Antonio Rodríguez Saiz
Al cumplirse cada año el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, máximo e insigne representante de las letras españolas, ocurrida el 23 de abril de 1616, renovamos nuestro recuerdo hacia este singular personaje que pasó de las armas a la pluma, envuelto en una existencia colmada de infortunios, adversidades, desagravios y engaños. En esa fecha, el ilustre autor del Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha y múltiples obras de teatro, entremeses, novelas y poesías dejaba su vida terrena para dar comienzo a su inmortalidad como escritor.
En el entorno de Cervantes encontramos varias personas conquenses o que en esta ciudad residieron y con las que el escritor tuvo relación, amistad o parentesco. Podríamos citar, entre otros casos, por ejemplo a Luis de Molina, hijo de Pedro de Molina y María Valenzuela, nacido en Cuenca el último tercio del siglo XVI y que estuvo casado con Isabel de Cervantes, hija natural y única del célebre autor del Quijote, fruto de los amores de éste, cuyos caracteres no son muy conocidos, con Ana Franca de Rojas, esposa que era de un autor de comedias llamado Alonso Rodríguez.
Durante los duros años que Cervantes estuvo en Argel al ser apresado, junto con su hermano Rodrigo, de regreso a España -t(en la galera Sol, que oscurecía / mi ventura sin luz a pesar mío"- debido al alto precio que el arráez Dali Mamí, alias "El Cojo", puso para su rescate, conoció a Miguel de Molina también cautivo y no es desacertado, quizás, deducir que por esta línea debió llegar el conocimiento de su sobrino Luis, posteriormente, yerno de Cervantes.
Tres años hacía que Miguel de Cervantes había publicado la primera parte del Quijote en la imprenta de la calle Atocha de Madrid, propiedad de Juan de la Cuesta cuando se casaron Luis de Molina e Isabel el día 8 de septiembre de 1.608, en la parroquia de San Luis de Madrid. Hacía algún tiempo que Cervantes había regresado de su estancia en Valladolid, donde estableció su domicilio al trasladar la Corte en 1601 el rey Felipe III y tuvo lugar el triste episodio que dio con Cervantes en la cárcel, con motivo de haber sido herido Gaspar de Ezpeleta, en la puerta de la vivienda del escritor, siendo acusadas su hermana Magdalena y su hija Isabel de mantener relaciones amorosas con el mencionado caballero.
La hija de Cervantes, antes de contraer matrimonio con el conquense Luis de Molina, había estado casada y tenía una hija de unos ocho meses de su primer esposo Diego Sanz del Águila.
Gracias a la publicación de Pérez Pastor titulada Documentos Cervantinos, posteriormente reproducidos por R. Sanchíz en 1915, en un meritorio trabajo que debería volver a ver la luz, se demuestra, sin discusión, la naturaleza conquense de Luis de Molina, así como otros muchos datos de interés y distintos avatares, por donde transcurrió la existencia de la hija y yerno de Cervantes.
Pocos días antes del casamiento, apadrinado por Cervantes y Catalina de Salazar, se formalizó en presencia del escribano de la capital de España Luis de Velasco, la escritura de las capitulaciones "para el matrimonio de doña Isabel de Cervantes Saavedra, hija legítima de Miguel de Cervantes Saavedra con don Luis de Molina, vecino de Cuenca", por el que se concede entregar a nuestro paisano dos mil ducados que se debían hacer efectivos en tres años y de cuya cantidad salió fiador y cumplidor principal Juan de Urbina, secretario del príncipe de Saboya, quien pasado ese tiempo sin haber cumplido lo pactado tuvo que abonar el importe de la dote, figurando en la carta de pago y recibo fechado el día de San Miguel de 1611, que Luis de Molina era de Cuenca.
Durante parte de su vida el conquense tuvo varios pleitos con su fiador, por otros motivos, y hasta en su testamento pide que se continué uno sobre la propiedad de una casa en Madrid.No debió ser un matrimonio colmado de felicidad y vacío de apuros, pero como dice el insigne escritor al final de su entremés El juez de los divorcios "más vale el peor concierto / que no el divorcio mejor".
Parece que nuestro paisano Molina no fue un buen administrador, aunque alguna vez, según consta en los documentos citados, figura como agente de negocios, haciéndolo otras como escribano. De ello se lamentó en alguna ocasión la hija de Cervantes e incluso en el testamento que ella hace, sin conocimiento del marido, el 4 de junio de 1631 expresa que le había gastado más de la mitad de la dote; pero aún así le deja doscientos ducados y otros pequeños bienes, aunque ella sobrevivió a su esposo veinte años.
Por el contrario, Luis de Molina en el suyo, la declara heredera universal y que se haga la voluntad de ella.
Murió el yerno de Cervantes el día 23 de enero de 1632 en la calle de San Luis de Madrid.
Antonio Rodríguez Saiz