LA FIESTA DEL VITOR EN HORCAJO DE SANTIAGO HACE 90 AÑOS

Antonio Rodríguez Saiz - 2018 -


 

Sentimientos, valores o conjunto de cualidades, costumbres, formas de obrar, e incluso aquellas que el entendimiento no alcanza a comprender son algo que los horcajeños de nacimiento o raíz hemos recibido de nuestros antepasados de generación en generación.

En muchos casos, perduran,  permanecen y se conservan fielmente; en otros, se modifican y mantienen sin mutación en lo esencial y por ultimo hechos, acontecimientos tan antiguos que no hay memoria de su inicio se van extinguiendo lentamente hasta su desaparición un olvido.

Viene a consideración este pequeño acto de cogitación a la vista de una página de periódico, que conservo fechada en 1928 donde aparece una pequeña crónica de un paisano de nombre, Mariano Rodríguez titulada “Las fiestas de la Purísima Concepción”.

Nos viene a cuento y por ello tiene un interesante valor documental el relato de cómo eran las fiestas de el “Vítor” hace 90 años donde se puede apreciar que entra dentro del segundo de los supuestos que más arriba me refería. Nuestra fiesta más importante el “Vítor”, sigue y permanece conservando, afortunadamente, fielmente lo esencial.

¿Cómo era el Vítor hace 90 años? Veamos.

Desde el día 29 de noviembre hasta el 7 de diciembre a las cinco y media de la tarde, la iglesia parroquial se llenaba de horcajeños que asistían con fervor a los cultos: Estación, Letanía con petición o suplica a Dios por mediación de la Santísima Virgen, rezo del Rosario siguiendo la división del Papa Pio V de lunes y jueves dedicados a los misterios “gozosos”, martes y viernes “dolorosos” y miércoles, sábados y domingos “gloriosos”.

El día 7 de diciembre, al mediodia, hacia su entrada en Horcajo interpretando un pasodoble la Banda Municipal de Música de Madrid, en numero de 30 profesores-músicos bajo la dirección de  Ángel Holgado Irulegui, profesor de primera (clarinete) desde la creación de la banda; sustituía en este desplazamiento al prestigioso director fundador, Ricardo Villa González que lo fue de 1909 a 1935, año que falleció.

La Banda Municipal de la capital de España llevaba funcionando desde el 2 de junio de 1909 que había hecho su presentación en el Teatro Español de Madrid, creada gracias al interés del alcalde, Conde de Peñalver.

A pesar de su corta existencia, cuando vino a Horcajo de Santiago, ya había realizado giras por provincias de forma triunfal y aclamada por el público que presenciaba sus conciertos. El cronista horcajeño, no he podido conseguir más datos que su nombre, escribía que “durante las fiestas sabrán sacarnos del tedio pueblerino con su variadísimo y delicado repertorio”.

La solemne víspera se celebraba, igualmente el día 7, en el templo parroquial, daba comienzo a las tres de la tarde y el solemne acto del canto de la Salve, tenía lugar a las siete de la tarde a cargo de los profesores y cantores de la Banda Municipal contratada.

A las ocho de la tarde los tres fervorosos devotos portadores del estandarte se situaban en la puerta de la iglesia para recibir la preciada y venerada insignia. Una hora más tarde se presenciaba un espectáculo de fuegos artificiales elaborados por el acreditado pirotécnico de Tarancón, Francisco Ramírez presente durante años en las fiestas horcajeñas.

El estandarte, igual que en la actualidad, era llevado por las calles de la villa procesionalmente con vítores de acompañantes y aquellos que presenciaban entre aclamaciones el paso de la procesión de recorrido más grande en el mundo católico con el recuerdo intenso, oraciones, plegarias por ascendientes, enfermos, acciones de gracias y deseos hasta la mañana del día 8 que se hacía entrega al sacerdote del venerado estandarte.

Horcajo de Santiago, un año más, vibraba de emoción y nuestros antepasados lanzaban en la noche más azul del año su “VITOR la Purísima Concepción de María Santísima concebida sin mancha de pecado original, VITOR, VITOR”.

Llama la atención que la misa solemne y predicación a cargo del sacerdote González Pareja tenía lugar en la iglesia parroquial a las nueve de la mañana del día 8. Desde muy pocos años antes el sacerdote se compro-metía a la predicación, novena, misas, entrega y recogida del estandarte.

Día grande dedicado a la Inmaculada Concepción de María, aniversario de la proclamación por el Papa Pio IX del dogma (8-12-1854) en su bula “ineffabilis Deus” donde dice: “…declaramos, proclamamos  y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención al mérito de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creada por todos los fieles”. Los horcajeños ya lo celebraban mucho antes de la proclamación del dogma de fe que Ella fue preservada de todo pecado desde su concepción.

Después de la misa solemne tenía lugar un concierto con dos horas de duración, en la entonces llamada Plaza de la Constitución y se lanzaban al aire “bonitas figuras grotescas y aerostáticas y bombas japonesas con extraordinarias sorpresas”.

La procesión tenía su comienzo a las cuatro de la tarde con la imagen de la Purísima Concepción obra del escultor Juan Pablo de Estrada Ayllon, destrozada ocho años después, al inicio de la Guerra Civil.

Recorría las calles del pueblo, con un número de habitantes parecido al actual y, es curioso anotar que durante su trayecto se cantaban villancicos, más propios de la fiesta de Navidad, pero cercanas en el tiempo.

Concluía el día grande de la festividad en honor de la Inmaculada Concepción con un concierto también en la Plaza de la Constitución.

La última jornada de las fiestas del “Vítor”, día de “la Virgencilla” se celebraba la misa de réquiem por los difuntos de la parroquia con sermón, igualmente del sacerdote predicador invitado.

Un concierto con temas regionales y obras musicales con otro final a las nueve de la noche cerraban los actos de las fiestas patronales.

El programa había sido del agrado de los vecinos horcajeños. Su confección corrió a cargo de la Junta Local de Festejos, presidida por el horcajeño Constantino Gabriel Alcázar dedicado profesionalmente como tratante de ganados. Justo es que por su dedicación al éxito de nuestras fiestas en aquellos años tenga nuestro sencillo recuerdo y reconocimiento e igualmente al cura párroco Juan Francisco García Martínez, natural de Horcajo de Santiago que fallecería a los pocos días, al comenzar el año siguiente.

Se puede observar, como decía al principio, que lo esencial de la fiesta del “Vítor” permanece, está vivo y vigoroso. Hoy esta merecidamente Declarada de Interés Turístico Regional.

El paso del tiempo ha modificado y mejorado otros aspectos de ella. Nosotros seguimos con nuestra pasión y cariño, indeleble en lo más profundo de nuestro ser y verdaderamente inefable.

“Tempus fugit”.