EL PUENTE DEL CHANTRE HA CUMPLIDO CIEN AÑOS

CIUDAD DE CUENCA Nº 89 JULIO-AGOSTO-SEPTIEMBRE 1987 Fotos: RAMON HERRAIZ

 

La utilidad de los puentes es manifiesta y lo sigue siendo incluso cuando aparentemente han dejado de servir para facilitar el paso de personas, animales y vehículos. El puente del Chantre hace tiempo que dejó de ser imprescindible para comunicar la ciudad con su Sierra, pero sigue teniendo esencial importancia el mantenimiento en condiciones de este hito paisajísti­co.

 

San Julián

 

Los ríos son manantiales de vida y han tenido siempre una considerable importancia, especialmente, para aquellos lugares por donde discurren y avanzan sus aguas. Actúan sobre el paisaje, hacen de vías de comunicación, proporcionan agua, pesca, materiales para la construcción, energía eléctrica y un largo etc. Por ello las grandes civilizaciones de la antigüedad, China, India, Mesopotamia, Egipto y otras surgieron y tuvieron gran esplendor y magnificencia junto a los grandes cursos fluviales. Unamuno, gran escritor daba a los ríos la importancia de los seres vivos, considerando a sus aguas "conciencia del paisaje".

El río Júcar que da nombre a la principal cuenca de la provincia, sirvió durante mucho tiempo para transporte y acarreo de maderas arrastradas por sus aguas, hasta Cuenca, cobijando y albergando a su paso lavaderos de lana especialmente desde el tramo de Villalba de la Sierra a la capital, aunque José de Villaviciosa, en su única obra, "La Mosquea" decía en 1615:

Tiene la fama de lavar la lana el Júcar

más la verdad nos certifica

Que suele el Moscas

arrancar las sacas y no deja,

por donde pasa, estacas".

Para salvar las dificultades que ofrecen los ríos se construyen a su paso puentes que hacen más fácil la comunicación y evitan obstáculos. El Júcar, como todos, es cruzado por multitud de ellos, a lo largo de su recorrido que inicia en Ojuelos de Valdeminguete en terreno Jurásico, allá en Tragacete hasta que llega al Mediterráneo, pasando por las provincias de Cuenca, Albacete y Valencia.

 

UN CHANTRE EJEMPLAR

Uno de los puentes más antiguos instalado sobre las aguas del Júcar es el denominado Chantre, no Tranche como equivocadamente suele oírse con cierta frecuencia.

Está situado en un bonito paraje cercano ya a la capital, muy concurrido, especialmente en la época veraniega, aunque en todas las estaciones del año, el lugar de su emplazamiento y el recorrido hasta llegar a su presencia nos ofrece, sin duda, un paisaje bello que invita a pasear por sus alrededores para sumergirnos en un mundo de sosiego y tranquilidad.

El primitivo puente del Chantre sobre el río Júcar se construyó en el siglo XV a costa e iniciativa de Ñuño Álvarez Osorio, doctor en Derecho, nacido en Fuente Encalada, dentro del territorio gallego, quien vivió la mayor parte de su vida en Cuenca, como Chantre (de ahí el nombre), dignidad de la Catedral a cuyo cargo estaba el buen gobierno del coro.

Se encuentra la figura y personalidad de este canónigo dentro de la nómina de personajes que extendieron su esfuerzo, economía y trabajo en mayor dimensión de lo habitual y, ello en beneficio de Cuenca. Junto con la construcción del puente que lleva el nombre de su cargo en la catedral, costeó la edificación de la ermita de San Cristóbal, en el cerro de este nombre, una de las dieciocho que había fuera del casco de la ciudad; llevó a efecto la fundación del convento de las religiosas benedictinas y la capilla de San Miguel en la catedral, hoy desaparecida, donde existió hasta el hundimiento de la torre del Giraldo o de las Campanas en 1902 un retrato suyo. Aún puede anotarse, también, en su humanitaria labor, el sostenimiento y crianza de niños expósitos con el producto de sus rentas.

A lo largo de cinco siglos se ha mantenido y continúa el recuerdo y la memoria del Chantre Álvarez Osorio no sólo por la obra del puente, sino que se ha extendido para denominar a todo el paraje que lo rodea.

Sucesivos arreglos y reedificaciones, como consecuencia del uso del mismo y de factores climatológicos han hecho que siga prestando un buen servicio a los ciudadanos por su ideal emplazamiento.

