LA CELEBRACIÓN DE UN REGRESO

Antonio Rodríguez Saiz


Al finalizar la Guerra de la Independencia, que tantas desgracias y sufrimientos originó a los españoles, el rey Fernando VII “ El Deseado “ recibiría un inmerecido y cariñoso recibimiento.

Ha sido considerado por los historiadores el peor monarca que ha ocupado el trono español; el profesor e historiador Domínguez Ortiz afirmaría ser “el más inútil y nefasto “.

Con el anuncio de su regreso a España los jefes políticos y administrativos de las provincias españolas, que cumplían órdenes superiores, informaron a los ayuntamientos de su jurisdicción exhortándoles y alentando a contribuir y colaborar en todo aquello necesario y aconsejable para dar grandeza y esplendor a la llegada del monarca a España después de casi seis años en territorio francés y final de la ocupación napoleónica.

El día veinticuatro de marzo de mil ochocientos catorce el rey Fernando VII cruzó el río Fluviá que discurre por la provincia de Gerona límite con Francia y es recibido de forma apoteósica, triunfal y clamorosa con grandes honores y manifestaciones de entusiasmo por parte de militares y civiles.

El general español, Francisco Copons y Navia recibiría a “El Deseado “con una gran parada militar e informándole de las instrucciones de la Regencia

Este militar con importante hoja de servicios había participado, entre otras, en la batalla de Uclés (Cuenca) al mando del batallón de Tiradores de España (240 soldados) entre el ejército francés y español donde las tropas españolas tuvieron una gran derrota (13 de enero del año 1809) con cientos de muertos y heridos sufriendo la noble y pacífica población ucleseña todo tipo de excesos, saqueos. tropelías, violaciones, vejaciones, incendios, etc.

Continuaría el rey y séquito el itinerario, marcado con incumplimiento manifiesto, dirigiéndose a la capital aragonesa, no previsto, hasta su llegada triunfal a Valencia el dieciséis de abril, donde dieciocho días después firmaba un decreto por el que suprimía y dejaba sin efecto la Constitución de Cádiz, restableciendo la monarquía absoluta.

 

En cuanto a lo sucedido en aquel tiempo en Cuenca tuvieron lugar diversos actos en la capital, para celebrar el regreso a España del rey, llamado posteriormente “El Felón“ y otros calificativos principalmente un solemne Te Deum en la catedral, himno religioso.

Hubo también repique de campanas en el primer templo de la Diócesis, colgaduras exteriores, luminarias y rogativas en acción de gracias por el feliz regreso del monarca cuyo retrato se exponía en la fachada de la Casa Consistorial.

El Cabildo de la catedral designó a cuatro miembros para que en su recorrido por la provincia de Cuenca felicitasen a Su Majestad (publicado posteriormente en la Gaceta de Madrid el último día de junio) y le manifestasen las muestras de alegría, cariño e incluso sumisión de los conquenses por su regreso anhelado.

En su viaje a la capital de España la comitiva lo hizo por el llamado Camino Real, de sesenta y cuatro leguas aproximadamente de recorrido que separaba las ciudades de Valencia y Madrid. Había sido realizado en la época de Carlos III (2ª mitad del siglo XVIII) y cuyo trazado pasaba, entre otros lugares, por las localidades manchegas de El Provencio, Las Pedroñeras, El Pedernoso y Mota del Cuervo.

El día nueve de mayo Fernado VII recibió a las autoridades conquenses, jefe político superior y regidores designados para ello manifestándole y dándole a conocer el sentimiento de alegría del pueblo conquense. En idéntico sentido lo hicieron ante el monarca los cuatro capitulares del Cabildo; se desconocían las decisiones que había tomado en la capital levantina.

Este encuentro fue en El Pedernoso, situado al suroeste de la provincia de Cuenca que según las Relaciones topográficas de los pueblos de España realizadas por orden de Felipe II   es “un pueblo muy antiguo de tal manera que no se sabe quien fuese el fundador“.

En relación con El Pedernoso Azorín escribiría que “Al atravesar el cornijal de Cuenca se topa con un pueblecito en que hay una posada. Descubrámonos ante el pueblo de El Pedernoso. Vale la pena, lo merece de todas veras“. Estaba en lo cierto, sin duda, el famoso escritor monovareño.

Sería también en El Pedernoso donde Fernando VII   no quiso recibir a una representación de diputados que hasta allí se habían desplazado y ordenando al presidente del Consejo de Regencia y arzobispo, Luis María de Borbón y Vallabriga que se retirase a su residencia.

Mientras, el monarca proseguía su viaje a la capital del Reino haciendo su entrada triunfal el trece de mayo ante el entusiasmo y exaltación del pueblo madrileño. Comenzaba el sexenio absolutista.

Al tiempo un grupo de ciudadanos de Cuenca ,unidos por su fervor absolutista, hacían saber su deseo e instaban a la Corporación Municipal para que se quitase y eliminase el nombre de  Plaza de la Constitución ,rotulada así hacia poco más de dos años,  a la conocida Plaza Mayor que ha tenido varios nombres ,además, a lo largo del tiempo: Plaza de la Picota, Plaza del Rollo, Plaza de Santa María, Plaza del Mercado , Plaza Real , Plaza de la Reina Doña Isabel II,   Plaza de Calvo Sotelo y Plaza Mayor de Pío XII. 

En 1816 Fernando VII visitó Cuenca alojándose, con agrado, en el Palacio Episcopal; era obispo de la Diócesis, Ramón Falcón y Salcedo que había padecido un gran sufrimiento y dolor por el trato recibido por las tropas francesas cuando entraron, años antes en la capital. 

      Marzo 2024