Antonio Rodríguez Saiz
EL SERVICIO DE AUTOBUS
CUENCA- MADRID
COMENZÓ A FUNCIONAR EN 1930
(Se reservaba un asiento gratuito para un pobre de Cuenca)
El año 1927 había sido una fecha ilusionante, no sólo para Cuenca sino también para Valencia y la capital de España.
A punto de extinguirse este año se hacía entrega al ministro de Fomento, Rafael Benjumea, conde de Guadalhorce, del proyecto definitivo de la Auto Pista Madrid-Cuenca-Valencia, considerada como la obra más importante a realizar en España por aquellos tiempos.
Buscando la línea recta se pretendía acometer la construcción de una carretera-pista para automóviles y camiones que en cuatro horas y media acercase el Grao (puerto) de Valencia a la Villa y Corte, con el claro beneficio que reportaría a estas tres provincias, según estudio ideado hacía varios años por el mirandés Alfredo G. Almilivia, no exenta de múltiples dificultades y llena de ilusiones y esperanzas. Su presupuesto sería de 125 millones de pts.
Sin duda, hubiera cambiado la historia no sólo de la ciudad de Cuenca sino de la provincia singularmente para las zonas deprimidas por donde se proyectaba su trazado.
En tono poético y triunfal el escritor enconquensado Martínez Kleiser, ante el hecho escribía:
Cuenca déjate abrazar
por Valencia y por Madrid;
ten en Madrid tu palacio
y en Valencia tu jardín,
sal alegre y victoriosa
de tu torre de marfil.
Aquel proyecto, ambicioso y realizable, se desvaneció por diversas causas y de todo ello, nos queda como recuerdo un libro de 127 páginas y el Plano General del Trazado y una ciudad de 15.549 habitantes, según censo, sumergida en su triste hado y aislamiento con el ferrocarril como el único medio de transporte público a la gran urbe madrileña, separada por 202 km por este medio.
Había, aquellos años, dos trenes según la reconocida e interesante Guía de Cuenca. En todas las llegadas a la estación de Cuenca existía un servicio de coches para transportar a los viajeros, que lo deseaban, a los hoteles Iberia y Moderno.
El tren correo hacía el trayecto Madrid-Cuenca en más de seis horas. Tenía la salida en la estación de Atocha a las 17:30 horas y llegada a Cuenca a las 23:50.
El tren mixto, en el mismo recorrido tardaba nueve horas (salida de la capital de España a las 7:10 de la mañana y llegada a las 4:00 de la tarde.
Recorridos de tan larga duración que han sido relatados por distintos personajes con todo tipo de adjetivos.
No puede causar extrañeza que la iniciativa aprobada se arriesgase a la explotación del servicio de pasajeros por carretera de este recorrido, demandado por la población.
Y, ello sucedió el sábado 26 de julio de 1930. Ese día la empresa Abalos hacía el primer recorrido con un autobús anunciando que estaba equipado “a todo lujo con cuarenta butacas cara a la marcha, calefacción, ventilación, alumbrado eléctrico abundantísimo, el mayor refinamiento y exigencia”.
Esa fecha importante de la inauguración del servicio de autobús coincidía con otro hecho distinto al referido: la celebración de la fiesta de Santa Ana a perpetuidad en Cuenca, por haber desaparecido la peste que asolaba la capital y también las fiestas en honor del apóstol Santiago llenaban jubilosas de alegría y música a la población, especialmente a los vecinos de la calle Calderón de la Barca (antes calle Juego de Pelota Viejo), con fiesta en el atrio del Hospital de Santiago, venta de “torraos” (garbanzos tostados) y sonidos armónicos, melódicos y rítmicos al aire, por la banda de música que dirigía el maestro Cabañas.
Pero volvamos al tema que nos ocupa, después de esta digresión, para indicar que el horario del autobús era el siguiente:
Salida de Cuenca: 2:45 horas de la tarde
Llegada a Madrid: 7:00 horas de la tarde
Salida de Madrid: 7:30 horas de la mañana
Llegada a Cuenca: 11:30 horas de la mañana
Como se puede advertir, el tiempo invertido en el recorrido, se reducía con respecto al empleado por el tren y era deseo de la empresa Abalos que el servicio fuese diario, dependía de los conquenses y daba a conocer que los billetes valían para cinco días, se podían utilizar para otros viajes de la empresa, en otros destinos donde realizaban sus trayectos y su publicidad no dejaba ser llamativo, que con un tipo de letra más grande anunciaba que en cada recorrido se reservaba un asiento gratuito para un pobre de Cuenca.
En Cuenca tenía su punto de salida en la plaza de Cánovas 13 (hoy plaza de la Constitución y antes plaza de San Agustín). En ese número de la plaza estaba instalado el bar Terraza; era la zona más concurrida y comercial de la capital.
En el conocido bar Terraza se daban conciertos a distintas horas del día, en su pequeño escenario. Por ejemplo, el cuarteto Mor-Sanz de violín, piano, saxofón y jazz-ban lo hacía de 2 a 4 de la tarde; de 6 a 8 (hora del vermouth), y por la noche de 9 a 12 horas.
Era frecuente, además, la actuación de cantantes y artistas calificadas de frívolas o algo más para esa época. Poco tiempo después se remodeló y cambió la propiedad de dueño.
Frente al bar Terraza había un kiosco de bebidas llevado por los mismos y coincidiendo con la época estival se colocaban mesas y sillas para los clientes que abarrotaban el espacio.
Pasado el tiempo, conocí este kiosco destinado a la venta especialmente de prensa y cuentos infantiles regentado por un andaluz mutilado de la guerra civil de apellido Romero.
El final, o principio del recorrido, según se vea, en Madrid era el café de Oriente, después se llamaría Gran Café Social de Oriente ubicado en la calle Atocha 118, esquina calle Drumen, fundado en 1887; allí estuvo la tertulia de la Generación del 27 y otras, siempre muy concurrido por escritores, pintores, escultores, políticos….
Era un café de lujo y elegante que cerró sus puertas a finales de la década de los sesenta del pasado siglo, siguió después abierto con varios negocios relacionados con la hostelería hasta el momento presente.
Ignoró el tiempo que duró este servicio de Cuenca-Madrid y cuál fue su desarrollo pero, si es bueno traer a la memoria que el poeta Federico García Lorca hizo este trayecto dos años después de su inauguración en compañía de Rafael Martínez Nadal y Carlos Morla Lynch. Este último en su libro “España con Federico García Lorca” nos narra el viaje a Cuenca con salida de la calle Atocha 118 el día 23 de marzo de 1932 a las 4 de la tarde; es presumible que con motivo de la Semana Santa la empresa Abalos hubiese ampliado o modificado los horarios.
Nos cuenta Morla Lynch que el poeta Lorca y sus dos amigos se dirigieron a Cuenca en “un mamotreto enorme, pesado, rústico, bastante maltrecho, un tanto desarticulado y lleno de parches por todos los lados” llegando a la capital ya de noche cuando la procesión de Miércoles Santo desfilaba por las calles de Cuenca; descripción que se contrapone con la propaganda que se hacía al servicio a la capital de España.
Hoy han pasado muchos años y la comunicación Cuenca-Madrid puede calificarse, en mi opinión, de muy buena, pero debe mejorarse o darse una mejor solución a la línea convencional del ferrocarril. El tiempo dirá el resultado.
Antonio Rodríguez Saiz