Antonio Rodríguez Saiz
BENEMERITOS DE LA PATRIA: Defensores de Cuenca
Antonio Rodríguez Saiz - Marzo 2019 -
Coincidiendo con el inicio del verano en el pasado año publicaba un artículo titulado, “Al grito de ¡Libertad y Constitución!, se defiende Cuenca”, cuya lectura recomiendo por ser estas líneas consecuencia de lo expuesto en él.
Se narraban los hechos sucedidos en Cuenca desde el 29 de abril hasta el 3 de mayo del año 1823 cuando las tropas absolutistas al mando de Jorge Bessieres, figura militar agitada de vida voluble y oscura, decidía abandonar el sitio a Cuenca ante la defensa patriótica de sus moradores y por la ayuda a la población asediada que se vislumbraba en el horizonte. Mientras, en el espacio interior de la capital, se proferían gritos de libertad y vivas a la Constitución de 1812.
Me pareció oportuno e interesante relatar aquellos sucesos desgraciados ocurridos, según datos que fueron tomados como se lee en “Al grito de ¡Libertad y Constitución!, se defiende Cuenca”, de una copia que figura en el Archivo Municipal de Cuenca, fechada el 4 de mayo del año 1923, redactada por el Comandante Militar de la Provincia, Andrés Burriel de Montemayor.
Los años de la Década Ominosa (1823-33) fueron convulsos y agitados de la historia de España, cuyo conocimiento es suficientemente conocido, motivo por el que no me voy a detener en ello y sí en pretender referir el reconocimiento, años después a los defensores de Cuenca con el título de BENEMERITOS DE LA PATRIA por su sacrificio, gracias especialmente al sentimiento y parecer de los diputados constituyentes de restablecer la memoria de los defensores de la libertad estableciendo una Comisión Especial de Premios y Recompensas Nacionales.
Tiene ello su rúbrica y alumbramiento en el Decreto de las Cortes Constituyentes de 24-1-1837, que restablecía el de 4-8-1823, presidida por Joaquín María de Ferrer que sólo estuvo en el cargo el mes en que se publicó el decreto (con anterioridad también lo fue por breve tiempo). El Consejo de Ministros de España estaba presidido por José María Calatrava, ilustre liberal.
Dicho decreto “rubricado de la Real mano” por la Reina Regente y Gobernadora del Reino, María Cristina de Borbón Nápoles, cuarta y última esposa de Fernando VII que ejerció la regencia durante la minoría de edad de la hija de ambos, Isabel II. Es sabido y más en la provincia de Cuenca que la reina María Cristina estuvo casada en segundas nupcias con el apuesto y gentil guardia de corps de su escolta, Agustín Fernando Muñoz Sánchez (natural de Tarancón), después duque de Riansares. En la fecha de la publicación del decreto llevaban casados algo más de tres años; tenía dos hijas y se encontraba embarazada de su tercer hijo. Una autentica historia de amor este matrimonio morganático y secreto, que se regularizó en 1844.
Junto con la declaración de Benemeritos de la Patria y la concesión de la medalla alusiva a los hechos ocurridos principalmente los días 2 y 3 de mayo de 1823 manifiesta y hace patente el decreto una serie de actos a realizar por parte de las instituciones de Cuenca. Por ello el 11 de marzo de 1837 la Diputación Provincial de la Provincia en Pleno, acuerda el diseño de la medalla consistente en una cruz aspada, con seis brazos triangulares en esmalte de azul opaco, rematados en sus vértices con pequeñas bolitas de oro. En el centro de la medalla, en círculo, lleva la leyenda LAS CORTES GENERALES DE 1823 y en su interior BENEMERITO DE LA PATRIA. En el reverso se lee A LOS DEFENSORES DE LA LIBERTAD. CUENCA 2 Y 3 DE MAYO DE 1823. Una cinta blanca, completa la condecoración, con lista azul en el centro de la tercera parte de su ancho y un leve borde morado en sus extremos. Dos días después la Diputación Provincial informa al ayuntamiento constitucional de la ciudad sobre el acuerdo tomado para su conocimiento y la necesidad de facilitar los fondos que, según decreto, tendría que proveer. Era alcalde 1º Constitucional, Luis Piñango y Montón desde la sesión extraordinaria de 3-1-1837.
Fue diligente el ayuntamiento conquense en someter a estudio el escrito recibido pero ocurría aquello que ha sido una constante a través de la historia en la ciudad y me atrevería en asegurar que seguirá así, al menos en un futuro próximo: la carencia de recursos económicos que solamente le permitía, en ese momento, costear los diplomas y cintas a entregar en una acto solemne programado por el ayuntamiento.