 

 

EL PUENTE, UNA OBRA DECIMONÓNICA Y MUNICIPAL

 

El lamentable estado en que se encontraba a finales de la pasada centuria y la necesidad que había de su uso, hizo que el año 1881 se nombrase una comisión dentro de la propia corporación municipal para hacer público un informe sobre su estado. Y, así, podemos leer que "El llamado puente del Chantre era en su origen un arco de medio punto de dieciocho metros de diámetro y cuyo arranque se hallaba a unos trescientos cincuenta metros del nivel actual de las aguas. Roto el puente, las dovelas cayeron al río y quedaron sólo algunas especialmente en el estribo siguiendo sostenidas por la adherencia de los materiales, pero los estribos, los unos en ala y los que daban acceso al puente sólo necesitan recomposiciones pudiendo servir para uno nuevo. La rasante del antiguo se halla según los restos del empedrado que conserva en la entrada a una altura de cinco setenta y cinco sobre el nivel actual de las aguas y como ésta en las avenidas extraordinarias del último invierno no han pasado de los tres cincuenta o cuatro metros, a lo más resulta que aceptando aún la mera rasante indicada excedemos en uno setenta y cinco en la altura de las avenidas y como la luz del puente es de diez y ocho metros, aún queda un vano de treinta metros cuadrados que hubiera de llenar el agua antes de tocar el puente y así para mayor seguridad aún se quiere levantar más los estribos es muy fácil y barato hacerlo".

Siendo conscientes de la importancia que tenía el puente no sólo para los ciudadanos de la capital sino para los habitantes de muchos pueblos de la Serranía conquense, con anterioridad, en 1874, se habían reunido en la vecina localidad de Mariana los alcaldes de ese lugar, Valdecabras, Villalba, Portilla, Zarzuela, Sotos, Collados, Torrecilla, Ribatajada, y Ribatajadilla para tratar de solucionar el problema de rehabilitación del puente del Chantre, indicándoles el Ayuntamiento de Cuenca que coadyuvasen al pago de la obra con mil quinientas pesetas entre todos los municipios, cantidad a repartir proporcionalmente.

Así transcurrieron tres años, en que se elaboró un listado de veintisiete pueblos que se verían beneficiados por la obra propuesta. Muy pocos, ciertamente, fueron los que abonaron la cantidad estipulada con anterioridad, por lo que el cruce del río Júcar se continuó haciendo con gran dificultad y riesgo para las muchas personas que por allí transitaban.

En esta situación se llegó al año 1879 cambiando el parecer e intentando sustituir el proyecto sobre el puente del Chantre con la ejecución de un camino vecinal que solucionase el problema de acceso a la ciudad para los pueblos de la Sierra.

Verdaderamente esta segunda propuesta e idea tampoco tuvo fortuna, contestando sólo los alcaldes de Fresneda de la Sierra y Las Majadas comprometiéndose a pagar sesenta y seis pesetas y setenta y cinco respectivamente.

Mientras, la necesidad del paso del Júcar era cada vez más apremiante, ya que seguía utilizándose un vado que en plena época veraniega tenía medio metro de profundidad con el fondo del río nada firme, llevando a la comisión encargada de proponer el mejor medio para facilitar el tránsito por la Hoz a reflejar en el escrito "que en las breves horas que la comisión estuvo en las inmediaciones del vado lo cruzaron más de cien personas a pie unas y a caballo otras. No es pues sólo cuestión de conveniencia facilitar ese paso: lo es verdaderamente de humanidad pues no debemos consentir que los que tienen que seguir ese camino arriesguen su vida como en temporadas lo hacen y esto en las puertas de Cuenca".

El ayuntamiento que presidía Joaquín María Girón y Font se inclinó por la rehabilitación del puente, según sugería la comisión, aprobándose así en sesión municipal el veintinueve de agosto de ese mismo año; dos días después de haber tenido que suspenderse el pleno por la incomparecencia de todos los concejales sin excepción. Elocuente ejemplo de la negligencia y desinterés ante los problemas generales por parte de los representantes municipales, hecho que ha ocurrido en bastantes ocasiones (afortunadamente aquello ya pasó), como puede comprobarse en libros de actas que figuran en el Archivo Municipal. No es extraño que varios lustros después y ante hechos parecidos se pudiese leer en un periódico conquense de la época esta coplilla:

"Si los ediles de Cuenca

tuvieran capacidad

marcharíanse a sus casas

por amor a la ciudad.

