Antonio Rodríguez Saiz
RECREO INFANTIL EN EL PARQUE DE SANTA ANA
Antonio Rodríguez Saiz
Los espacios verdes en las ciudades son provechosos y necesarios, vinculan a los medios urbanos y acercan, esos pulmones verdes, con la Naturaleza.
Son los parques y jardines excelentes lugares de esparcimiento para el goce y disfrute e incluido fuentes de salud para personas de todas las edades y condición. Un atractivo espectáculo visual de sensaciones agradables desde la niñez a la edad madura, modificado según las estaciones o tiempos en que se divide el año.
Cuando la población de Cuenca era de 18.794 habitantes (año 1934) tenía cinco jardines públicos. El más antiguo situado en el Palacio de la Diputación Provincial de 7.985 m2 de extensión en la actualidad, con su kiosco de música conciertos a cargo de la banda provincial dirigida por el maestro, Nicolás Cabañas. Ha sido modificado en varias ocasiones, a través de los años este jardín, siempre muy celosamente cuidado, combinación de jardín clásico (o francés) y jardín inglés con algunos árboles centenarios y esculturas, destaca la dedicada al rey Alfonso VIII, obra del pintor y escultor conquense Miguel Zapata.
En la hoy llamada Plaza de la Constitución (aún continúa siendo conocida y nombrada por Plaza de Cánovas) existía un pequeño jardín donde estuvo la escultura del Pastor de las Huesas del Vasallo (ahora junto al Puente de San Pablo) del laureado escultor Luis Marco Pérez (n. Fuentelespino de Moya). Este lugar encrucijada de calles, entonces de gran actividad es hoy un infeliz recuerdo por la desfiguración total y lamentable que ha sufrido, salta a la vista.
El más emblemático era (sigue siendo) el Parque de San Julián, así llamado desde 1943 y hasta esa fecha se conoció por Parque de Canalejas con su kiosco de música y en sus bajos la Biblioteca Popular “Fray Luis de León (inaugurada en 1928) por iniciativa del concejal, D. José Niño Astudillo catedrático y director en la Escuela Normal de Magisterio por quien siempre declaro mi gratitud y respeto, él guió mi interés por la historia y temas conquenses.
En la Guía de Cuenca de Cesar González Ruano se lee que “El Parque por tener para todos un recuerdo y por ser motivo de evocación tiene una particular manera de estar y de ser, tiene, en suma, vida”.
Perdura el jardín, cercano a la iglesia de El Salvador, bien rehabilitado, rodeado por cuatro pequeñas calles: Cesáreo Olivares, Solera, Capellán Moreno y Caballeros. Aquí estuvo a finales del siglo XIX y principios de siguiente, el primer mercado municipal de Cuenca. Es un jardín poco concurrido probablemente a causa del lugar donde está situado
Aún existe el jardincillo de la pequeña Plaza de la Hispanidad que en tiempos de II República se llamó Plaza del Capitán Galán, en su principio, Infanta Paz que lo inauguró y en época más reciente, Generalísimo. Un ejemplo típico de los vaivenes políticos.
Es un recinto cerrado, no accesible a personas que tiene en su parte central colocada la estatua (1926), obra de Marco Pérez dedicada en homenaje y recuerdo a los soldados de la provincia de Cuenca que murieron en la Guerra de África.
De forma breve me referiré a que, en la dictadura de Primo de Rivera, se proyectó por el Ayuntamiento el denominado Parque de Conversa (1927), en honor de quien era su alcalde, en el pasaje conocido por “El Sargal” a orillas del río Júcar, pero con el advenimiento de la República desapareció el interés de su realización por parte de los nuevos regidores municipales.
En la Plaza de Mangana también se pensó hacer un jardincillo que sólo fue un deseo.
En el terreno que adquirió la Diputación Provincial con una extensión de 22.500 m2 conocido por Vivero Central, ideado para investigaciones principalmente agrícolas, se pensó dedicar un espacio para parque, conocido por el nombre de Santa Ana (o “El Vivero”) que llegaría a ser el más grande de la capital, muy agradable y atractivo aliciente con exuberante vegetación que ha sabido conservar.
Era alcalde de Cuenca, en su primer mandato y tercero de los regidores desde la llegada de la República el industrial, Alfredo García Ramos cuando el Ayuntamiento a principios del año 1934 encargó un proyecto de recreo para niños ahí, redactado por el arquitecto municipal interino, Antonio Carmona Niño. Debió ser Cuenca su primer destino profesional después de terminada la carrera en 1932 y durante un período de tiempo breve pues un año después es nombrado el arquitecto zaragozano, profesor Auxiliar en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid y luego catedrático de Construcción Arquitectónica en el mismo centro. Un ejemplo más, sin duda, de aquello que me he referido en ocasiones sobre la atracción que ofrecen las ciudades próximas a la capital de España muy apetecidos por nuevos funcionarios y empleados públicos para no perder contactos, influencias, recursos, oportunidades, etc. que Madrid ofrece, o al menos antes, en espera del retorno más o menos prolongada.
Un buen número de ellos serían posteriormente figuras importantes en su ámbito profesional.
Aquel proyecto y presupuesto por importe de 7.458 pts, solicitado fue entregado por el arquitecto, Cámara el 26 de febrero de 1934 y aprobado ese mismo día para su ejecución por la Corporación Municipal que consideró necesario para llevarse a efecto trasplantar algunos árboles existentes en esa zona de forma rápida por ser la fecha adecuada y favorable para ello y así fue considerado por la Comisión de Fomento y Obras.
Fue diligente, rápido en la obra el Ayuntamiento capitalino porque estuvieron funcionando las instalaciones destinadas para recreo infantil ese mismo año durante los meses más calurosos dotados de piscina, fuente, bancos, columpios, toboganes y una caseta para a biblioteca con el fin de favorecer la lectura muy valorada por la República. Vaya como ejemplo de esta afirmación el párrafo tomado de una circular de aquel tiempo firmada por Valentín Aranda, inspector-jefe de Enseñanza Primaria que decía: “Queremos inundar los pueblos de libros y aficionar a los hombres a su compañía grata y habituándoles de niños al coloquio calmado y amoroso de sus páginas deleitosas”.
Casi un siglo después la ciudad, en consonancia con su crecimiento ha visto ampliado el número de parques, espacios y zonas verdes: Parque de la Trinidad, Parque de los Moralejos, Parque de Europa, Parque Dos Ríos, Parque de San Fernando, Parque del Huécar, Parque de los Príncipes, y alguno más que seguramente podrá añadir el lector.
Abril 2022