SAQUEOS, PROFANACIONES Y EXCESOS POR LAS TROPAS DEL ARCHIDUQUE

Antonio Rodríguez Saiz


El final del siglo XVII coincide con el fallecimiento de Carlos II (1-11-1700), último monarca de la Casa de Austria en España, rey enfermizo, débil y sin sucesión.

Había hecho testamento un mes antes donde expresaba: "… declaro ser mi Sucesor (en caso que Dios me lleve sin dexar hijos), el Duque de Anjou, hijo segundo del Defín, y como a tal le llamo a la sucession de todos mis Reynos …".

Por ello el nieto de Luis XIV el "Rey Sol" de Francia reinaría en España con el nombre de Felipe V, jurando su investidura  en el mes de mayo de 1701, a la edad de 17 años.

A pesar que el Imperio Español estaba en decadencia seguía siendo el más extenso del mundo y con un potencial de valiosos recursos.

La unión francesa y española les pareció un peligro a las potencias europeas y lucharían juntas al lado del Pretendiente, archiduque Carlos de Austria en su aspiración al trono español.

Las consecuencias derivadas de las guerras son: muertes, pobreza, decadencia económica, enfermedades, epidemias, destrucción y mucho más.

Cuenca que tomó, desde el principio, partido por Felipe V no estuvo en los principales focos del conflicto, pero sí tuvo episodios que afectaron a la pequeña ciudad que no llegaba a 6.000 habitantes.

El día 8 de agosto de 1706, en plena canícula, las tropas austracistas mandadas por el general inglés Hugo Wildham, procedentes de Valera de Abajo, se posicionaban en la zona de Casablanca dispuestas para el bombardeo y toma de la capital con 3.000 ingleses y valencianos.

Tres días después a las ocho de la mañana, el general Wildham entraba en Cuenca por la Puerta de Huete, con escasa resistencia por falta de armas, municiones y tropa. Se reconocía rey al archiduque, con el nombre de Carlos III.

Rendida la ciudad el corregidor y justicia mayor la abandonó, los militares fueron hechos prisioneros llevados a la capital levantina y el obispo Miguel del Olmo y de la Riva que había tomado posesión de la diócesis en fecha reciente (7 de mayo) se marchó a la villa alcarreña de Pareja donde permaneció medio año, aduciendo enfermedad de gota. Pareja fue el señorío más importante donde se celebraron sínodos y el obispo tenía palacio.

Durante dos meses Cuenca estuvo en poder de las tropas del Pretendiente hasta que cercada por Gabriel Desio que recibía ordenes del duque de Berwick, hijo natural de Jacobo II de Inglaterra, educado en Francia fue retomada por las tropas hispano francesas.

Nuevamente en 1.710 Cuenca sería tomada, con menos resistencia, por los aliados que defendían la causa del archiduque Carlos. Su presencia sería aproximadamente de un mes, causando menos destrozos que los originados en 1.706.

La Guerra de Sucesión española ocasionó en Cuenca destrozos de todo tipo en iglesias, casas, huertas, molinos, daños en las murallas, puertas de Huete y Postigo, gastos originados por las tropas… Alrededor de dos mil ciudadanos fallecieron por la epidemia originada.

El año 1.711 se imprime en la imprenta de Maheo Blanco ubicada en la madrileña calle del Olivo Alta (actual Mesonero Romanos, dedicada al ilustre cronista  de la ciudad nacido en esta calle) un "Resumen, y  extracto de los sacrilegios, profanaciones, y excesos, en lo Sagrado, que por las Informaciones autenticas, executadas, de orden de los Ordinarios Eclesiasticos de los Obispados de Siguenza, Cuenca, Osma, y Arçobispado de Toledo, se justifica, averle cometido, por los Soldados, y Tropas del Archiduque, en las mas de los Pueblos adonde llegaron, en las dos ocasiones, que internaron en este Reyno de Castilla (por su desgracia) en los años de 1706. Y 1710.  "

Al final del texto de 74 páginas lo certificaba su autor, el asturiano Miguel Rubin de Noriega, escribano más antiguo de Su Majestad y de Gobierno del Consejo, fechado en Madrid el 16 de agosto de mil setecientos once.

