Antonio Rodríguez Saiz
Antonio Rodríguez Saiz
”Fue grande sí; pero sin perder su sencillez en ningún momento, alternando el heroísmo de sus empresas y el esfuerzo de sus trabajos con sus inocentes distracciones"”…
Cuenca une al asombro de su belleza en su casco antiguo, sus bellos y magníficos rincones naturales, donde a veces se funden ambos en un ensamblaje inigualable para avivar y excitar el interés del viandante que camina por sus calles erguidas, se asoma por sus laberínticos recodos y abismales ventanales o pasea absorto por sus alrededores. Porque, para conocer Cuenca, el paseo, el lento caminar, ese ejercicio pausado y reposado que nos descubre aquel vestigio inesperado o el deleite de lo desconocido o recordado y profundo, nos lleva al placer impensado y anhelado, por muy exigentes que seamos.
En ese paseo por los alrededores, especialmente por sus hoces de los ríos Júcar y Huécar, en laborioso, paciente e incesante esfuerzo de sus aguas y que como ya he dicho en ocasiones anteriores, son el brazo y abrazo de la ciudad, se palpan rincones de gran belleza ¡Qué suerte ver la explosión de la naturaleza desde casa!
EL RECINTO ARBOLADO DEL RECREO PERAL
Uno de esos bellos rincones tan cercano a la ciudad o, mejor dicho, formando parte de ella se encuentra en la margen izquierda del río Júcar, cuando éste saluda a Cuenca, en ya más reposado caminar a la búsqueda del mar, es el Recreo Peral . Paraje donde el agua, la piedra y la vegetación se conjugan y complementan armoniosamente para ofrecer un remanso de sosiego, atrayente y placentero que, desde mucho tiempo ya, los conquenses hemos sabido usar y utilizar, mientras el lugar ha sido declarante de ocurrentes episodios como aquella corrida celebrada con el redondel de tablas sobre las aguas del Júcar, en la visita que hizo Felipe IV a Cuenca en 1642 y que atrajo a todos sus habitantes e incluso de pueblos de alrededor.
En este lugar hay un merendero con su también típico juego de "ranas"; la Fuente del Abanico, a! abrigo de leyendas de amores, celos y engaños; el recinto del juego de bolos, modalidad deportiva única y típicamente conquense, que se mantiene meritoriamente en la actualidad.
La Fuente del Abanico, componente inevitable en cualquier referencia al Recreo Peral o juego de Bolos, reflejada en esta extraordinaria postal cuya antigüedad es patente y gracias a la cual, sin duda, aumenta su encanto
No es difícil encontrar a paisanos nuestros que nos hablen de aquellos tiempos de bailes con música a fuerza de manubrio en el recinto arbolado, columpios, casetas para baños, barcas, etc.; que animaban a familias enteras que allí pasaban el día principalmente los festivos.
El "Tío Corujo", seudónimo de Julián Velasco de Toledo (tomado del célebre personaje que en 1766 se hizo el amo y señor, durante unas horas de la ciudad, llegando a formar Ayuntamiento, ayudado por los Pimientos, Zuecos, Quicos, Solbito, Cacheros, Maneles y otros, ante el motín que se originó en Cuenca, por haber aumentado el precio del pan un cuarto de libra), nos recuerda desde su periódico en 1921, este ambiente, en unos graciosos y desenfadados versos.
Playa del Júcar agreste
bajo un dosel de verdores
donde en domingo la gente
busca tregua a los calores.
Fresco rincón pintoresco,
para el espíritu grato;
larga cadena de amantes
que van a pasar el rato.
Los verdes lomos del río
hienden los remos a brazo;
bullicio de paseantes,
meriendas en el ribazo.
La Fuente del Abanico;
sedienta chiquillería;
el pontón cruzando el río;
aumenta la romería.
Mesas como en "”La Bombilla"
grandes copazos de vino,
y un rudo juego de bolos
a la vera del camino.
De la carretera llegan
del carreteo crujidos,
¡esos carros que se quejan
cómo hieren los oídos!
Hay organillo; sus notas
desoyen los bailarines
en la tarde dominguera
excitante a estos trajines.
¿Por qué las alegres chicas
son tímidas al deseo
de trenzar aquellas notas
juntas con el sexo feo?
Ya es de noche; desde la sierra
viene un fresco vientecillo.
Las gentes se van calladas
también calló el organillo".
LOS ORÍGENES DEL JUEGO DE BOLOS.
