Antonio Rodríguez Saiz
UNA INDUSTRIA EN CUENCA QUE PUDO SER Y NO FUE
Antonio Rodríguez Saiz
A finales del siglo XIX un pequeño grupo de conquenses, de buena posición económica, tuvo la idea e iniciativa de crear una sociedad para instalar en Cuenca una fábrica de azúcar de remolacha. La idea surgió a raíz en 1.898 de la pérdida de Cuba y Filipinas, que interrumpió el comercio de azúcar desde allí a España. Además, estos ilusionados emprendedores, creían que el capitalismo estaba cambiando y que los beneficios empresariales iban a ser mejores en las ciudades con el establecimiento de fábricas que en el medio rural. Unía a este pensamiento el motivo que se había producido un gravamen nuevo a la renta pública que llevaría al capital a buscar en la iniciativa privada nuevos lugares donde invertir el dinero.
Todos estos motivos quedaron reflejados en la Memoria que la sociedad presentó el año 1.900. En la introducción de la misma se recogen alabanzas a la provincia de Cuenca "cruzada profusamente por carreteras construidas gracias a preclaros hijos de esta provincia, con abundantes saltos de agua en el Júcar, con el subsuelo cuajado de minerales, con fértiles vegas… El texto añade que Cuenca "ha de gozar las primicias de esta nueva vida nacional, que ya se ha iniciado, por ser una de las provincias más a propósito para la instalación de grandes empresas ".
La Azucarera Conquense S.A. se constituyó legalmente en escritura otorgada por la Junta de Gobierno el día 17 de diciembre de 1.898, ante el notario Melitón Juan Bautista Cano. Comparecieron ante el fedatario, Eduardo Zomeño Huerta médico cirujano, Natalio Nohales Rubio propietario, Adolfo Fernández y Fernández ingeniero agrónomo, Manuel Pérez Muñoz propietario y Claudio Alcañiz Saiz empleado. Todos ellos residentes en Cuenca formaron la Junta de Gobierno de la sociedad, constituida el 27 de noviembre de 1.898 con la denominación de La Azucarera Conquense. En la escritura figuraban los estatutos donde se hacía constar que el objeto de la sociedad era la instalación y explotación de una fábrica de azúcar de remolacha. Para el capital se emitirían acciones en el número y precio que se acordase y el capital social se estableció en 12.500 pesetas dividido en cincuenta acciones de 250 pesetas cada una de ellas.
El documento señalaba que, una vez hechos los ensayos para averiguar la cantidad de remolacha que se podía producir y atestiguar la riqueza azucarera, los técnicos y el secretario, tenían que elaborar un anteproyecto, previo al definitivo.
A la llamada de los empresarios conquenses acudieron 80 socios y el capital total ascendió a la cantidad de 12.000 pesetas. Los interesados eran conquenses adinerados e ilusionados con esta iniciativa que se quería poner en funcionamiento.
En la Memoria se indicaba que, en primer lugar, la Junta de Gobierno se había preocupado por determinar la zona donde habría de experimentarse el cultivo de remolacha azucarera. Se creyó que lo mejor sería en los pueblos comprendidos a cierta distancia de la capital y que estuvieran unidos a ella por vías practicables para carruajes.
Consideraron que las mejores vegas serían las del río Moscas hasta el pueblo de Fuentes (en ella estaban comprendidas las huertas de la Alameda y la Vega Tordera ); las de Cañada del Hoyo, Carboneras y Reillo; de Arcas, Villar de Olalla, Valdeganga y Ballesteros; Abia de la Obispalía y Villarejo Periesteban ; las de Chillarón y Arcos de la Cantera. Extendiendo el radio de acción se podría llegar a las tierras de Las Valeras y Valverde.
En cuanto a otras zonas se consideraban también los pueblos próximos a la vía del ferrocarril y la vega del río Mayor hasta Huete.
Una vez determinada la zona de cultivo, se intentó conocer las mejores variedades de semillas de remolacha para su compra. A la Azucarera Antequerana que había sido creada, en su lugar de nacimiento, por el político Romero Robledo se compraron doscientos kilos de dos clases diferentes y por mediación de Enrique Burriel de Gijón se adquirieron setenta y siete kilos en Alemania y Francia.
Todas las indicaciones para el cultivo de la remolacha se publicaron en el periódico "El Progreso Conquense".