Desde la Casa Consistorial se informó de la penuria económica por la que atravesaba el municipio y junto a ello en el escrito se reflejaba “gratitud con los que presentando sus valientes y nobles pechos defendiendo sus hogares inviolables defendieron la libertad de la Patria, dejaron bien puesto el honor de sus armas y el de esta Ciudad convenciendo a los viles sectarios del Despotismo, hijos de la obscuridad, de que en Cuenca se estrellarían siempre sus bruscos embates pues Cuenca no proclamó fama con menor valor que voluntad, los principios de su libertad y ventura”.
De acuerdo con el decreto de las Cortes de 24-1-1837, según su punto tercero, se formó la Junta, formada por los concejales, Clementino Saturnino de Navalón y dos diputados provinciales, cuyos nombres se ignoran. Estaba presidida por el Jefe Político de la Provincia de Cuenca, Fernando María de Rosales. Se elaboró una lista de ciudadanos conquenses o que eran acreedores a la gracia y mérito para la concesión del título de BENEMERITOS DE LA PATRIA, según las Cortes Generales de la Nación por haber participado, como se ha dicho, muy directamente en la defensa que realizó la ciudad los días 2 y 3 de mayo del citado año de 1823, de infausto recuerdo.
El número de ciudadanos que se les nombraba BENEMERITOS DE LA PATRIA fue de 152 según relación que figura en el Archivo Municipal. De ellos 82 iban a estar presentes en el solemne acto; figuraban en esta relación, Lucas Aguirre y Juárez, importante filántropo conquense y su padre de nombre Andrés.
Otros, en numero de 70 se indicaban como ausentes, sin especificar las causas, motivo por el que se procedería a remitirles el diploma a sus domicilios.
Cabe resaltar que en la relación de ausentes reconocidos igualmente como BENEMERITOS DE LA PATRIA por su participación en la defensa de la ciudad de Cuenca aparecen también ciudadanos de la provincia: Buenache de Alarcón (14), Villarejo de Fuentes (2), Villaescusa de Haro (2), Gascueña (2), El Hito (1), Navalón (1), Belmonte (1) y Molinos de Papel (1).
A la vista de estos datos se puede asegurar que no será cierto que el titulo de BENEMERITOS DE LA PATRIA “solo lo alcanzaran dos conquenses” como afirmaba Rodolfo Llopis, profesor de la Escuela Normal de Cuenca en la primera de sus dos interesantes conferencias pronunciadas el 21 y 22 de febrero de 1924 y posteriormente publicadas bajo el titulo “Las ideas de D. Lucas Aguirre”.
El ayuntamiento tomó el acuerdo para celebrar el acto de reconocimiento a quienes participaron en la defensa de la ciudad el día 7 de mayo de 1837.
Merece resaltar , favorablemente , la invitación personal remitida en nombre de la Corporación Municipal por el alcalde constitucional, Luis Piñango a quien en aquellas tristes fechas dirigió a los patriotas conquenses, Andrés Burriel de Montemayor que aceptó muy agradecido la invitación para acompañar a los ciudadanos en el recuerdo de aquellas efemérides donde hubo un terrible tiroteo entre los nacionales que defendieron la capital (desde dentro) y los facciosos situados en el arrabal, estos perturbadores de la tranquila y pacífica ciudad. Burriel entregaría al ayuntamiento para su conservación una copia detallada de los sucesos, como se ha dicho, “para que conste en todos los tiempos la bizarría de sus moradores y su decisión por las libertades Patrias”.
El acto solemne, presidido por el alcalde Piñango dio comienzo a las cuatro de la tarde del día 7 de mayo de 1837 en la Plaza Pública de la Constitución (hoy Plaza Mayor), comenzando con la lectura del decreto por parte del secretario municipal, Lorenzo García González de Santa Cruz.
En lugar destacado se encontraban el Comandante General de la Provincia de Cuenca, Intendente Provincial de Rentas Nacionales, Jefes, Oficiales, Piquetes del ejército con destino en la capital, miembros de la Milicia Nacional de las armas de infantería y caballería y empleados públicos.
Celebraba así el pueblo de Cuenca un importante acto de homenaje a los defensores de la Constitución y Libertad, a mi juicio escasamente recordado por las siguientes generaciones y que como otros yace en el desván de nuestro olvido histórico.