Muchas veces he pensado cuando, en mi juventud, practicaba el popular juego de bolos (era entonces bolero Sebastián) y posteriormente en mis periódicos paseos por el lugar o simplemente como curioso espectador, sobre el origen e inicio de este recinto, hoy remozado por el cemento y que, confieso que no me gusta como aquel; más tosco, con sus gruesos troncos de madera gastados por el tiempo y el golpe de las bolas de álamo o pino de la Serranía Conquense, cubiertos como ahora, de chapa y con agujeros para agarrarlas fuertemente.
Querer, a veces, es poder y éste mi curiosear por las cosas de Cuenca me ha llevado hasta los orígenes del Juego de Bolos del Recreo Peral, hasta ahora desconocido, supongo, o al menos no conozco la publicación donde se reseñe.
Existe en el archivo municipal conquense una solicitud que dice:
Felipa López Vizcaíno, viuda de Juan Olalla ASP de V Iltma con el respeto debido dice: que haviendo fallecido su marido en el mes de septiembre próximo anterior y haver dexado construido un juego de bolos a orillas del río Júcar más bajo de la ermita de San Bartholome con permiso berbal de el Caballero Corregidor don Manuel Becerril y Valero y también del Procurador Síndico en el año pasado de 1798 le es forzoso para alivio de su viudedad valerse deel, poniéndolo en arrendamiento o traspasándolo y con su producto pagar algunas deudas que contra si ha dexado el referido su marido.
En esta atención.
A V Iltma Suplica se digne concederle la licencia necesaria para que con toda libertad pueda celebrar el expresado arrendamiento y traspaso deel Juego de Bolos en la persona que tubiese por conveniente.
Favor que espera V Iltma. cuya vida guie y dilate la divina Magestad, Cuenca 8 de febrero de 1799".
Como puede observarse explica claramente el lugar de emplazamiento que coincide exactamente con el actual, así como la fecha de su ejecución en 1798. Mas si tenemos en cuenta y como referencia que la ermita de San Bartolomé, destruida por los franceses en su vandálico paso por Cuenca, a principios del siglo XIX, estaba justamente frente al Puente de los Descalzos o de Carballido, según se puede apreciar en el plano que de la ciudad hizo Mateo López, a finales del siglo XVIII, a instancias de un geógrafo en la Corte, de nombre Juan López, cuando Cuenca tenía una envejecida población y siete mil ochocientos habitantes.
Por fallecimiento pues, de Juan Olalla, un residente en Cuenca llamado José Ruiz nacido en la población manchega de Miguelturra, llevó la explotación del Juego de Bolos , abonando a la viuda del referido Olalla, desde mayo a octubre de 1799 dos reales y medio por cada día, "en remineración del trabajo que Juan havia echado'', pero el manchego no muy conforme con este pago se dirigió al Ayuntamiento en base a que no tenía la cedente "dominio, ni propiedad, y sí solo una instusión voluntaria por tocar publicamente a esta M N C la percepción de la corta renta que pueda producir", solicitando cambiar el destinatario del dinero ofertando pagar ciento sesenta reales, cantidad muy inferior, corriendo de su cuenta la plantación de algunos árboles más "sobre catorce que ya tiene puestos para hermosura del paseo".
Mucho antes de que llegaran hasta nosotros los movimientos de reivindicación femenina, ya las mujeres conquenses participaban en el Juego de Bolos, algo que modernamente hacen con escasa frecuencia. Esta deliciosa imagen fue tomada a primeros de siglo. (Foto César Huerta)
Pasando el tiempo, otros vecinos de Cuenca, solicitaron su uso que fue pasando por varios, como Juan Soriano quien en 1859 solicita "el juego de bolos titulado de la Fuente del Abanico "con la obligación por su parte de cuidar el arbolado existente desde su emplazamiento hasta el puente de Carballido o de los Descalzos, entonces de madera con dos ojos, donde debajo de uno de ellos estuvo el filtro de agua que surtía a Cuenca.
Lo cierto es que los conquenses llevamos casi doscientos años utilizando este lugar para practicar o ver este deporte tan popular y arraigado, enclavado en este singular paraje, escogido un día, ya lejano, por un sencillo hombre de Cuenca que seguramente junto a su afición, quiso añadir algún ingreso más a su precaria situación económica.
Sí está claro que el lugar elegido era y es ideal, debiendo ser visitado, especialmente en las calurosas fechas veraniegas.