San Isidro de Arriba y Abajo, tradición heredada de siglos

Antonio RODRÍGUEZ SAIZ


  En pleno vigoroso verdor primaveral de nuestros campos, Cuenca capitalina y agrícola, como la provincia y región, hace una pausa a mitad de mayo para honrar como merece el más universal y representativo de cuantos han hollado la tierra para, con su esfuerzo, sacarle fruto: San Isidro Labrador, patrón del campo y de Madrid, que lo vio nacer, allá por el siglo XI, cuando la capital de España ni era Corte ni pueblo grande.

 

Cuenca en toda su extensa y amplia geografía celebra la festividad del santo a quien recuerdan e invocan durante todo el año y muy especialmente cuando se está a punto de marcar un doblez en la hoja del calendario.

 

Muy antigua es la costumbre de conmemorar la festividad de San Isidro en la ciudad de Cuenca y doblemente, con la misma y noble finalidad en ambos casos.

 

La ermita de arriba

Tiene el santo, protector del campo, su ermita en lo más alto de la ciudad, reflejándose en el río Júcar, a unos cuantos metros de la cima del cerro de San Cristóbal, frente al amplio anfiteatro roquero de la hoz abierta.

 

Hay fechas en la vida de las tradiciones que se sellan por algún hecho o suceso y este año cuando se cumplen, creo recordar, doscientos cincuenta años de la fundación de la hermandad por cuatro labradores conquenses, se vuelven a recuperar "los encuentros de moros y cristianos" por lo que debemos felicitar a quienes han tenido la feliz idea de volver a lo nuestro.

 

Este año tendremos ocasión de recordar del lado cristiano al general, su hija María, conde Oliveros, Ricarte, Ángel, Perejil (personaje que algún día alguien interpretó, ahí quedó):

"Yo soy perejil no más

y perejil necesario

perejil  que a todos gusta

perejil que  a nadie daño".

 

O bien del lado moro al general, su hija Floriqués, Fierabrás (lugarteniente del general mahometano),    Bustamante y Soltribán.

 

Ocurre el presente año lo mismo que en 1948 cuando se resucitó otra vez. esta tradición cuyas escenas recogen estas fotografías: una en la plaza del Trabuco, de sonoro nombre, en recuerdo de aquel episodio bélico donde se emplazó una lombarda y está situada la antigua iglesia de San Pedro y la otra fotografía al inicio del Camino de San Isidro, cercano al arco de los Hermanos Bezudo, testigo de tantos avatares históricos, en recorrido a la ermita, bordeando el abismo» y las fuentes del Piojo y Grande de San Isidro.

 

Agricultores de abajo

Como decía, también se celebra la festividad de San Isidro de Abajo cuya imagen hace años junto con la de su esposa Santa María de la Cabeza se exponían a los fieles para su devoción en la anterior iglesia de San Esteban, situada en el mismo lugar donde se haya la parroquia del santo protomártir.

Recuerdo de mi niñez la salida de los agricultores, la víspera del día 14 a los montes que rodean a Cuenca, para recoger plantas aromáticas (romero y tomillo principalmente) que luego eran extendidas por el suelo de la parroquia de San  Esteban.

 

Regresaban los agricultores a media tarde haciendo su entrada, por La Fuensanta y puente de San Antón con sus carruajes engalanados de abundante ramaje y así llegar a la parroquia para cantar el "mayo" y proceder a la quema de hogueras a la llegada de la noche, en aquel atrio donde tantos hemos jugado de pequeños.

 

Llegaba el día 15 y partía la procesión desde San Esteban por las calles José Cobo, Cervantes, Fermín Caballero hasta las eras de San Fernando, procediéndose a la bendición de campos y posterior regreso al punto de partida por Fermín Caballero, Ramón y Cajal y Aguirre para asistir a la función solemne del santo canonizado por el Papa Gregorio XV, en   1622.

 

Dos lugares y recorridos en Cuenca para una misma celebración que hoy se mantienen en algunos cambios de escenario, porque otras gentes ilusionadas han sabido recoger el testigo de mano de sus mayores.

 

Dos recuerdos de la Cuenca que permanece y mantiene la tradición de siglos heredada de sus antepasados que guardan celosos para su posterior entrega.