse que era limitado el tiempo que faltaba para la celebración de los actos en honor del patrón y no se podía demorar el acuerdo.

Quedo aprobado el dictamen con la omisión de la petición de autorización, según había sido defendida por el regidor Antonio Luque y Vicens y que su ejecución fuese desde ese mismo año,  facultando a todos los concejales especialmente a los cinco que formaban parte de la Comisión para que hiciesen un esfuerzo para allanar aquellas dificultades que impidiesen una satisfactoria celebración y afluencia de vecinos y forasteros.

Se comunicó al Gobernador que en sesión dos de los corrientes (octubre 1879) ha resuelto “Declarar Feria desde el actual año la festividad que de inmemorial viene haciéndose en esta ciudad a Nuestro Patrón San Julián los días 5  y siguientes del mes de setiembre.

Se unía así los nombres de Feria y Fiestas, como se sigue viendo en los programas y carteles oficiales.

La aprobación de Fiesta de San Julián, el 5 de septiembre, se hizo mucho tiempo antes concretamente el año 1551 con su aprobación por el Papa Julio III. Con anterioridad de común acuerdo el cabildo de la catedral, regidores y congregantes se habían dirigido al Sumo Pontífice para cambiar la fecha de celebración de la fiesta que era el 28 de enero, motivado por el frio reinante en ese tiempo, estado de los caminos y otras dificultades a causa de los crudos inviernos que hacían muy difícil la presencia de forasteros en la ciudad (“En San Julián de enero, se hiela el agua en el puchero”). Se ha dicho siempre que para su aprobación se contó con la estimable ayuda del Cardenal Francisco Mendoza y Bobadilla, hijo del Marques de Cañete, presente en la curia de Roma (cita de Jiménez Monteserin “En Vere Páter Pauperum”).

Pese al poco tiempo que existía desde el acuerdo tomado el día 2 de agosto sobre la Feria de Cuenca hasta su celebración, los regidores de la capital actuaron con celeridad y rapidez convocando a los sectores más importantes de la población y cargos institucionales.

A comerciantes y fabricantes se les convoco para darles cuenta del acuerdo de declarar publica la Feria, asistieron 25 de ellos; al Gobernador Civil se le informo de los festejos a celebrar y el deseo de que en las dependencias a su cargo estuviesen iluminadas y con colgaduras; en el mismo sentido se requirió al Decano y Cabildo de la Catedral, Gobernador Eclesiástico de la Diócesis, Comisión Provincial, Guardia Civil, Jefatura de Obras Públicas, Instituto de 2ª Enseñanza, Administración Económica, Casinos, Seminario, Hospital de Santiago…etc.

Todos contestaron afirmativamente excepto el Circulo de la Constancia y la directora de la Casa de Beneficencia. El Casino por reforma del mobiliario por completo y obras de albañilería que se estaban haciendo “tienen el profundo sentimiento de no poder acceder a la indicación de esa Corporación Municipal; pero en sustitución del baile que no se puede dar se dará una limosna el mismo día a los pobres de solemnidad”. La directora de la Casa de Beneficencia, a través del Gobernador Civil, dio cuenta de haber comunicado al director de la Banda de Música y como son niños de corta edad no era posible acceder a lo solicitado por no poder soportar tanto esfuerzo y muy especialmente al baile nacional.

El primer año con el nombre de Feria añadido al de Fiestas, se hizo según lo acordado los días 5 y siguientes de septiembre con toque de diana, en la madrugada del inicio de la Feria y Fiestas anunciándolo por las calles de Cuenca, función solemne religiosa en la Catedral en honor del Obispo Patrón y segundo Obispo de la Diócesis, San Julián presidida por el Gobernador Civil y Corporación Municipal en pleno, baile nacional en el paseo de la Glorieta- Jardín publico usado por los conquenses, donde después se edificaría el Palacio de la Diputación Provincial- , baile de convite por la noche en el Casino de Cuenca en la calle San Juan, que era el más antiguo de los existentes en la ciudad, limosna en el Circulo de la Constancia, suelta de novillos en la Plaza Mayor a las 3 de la tarde para aficionados, fuegos artificiales en La Ventilla (después hemos conocido allí el Teatro Cine Xucar), conciertos de música y canto, una música al estilo del país recorriendo la ciudad por la noche.

Como puede verse, estos días festivos en Cuenca, fueron de gran sencillez para los 7.500 habitantes que tenía la ciudad y visitantes. Hay que situarse casi 140 años antes para comprenderlo mejor, con el añadido, como antes me he referido a que las arcar municipales no pasaban por su mejor momento, hecho este que ha sido una constante en el devenir de la ciudad del Júcar y del Huécar.

Aquello que verdaderamente tuvo de singular el primer año del establecimiento de la Feria anual fue la Exposición de Ganados durante todos los día. Estuvo situada al final de la calle de Madereros (Carretería), la más larga de la población, llamada así por ser durante muchos años lugar de transito de los carros que desde la serranía conquense circulaban en dirección a Valencia principalmente. Se entendía entonces por calle madereros, con posadas, mesones y tabernas, el recorrido desde el puente de la Trinidad (antes Puenseca) hasta la Plazuela de San Francisco. En esta Plazuela estuvo el núcleo central de la Exposición alrededor de la fuente circular de cuatro caños, hecha en 1861 con un árbol en el centro. Tenía la singularidad que por dos de sus caños manaba agua del manantial de la Cueva del Fraile que abastecía a Cuenca desde 1533 situado al final del Camino de San Gerónimo con un caudal de 200 litros/segundo y por los otros dos del manantial de la Cueva de la Zarza a la espalda del Convento de San Pablo (hoy Parador Nacional), pasado el Rincón de Mirabueno.

Con los feriantes presentes en la Feria, especialmente propietarios de ganado mular, vacuno, caballar y lanar, se tuvo un considerado trato. No se cobró ningún tipo de impuestos para gastos públicos, arbitrios ni gabelas para exponer.

Para el pasto y agua de los animales, que era abundante y de gran calidad, se les ofreció gratuitamente a los ganaderos el terreno situado entre la margen izquierda del Molino del Martinete, paraje en el Camino de la Fuente de la Teja (inexistente hoy) y El Terminillo. También se ofreció el Cerrillo de San Agustín, actual Calle Princesa Zaida y adyacentes.

Una ronda permanente recorrió esos días de alegría principalmente, los lugares donde estaba la exposición de ganados y actividades. Estuvo a cargo de la guardia urbana, agentes de vigilancia públicos y Guardia Civil para seguridad de los feriantes y sus intereses.

Esta primera Feria oficial de Cuenca se anunció en periódicos y boletines que se editaban en la ciudad, fijándose también carteles en los pueblos de la provincia, en especial los más próximos.

Era costumbre en la capital de la provincia, en aquellos años, colocar este tipo de anuncios en las fachadas de Casinos, Trinidad, Casa Grande, Instituto, Cocheras, San Felipe, Ayuntamiento, Puerta de Valencia, entre otros.