Antonio Rodríguez Saiz
CUENCA Y LA CAZA DE GORILAS
Antonio Rodríguez Saiz
Extraño título e incluso puede parecer sorprendente unir el nombre de Cuenca a la caza de los primates más grandes que existen en los bosques del continente africano, con peligro de extinción.
Ciertamente, reconozco, que me pareció algo inusual y rara la información que proporcionaba el teniente de alcalde y pregonero de la Semana Santa de Cuenca de aquel año Fortunato Martínez Patiño a la Corporación Municipal, en sesión plenaria, a principios del año mil novecientos cincuenta y seis, sobre la publicación en un libro titulado “La Caza en Guinea” de una lámina que representaba una escena de caza de gorilas con un pie de foto donde se leía “El crimen de Cuenca”, que no aportaba información sobre la imagen que acompañaba.
Efectivamente era verdad y así se podía ver en la página 240, lámina XXXIV editado por Espasa Calpe S.A. de Madrid el año 1.955, muy importante editorial creada en 1.925 y adquirida por el Grupo Planeta el año 1.991.
Libro muy interesante y ameno según lectores aficionados a la caza en aquellas latitudes.
Era el autor Ramón Tatay Puchol, comandante ingeniero aeronáutico director de las obras de construcción del aeropuerto internacional de Bata en Guinea continental española a quien el año 1.948 el ministro del Aire Eduardo González Gallarza encargó las obras. Según cuenta éste alto mando en el prólogo que hizo “era un bosque de cocos y terreno pantanoso convertido en un gran aeropuerto”, inaugurada la pista el 25 de enero de 1.952. En relación con el libro señalaba su "amenidad, sencillez y autenticidad libre de fantasía y un simpático sentido del humor".
El Ayuntamiento de la capital encargó un informe jurídico para estudiar la posibilidad de querellarse contra el autor por considerar injurioso lo anteriormente expuesto.
Al tener conocimiento del informe emitido decidió enviar una carta a Tatay Puchol “lamentándose del concepto ofensivo que para la Corporación suponía la lámina“ y pedir una explicación oportuna y adecuada.
La Alcaldía- Presidencia trasladó la decisión tomada con fecha 3 de febrero de 1.956 pero al no conocer la residencia del autor envió el escrito a la prestigiosa editora del libro para que por este medio se hiciera llegar a Tatay.
Sin demora contestó Espasa Calpe S.A. cinco días después. Fue leído su contenido por el secretario municipal en la sesión correspondiente al mes de febrero donde según recoge el acta ( 17 de febrero ) la editorial “manifestaba en síntesis que jamás hubo en el ánimo del autor el más mínimo deseo de ofensa sino que lo ocurrido fue que éste hizo uso de una frase común , poco acertada, y que por lo tanto sin perjuicio de hacer llegar la comunicación del Excmo. Ayuntamiento al Sr. Tatay quien sin duda también estará dispuesto a dar toda clase de explicaciones, había ordenado la sustitución de dicha lámina en los ejemplares dispuestos para venta, porque como se dice nunca existió intención de zaherir a tan noble Ciudad ,como lo es Cuenca “
En la Biblioteca Pública del Estado “Fermín Caballero” de Cuenca hay un ejemplar editado en 1.955 de “La Caza en Guinea”, sin sobrecubierta (fotografía izquierda 15x22´5 cm.) y tapa dura en color granate donde no figura la lámina XXXIV ni en ninguna de las 278 páginas del libro más un plano desplegable fuera del texto de distribución aproximada de la caza mayor realizado a varias tintas. Sí el capítulo número VII dedicado al gorila (páginas 105 al 127 inclusive), prueba evidente que la editorial cumplió con la palabra prometida a la Corporación conquense y la retiró del libro conservadas las otras treinta y cinco láminas, aunque en el índice de láminas y materias no se corrugió.
Todo lo anteriormente relatado, a juicio de un buen número de lectores, supongo que será solamente una expresión que no venía a cuento ni estaba en consonancia con la fotografía o lámina ni tampoco con el texto, y así es, pero también para otros lectores principalmente de edad avanzada, entre los que me encuentro, es algo más.