Las páginas 58 a 66 ambas inclusive están dedicadas al Obispado de Cuenca, mucho más extenso que en la actualidad.

En lo que se refiere a Cuenca capital, comienza relatando lo acaecido en la ermita de San Roque que estaba situada en el cerrillo de su nombre, lugar que servía también para enterramiento de ajusticiados.

En este lugar fueron ultrajados por las tropas del archiduque Carlos todas las imágenes que había en especial la de Jesús Nazareno tirada al suelo, quitaron sus vestiduras e hicieron tres trozos con la cabeza, arrancándole un dedo y con el cordón que tenía sirvió de cabezada para el caballo de un soldado.

Hicieron lo mismo con las vestiduras de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad colocándola en el púlpito para burla y escarnio. Igual ocurrió con el Ecce Homo y el paso de la Oración del Huerto.

Un siglo después la ermita de San Roque fue destruida en la Guerra de la Independencia cuando los franceses invadieron la ciudad.

En la ermita de Nuestra Señora de la Estrella en el Camino de la Mancha, rompieron las puertas de la entrada, arrojaron al suelo la imagen de la Virgen, quitaron las vestiduras y joyas llevándose los ornamentos religiosos utilizados para celebrar la liturgia y adornos existentes en el interior.

Todos los años los empleados municipales de aguas celebran allí el Día de la Candelaria, su patrona.

También los soldados austracistas saquearon las ermitas de Nuestra Señora del Buen Suceso y de la Cabeza, recordadas en el callejero conquenses, en el lugar donde aproximadamente estuvieron.

No se menciona en el Resumen y extracto los saqueos que igualmente sufrieron las ermitas de Nuestra Señora del Carmen, cercana donde estuvo el Molino de la Noguera en la ribera del Júcar y la de Santa Isabel, en el paraje conocido después por Fuente del Sol.

Otra ermita que sufrió despojos y saqueos fue la dedicada a Santa Ana, edificada después de la peste bubónica que asoló a Cuenca (siglo XIII) cesada, según los católicos, por su intercesión. El Ayuntamiento hizo voto a perpetuidad de guardar su fiesta (26 de julio), que aún permanece.

La ermita fue destruida y el retablo de Santa Ana se llevó a la catedral donde puede admirarse el espléndido lienzo sobre tabla del siglo XIV.

En distintas casas donde estuvieron aposentados los soldados continuaron destrozando imágenes y por las calles vendieron ornamentos y vasos sagrados producto de los saqueos. Una estola de color morado apareció en un pollino sirviendo de ataharre para sujetar el aparejo.

Un predicador seguidor de Lutero que acompañaba a la tropa aprovechaba para predicar y difundir sus creencias frente a la sede del edificio de la Inquisición construido en el siglo XVII, igualmente lo hizo  con los enfermos del Real Hospital de  Santiago que tiene su origen en  1.182, poco después de la conquista de Cuenca.

No solamente en la ciudad del Júcar ocurrieron estos sucesos narrados sino también se produjeron semejantes en otros de la diócesis.

Referido solo al territorio actual se indican con su actual nombre los siguientes: Iniesta y sus anejos (entonces) de Castillejo y Graja, Herrumblar, Villanueva de la Jara, Motilla del Palancar, El Peral, Valhermoso de la Fuente, Villares del Saz, Palomares del Campo, Alarcón, Olmeda del Rey, Valera de Abajo, Belinchón, Uclés, Villarrubio, Tribaldos y Huete.

En la ciudad de Huete los sacrilegios, profanaciones y maldades superaron las realizadas en la capital y merecen un artículo en otro momento.

Si el siglo XVIII había comenzado en España con la Guerra de Sucesión, el siguiente lo fue con la Guerra de Independencia contra los franceses que vino a intensificar en Cuenca la crisis económica que mantenía desde hacía años, así como destrucción de archivos, obras de arte, monumentos etc. que relaté en un artículo anterior titulado "El saqueo y ruina de Cuenca estaban decretados".

     La historia, una vez más, se repetía y no sería la última.

 

Cuenca, noviembre 2024