¿ALFONSO IX, CONQUISTADOR DE CUENCA?

Antonio Rodríguez Saiz - Junio 2019 -

 

 

Observo con natural e íntima satisfacción, desde hace un tiempo próximo, mayor interés por conocer la catedral basílica de Cuenca, no solamente por turistas que llegan a la ciudad estelífera, sino por un buen número de ciudadanos conquenses. A ello, sin duda ha contribuido muy especialmente el cabildo catedralicio dotando al principal templo diocesano, monumento nacional, de buena luminosidad, adecentamiento, limpieza, recuperación y restauración de interesantes obras de arte… todo ello unido a una eficaz permanente gestión y dedicación por parte de la dirección responsable de su adecuada conservación y mejora.

Al visitante de la catedral de Cuenca son muchas las preguntas e interrogantes que le suscita su contemplación, buen síntoma del interés que proyecta. No voy a referirme a las múltiples y reiteradas preguntas que me formulan al contemplar el majestuoso templo, desde hace décadas, en mi vocación divulgadora sobre temas conquenses, pero si voy a detenerme y hacer una excepción con una de ellas exenta de contenido artístico notable y si totalmente histórico que continuamente escucho ante la sorpresa del acompañante con deseo de saber y averiguar.

 

 

 

 

Me refiero a esta placa, con texto gótico moderno

 

Está situada en el testero o parte opuesta a la entrada de la Capilla de los Caballeros, fundada por la familia de los Albornoz. En mi opinión, la más interesante de la catedral, por su riqueza artística, suntuosidad e historia.

En una primera lectura, al menos, puede producir sorpresa e incluso parecer un permanente error histórico, mantenido y no corregido que figure en la lápida el nombre del rey Alfonso IX cuando es notorio y conocido que fue conquistada Cuenca definitivamente por Alfonso VIII, conocido por los sobrenombres de “el Bueno”, “el Noble” o “el de las Navas”.

No existe error en el texto y la explicación es muy sencilla, aunque para ello tengamos que retroceder en las historia varios siglos. Veamos

En septiembre del año 1109, la reina Dª Urraca, hija del rey Alfonso VI de Castilla y Dª Constanza de Borgoña se casa en segundas nupcias con el rey de Aragón Alfonso el Batallador, con amplio descontento en castellanos y leoneses, unión propiciada por el padre de ella para lograr la unión de los reinos de Castilla, León, Aragón y Navarra.

El rey aragonés por su matrimonio y derecho derivado de su unión pasó a titularse, Alfonso VII de Castilla y con el nombre de Alfonso VIII, según los historiadores, figuraría el hijo tenido por Dª Urraca (en su primero matrimonio) con Raimundo de Borgoña.   

   

Así, el conquistador de Cuenca, hijo del rey Sancho III, el Deseado y Dª. Blanca, hija del rey de Navarra, se denominaría Alfonso IX. De ahí la inscripción de la placa que suscita la curiosidad del visitante y deseo de saber.

Continuos y diversos conflictos entre Dª. Urraca y Alfonso el Batallador, desavenencias (rupturas y reconciliaciones), intereses varios, etc, tuvo por consecuencia el fracaso del regio matrimonio y la declaración de nulidad (1110) alegando también el parentesco de ambos, ya que eran bisnietos del rey navarro Sancho III el Mayor, con ello se altera el orden cronológico de los monarcas con nombre Alfonso, eliminando a Alfonso el Batallador, titulando como VII al hijo de Dª Urraca con Raimundo de Borgoña y VIII al conquistador de Cuenca, monarca castellano de más largo reinado, casado con Leonor de Plantagenet, feliz matrimonio durante 44 años.

Por ello, el único rey con el nombre de Alfonso IX es el hijo de Fernando II de Leon que se casó con Dª Berenguela, hija primogénita de los reyes castellanos Alfonso y Leonor.

Teniendo en cuenta antiguas crónicas y otras más recientes, parece ser que con anterioridad a esta lápida existió otra, de mayor tamaño en la catedral donde se recordaba el hecho de la conquista de Cuenca; figuraba en la misma los nombres de prelados, clérigos, caballeros y personajes importantes que acompañaron y ayudaron al rey Alfonso VIII en la toma de la ciudad.

Debió desparecer y sustituirse por la actual al realizarse las obras en el templo catedralicio en la segunda mitad del siglo XV (la más importante de las transformaciones realizadas), suprimiendo las capillas absidiales y construyendo la gran girola rodeando el presbiterio que contemplamos desde entonces. Era obispo de la diócesis el famoso, por tantos motivos, Lope de Barrientos (1445-1469), nacido en Medina del Campo, interesante figura, que merece la pena leer algunas de sus diversas biografías que sobre él se han publicado.

Y así es, sencillamente, la explicación a este curioso dato que figura en nuestra catedral. También en la Sala de los Reyes del Alcázar de Segovia se puede observar la figura de Alfonso VIII donde aparece como Alfonso IX junto a una pequeña biografía.