Pero el presupuesto

les da que pensar

y es muy doloroso

no mangonear"

 

EL PUENTE HA CUMPLIDO YA CIEN AÑOS

 

Lento fue el proceso para ver la obra iniciada y más aún teniendo en consideración que el proyecto de Juan José Trigueros, ayudante de Obras Públicas que fue de Cuenca, lo había realizado en 1860, cuando trabajaba en esta ciudad, es decir veintidós años antes de su aprobación ocurrida el 21 de enero de 1882, dato que claramente es indicativo del tiempo que se estuvo pensando en su construcción pero sin llevar a efecto la solución proyectada para tan imperiosa necesidad.

Tuvo lugar la subasta pública de las obras del puente y avenidas, después de su publicación en el Boletín Oficial de la Provincia y ser anunciado en los lugares de la capital que había por costumbre, en las Casas Consistoriales el 17 de junio de 1882, adjudicándose la obra al contratista y vecino de Cuenca Vidal Álvarez en 17.295 pts. por ser la oferta más ventajosa entre las postuladas y con una rebaja de 325 pts., teniéndose que sujetar al presupuesto, plano y proyecto.

El último día de junio se iniciaron las obras de replanteo, observándose ya en ese momento un error de orientación. El puente quedó terminado el cinco de marzo de 1883.

No terminaron aquí las vicisitudes de la obra, pues como se habían observado errores, principalmente de cálculo, en el proyecto, al apreciar el número de unidades de obra y en el cálculo de la partida para cimbra, así como en medios auxiliares, solicitó el contratista Álvarez que se le abonase la diferencia entre lo especificado en el proyecto y lo realizado, contando a su favor con el beneplácito del arquitecto municipal e ingeniero provincial que dieron la razón al contratista. Como ejemplo cabe reseñar que debía hacerse, según figuraba en proyecto, un desmonte en roca dura de 18,20 metros cúbicos cuando lo realizado fue de 237,20; en mampostería para muros de contención de 294,15 metros cúbicos calculados se pasó a 729,93 y para cimbras y medios auxiliares de 4.372,12 pesetas a 5.480,13 pesetas en liquidación pericial. Todo ello llevó a un litigio entre constructor y Ayuntamiento durante bastante tiempo con intervención del gobernador civil, regidores síndicos y los tribunales por reclamación de 23.769,29 pesetas que fue el precio total de la liquidación practicada. Coincidía todo este largo proceso con la visita que en 1883 realizó a Cuenca el monarca Alfonso XII, para la inauguración de la línea del ferrocarril Aranjuez-Cuenca, ejecución tardía con respecto al resto de España, perdiendo otra vez la provincia de Cuenca, valga la expresión "el tren del progreso". Contrastan los problemas del pago al contratista del puente del Chantre con los extraordinarios gastos que se hicieron en la capital con la visita oficial del rey: 150.000 pesetas se fueron en representaciones, estancias de acompañantes, festejos y otros, aunque en honor a la verdad la mitad de esa cantidad se gastó en obras de calles y edificios de Cuenca. Pese a todo hubo que hacer en el Ensanche de Buenache de la Sierra una corta de 20.000 pinos para recaudar los treinta mil duros.

El tiempo pasa inexorablemente y aquella obra del puente, con piedras de sillería sacadas de las canteras de la Hoz del Júcar, Arroyo de Bonilla o Boca de la Hoz, fue un alivio, principalmente para nuestros serranos que lo siguieron utilizando durante mucho tiempo, hasta que nuevas épocas y adelantos cambiaron las formas de vida y el puente del Chantre, aquél cuyo nombre recuerda a un personaje excelente, que vivió más de treinta años entre nosotros, dejó de cumplir su principal misión, pero no totalmente, porque son muchas las personas que se benefician de sus servicios, especialmente excursionistas, pescadores, amantes de la naturaleza, que conocedores del marco atrayente que lo circunda, utilizan su servicio.

Al tiempo, no dudo que serán muchos los que piensen al contemplarlo que necesita una urgente reparación -tengo fe en ello-, pues su estado hoy es francamente lastimoso y encierra un claro peligro para aquellos que lo cruzan. Los conos truncados protectores están rotos y caídos a ambas márgenes del río y los que se mantienen en pie presentan un mal estado de sustentación, igual que el piso. El pretil se cae por momentos e incluso faltan más de dos metros y está a punto de desprenderse y caer al fondo la piedra que contiene la inscripción recordando que fue

"Construido

por el

Excmo. Ayuntamiento de Cuenca

1882"

 

El puente del Chantre pide a gritos su urgente arreglo. ¿Serán oídos sus lamentos?

 

… y al comenzar el año 2016, el puente del Chantre, sigue gritando sin ser oído y en peor estado

Fotos del autor

 

Antonio Rodríguez Saiz