Un agricultor del cercano pueblo de Villar de Olalla, Benito Recuenco fue el que más semillas recibió,
Los técnicos socios recorrieron toda la zona cultivada después de la siembra para dar necesarias instrucciones; las parcelas determinadas para el cultivo en la ciudad estaban ubicadas principalmente en los parajes de Casablanca, Vega Tordera, Casa de San José y La Vereda.
Cuando llegó la recolección, se recogieron plantas y semillas empleadas en diferentes terrenos cultivados que se enviaron al Instituto Agrícola de Alfonso XII de Madrid para ser analizadas donde en un informe señalaba que la densidad y riqueza de sacarina era de un estado satisfactorio y superior a lo exigido para su explotación. Estimando, según la Memoria, que los resultados eran alentadores y teniendo en cuenta el coste de los análisis por parte del citado Instituto decidieron comprar los aparatos para realizar ellos los análisis, efectuándose la compra a la empresa Gallois y Dupont de la capital francesa.
Después de varios estudios para la compra de parcelas, también se consideró el mejor sitio para el emplazamiento de la fábrica que estimaron era en parte de los terrenos de las huertas de la Alameda, en la zona que limitaba con la carretera de Alcázar y el camino del Batán, por su proximidad a la estación del ferrocarril (se pretendía construir un enlace desde la fábrica a la estación) y poder disponer del agua necesaria procedente de la reguera de Santa Ana.
En ningún apartado figuraba el número de trabajadores a los que se daría empleo, sí la ganancia del negocio calculado en un 20% anual de beneficio y una inversión estudiada y presupuestada para el desarrollo de la industria de dos millones de pesetas destinados a compra de terrenos, construcción de la fábrica, maquinaria, enlace anteriormente citado y otros gastos. Un informe elaborado por un ingeniero agrónomo y otro industrial afirmaban que "puede aceptarse como un anteproyecto verosímil y concienzudo del negocio que en ella se propone explotar la sociedad de "La Azucarera Conquense ".
A partir de haber aprobado la Memoria hay escasas noticias. Consultada la prensa de Cuenca, finales del siglo XIX y principios del XX, no hay noticia relacionada con el inicio, desarrollo y culminación del proyecto. Solamente en el número siete con fecha 12 de abril de 1.900 el periódico "El Conservador" publica la llegada a Cuenca de Emilio Burrel dedicado a la instalación de fábricas azucareras y que "su viaje obedece, sin duda, a deseos de enterarse de las bases, viabilidad y demás circunstancias y condiciones de la proyectada "Azucarera Conquense ". También el semanario "Juventud" de literatura y noticias contaba ( 4-5-1902 ) la visita a Cuenca del ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, José Canalejas con motivo del hundimiento de la Torre del Giraldo ( o de las Campanas) de la catedral a quien el Ayuntamiento y Diputación ofrecieron una comida pero , no dice nada acerca de visitar la fábrica. Ello da origen a pensar que no se había construido ni estaba en fase de ejecución.
Aprovecha el semanario, en ese número, para decir lo siguiente: "Ninguno de los hombres que hemos elevado á las altas esferas de la política, ha dejado de prometernos muchísimo y bueno, cuando figuraban como candidatos; pero una vez en posesión de sus actas, si no nos han vuelto la espalda descaradamente, tampoco han conseguido cosas de vital importancia para esta provincia. "
Sin embargo, el libro publicado el año 2.002 "Involución y autarquía: la economía española entre 1890 y 1914" al referirse a fusiones de sociedades dice que en 1903 se constituyó la Sociedad General Azucarera de España englobando a 21 azucareras entre las que estaba La Azucarera Conquense que aportó un capital de dos millones quinientas mil pesetas. En 1.998 Ebro Agrícolas absorbió a la Azucarera de España.
Todo lo anteriormente expuesto hace deducir que la fábrica no se llegó a hacer; en la memoria colectiva de Cuenca tampoco hay rastro de ello. Sería un intento fallido de un proyecto muy importante e interesante para la industrialización de Cuenca y que no se llevó a cabo por circunstancias que se ignoran. Una nota aparecida en el periódico de la época "El Progreso Conquense" es concluyente, definitiva y nada aclaratoria: "Una vez más rogamos a los que nos preguntan que se ha hecho de la "Azucarera Conquense" que no se molesten en interrogarnos, pues nada podemos decirles ni creemos exista quien pueda contestarles ".
En Cuenca nos quedamos, una vez más, en que aquello que pudo ser no fue.
Cuenca, septiembre 2024