Es recordar las veces que tuvimos que escuchar y soportar cuando viajábamos fuera de nuestros límites geográficos y nos preguntaban de dónde éramos y al responder que nacido en Cuenca escuchábamos, “¡Ah, Cuenca la provincia del crimen!” y no me refiero a un corto espacio de tiempo, sino que la cantinela o repetición molesta y fastidiosa se estuvo repitiendo gran parte del siglo XX.
Era una referencia al suceso ocurrido en la localidad alcarreña de Albalate de las Nogueras la noche del 8 al 9 de marzo del año 1.893 donde fueron asesinados una mujer y cuatro hijos. Después serían famosas las Coplas sobre el crimen divulgado por plazas y calles españolas, cuyo autor fue el humorista y escritor conquense Luis Esteso y López de Haro (n. San Clemente), “El rey de la risa y el hambre”, aunque fuentes autorizadas indican que el inventor fue un hermano suyo de nombre Camilo, guarnicionero de profesión dotado de gran memoria e inventiva.
Crímenes de este tipo, desgraciadamente, suceden en todos los sitios y lugares del mundo.
A propósito de la famosa frase, tan repetida, en el verano del año 1.957 el joven conquense José Luis Coll, después famoso humorista y escritor, escribía en el periódico Ofensiva, donde lo hacía habitualmente un artículo titulado “La Casa del Crimen “y se hacía la pregunta de “¿Por qué no adoptar, entonces, una postura irónica, despectiva, incluso socarrona, humorística y a la vez elegante, ante la estupidez ajena? Démosle una vuelta a la cuestión. No nos enfademos-por fuera- sonriamos “no neguemos el crimen” y tengamos la Casa del Crimen en Cuenca”. Coll llegó a sugerir que fuera dotada con recuerdos y signos inventados,
La idea tuvo eco en la ciudad con polémica a favor y en contra, incluso señalándose su ubicación en diferentes sitios: Casa de la Sirena, Casas Colgadas, Casa de las Rejas y Casa Honda
Con el título de “El crimen de Cuenca”, se publicó el año 1.932 un libro del periodista y escritor Alicio Garcitoral, gobernador civil de la provincia de Cuenca al comienzo de la II República (26-8-1931 al 18-1-1932). Nada tiene que ver con el crimen de Cuenca sino con el caciquismo de la época y las condiciones políticas, culturales y sociales.
En 1.981 se proyectaba en España, con gran éxito, la película dirigida por Pilar Miró, “El crimen de Cuenca “, estuvo secuestrada sin poder ser estrenada casi dos años. Un supuesto crimen ocurrido el 21 de agosto de 1.910 en Osa de la Vega que nunca existió y sí un gravísimo error judicial por el que dos inocentes fueron torturados y condenados, cumplieron condena de cárcel durante doce años.
También el escritor oscense Ramón J. Sender, basado en este crimen inexistente, publicó (1939) la novela “El lugar del hombre”, asunto que conocía por haber sido enviado por el importante periódico “El Sol” el año 1.926 al pueblo, cuando era redactor y corrector, para hacer una crónica sobre los acontecimientos.
Volviendo al principio y recordando aquellos años cincuenta del siglo pasado, no me causa ninguna impresión de sorpresa el acuerdo municipal tomado, aunque desde la lejanía del tiempo pueda parecerlo, sencillamente porque aquella corporación que presidía el alcalde Jesús Moya Gómez estaba realizando una importante mejora en la capital conquense en todos los órdenes, tan necesitada de ello.
Recordar o leer las actas municipales durante la gestión del alcalde Moya Gómez, al margen de valoraciones políticas, por la cantidad de obras realizadas y el impulso cultural, producen una sensación de agrado, era cierto entonces que “Cada año que transcurre, nuestra ciudad gana fama y cunde mucho en el conocimiento de españoles y extranjeros “
Junio 2024