LA CATEDRAL DE CUENCA DECLARADA MONUMENTO NACIONAL (23 de agosto de 1902)

Antonio Rodríguez Sáiz - Cuenca, Abril 2017


Una de las fechas más tristes de la historia de Cuenca es el 13 de abril de 1902, cuando se produjo el hundimiento de la catedral de la torre de las Campanas o del Giraldo, llamada así porque en su veleta de madera estaba la figura del conquistador Alfonso VIII sujetando con su mano izquierda el pendón de Castilla y en su derecha la espada.

Sobre el lamentable suceso del hundimiento de la torre y sus víctimas aquel nefasto domingo hemos escrito en múltiples ocasiones detallando aquella desgracia de forma pormenorizada, siguiendo la mayoría a la prensa de la época sin olvidar los relatos de los mayores (como es mi caso), que vivieron el suceso y los marcaron de forma indeleble en su retina.

Por ello me evita reincidir en la catástrofe y me limito a una consecuencia posterior.

Era, hasta ese momento, la Santa Iglesia Catedral Basílica de Cuenca un templo desconocido que permanecía olvidada en el mundo del arte teniendo que producirse la catástrofe para que, a raíz de ello, comenzase a ser conocida y valorada.

Tiene la Catedral conquense título de Basílica concedido en 1849, coincidente con la consagración del obispo Fermín Sánchez Artesero. Este título llevaba consigo todas las gracias que tenían las Basílicas de Roma.

Esta vez, sí que puede decirse, que hubo celeridad y diligencia por parte de las autoridades y personajes de la cultura de Cuenca, para solicitar la declaración del primer templo de la Diócesis con categoría de Monumento Nacional, iniciándose la preparación para su declaración en la primera sesión extraordinaria celebrada el 7 de mayo de 1902 en el Gobierno Civil de la provincia presidida por la primera autoridad Fidel Gurrea y asistencia del presidente de la Diputación Nicolás Díaz Parrilla; alcalde Arturo Ballesteros Rubio; director del Instituto General y Técnico, Jaime Fernández Castañeda (académico correspondiente de la Real de la Historia); Rogelio Sanchís Catalan, archivero y escritor; Luis López de Arce, arquitecto provincial, autor del proyecto – entre otros – de la ecléctica torre de la iglesia de El Salvador; Ramón Torres Carretero, catedrático del instituto y académico correspondiente de la Real de San Fernando; José María Sánchez Vera, fiscal; Leopoldo Pedreira Táibo, catedrático de Geografía e Historia del Instituto conquense durante siete años y Felipe Cuesta que actuaba de secretario.

El académico y profesor Pedreira Táibo dio lectura a su informe elaborado a petición del obispo Sangüesa con el fin de enviarlo al ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Álvaro Figueroa y Sotomayor, conde de Romanones para la declaración de la catedral de Cuenca con categoría de Monumento Nacional.

A grandes rasgos se describen las bellezas artísticas de la Catedral Basílica  y su valor histórico para que se incoe el preceptivo informe. Todos los asistentes lo aprueban y expresan el deseo para que se remita lo más rápido posible. Es de resaltar que los datos para elaborar el mencionado informe fueron facilitados por Juan Giménez Aguilar que posteriormente seria vocal de la Comisión.

El conde de Romanones considerando lo justo de la petición y argumentos expresados en el documento remitido, ordena trámite de urgencia al expediente que se abría.

Los informes emitidos para llegar a la feliz decisión que se deseaba fueron elaborados por las Reales Academias de la Historia  de Bellas Artes de San Fernando.

Para la confección del informe, previo a la declaración de Monumento Nacional en favor de la catedral de Cuenca por parte de la Academia de la Historia, fue designado con fecha de 30 de mayo de 1902 Juan Catalina García, académico de número. Se daba la feliz circunstancia este académico era conquense, nacido en la pequeña localidad alcarreña de Salmeroncillos de abajo, aunque su carrera y trabajos fueron principalmente realizados en Guadalajara, donde sería el Cronista Oficial de la provincia.

Sorprende que el informe manuscrito de Catalina llevase fecha 12 de mayo de 1902, es decir antes de ser designado por la Academia para su confección, ello induce a pensar que con anterioridad ya se había puesto a su estudio y así agilizar al máximo los trámites para la declaración.

Como el título “La catedral de Cuenca” apareció después en el Boletín de la Real Academia el año 1902, tomo 41, paginas 469-471.

Describe Catalina en su estudio de la catedral las maravillas y magnificencias de sus trazas, adornos y “por venir su origen de la época más curiosa y menos conocida de nuestra historia arquitectónica, es decir de aquel tiempo en que aparece manifiesta e interesantísima la transición del estilo románico al ojival…”. Concluye el informe considerando “justísima y urgente la declaración de Monumento Nacional de aquella Santa Iglesia a fin de que se prevengan sin tardanza las medidas oportunas contra los peligros que la amenazan y se provean a salvar unos de los monumentos más egregios y de más alta representación histórica que todavía conservamos”.

Fue remitido al subsecretario del Ministerio de Instrucción Publica y Bellas Artes, cuyo titular era Federico Requejo Avedilla (conocido en su tierra por su capacidad de influencia por “el amo de Zamora”).

El informe de la Real Academia de Bellas Artes que dirigía Elías Martin Riesco y era secretario, Simón Arias, era más amplio que el de la Academia de la Historia. En el nada más iniciado el escrito ya se decanta, a favor de la petición: “poco necesitaría – se lee – decir este cuerpo artístico para demostrar la justicia de la petición, pues tan evidente el mérito y la importancia de aquel templo que bastara su sola exposición como razonamiento. Es la catedral de Cuenca al par que uno de los más interesantes monumentos que de la arquitectura de la Edad Media se conservan en España, un verdadero museo en el que todas las épocas, desde su fundación han dejado vivas e interesantes manifestaciones del arte”.

Con algunos errores y tópicos que con frecuencia se repetían hasta tiempos recientes (lugar de nacimiento del obispo San Julián, consagración de la catedral por el arzobispo Jiménez de Rada, estilo anglonormando) pero que no empaña el informe muy favorable, que concluye que el templo no solo es “digno de ser declarado Monumento Nacional, sino que por su conservación se haga cuanto el estado del erario público permita”.

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando según acta de su sesión de fecha 7 de julio de 1902 aprueba en el punto cuarto el dictamen donde “El señor Velázquez se lamentó de la premura con que para cumplimentar el acuerdo de la Academia ha tenido que hacer el informe relativo a la declaración de Monumento Nacional de la Catedral de Cuenca de cuyo informe dio lectura, siendo aprobado por la Academia”. El autor del informe fue el académico y arquitecto, Ricardo Velázquez Bosco.

Mérito tiene que desde la constitución de la comisión de monumentos históricos y artísticos de la provincia de Cuenca hasta la declaración de Monumento Nacional solo hayan transcurridos menos de tres meses y en época veraniega. Cuando se quiere y se tiene interés se salvan los obstáculos, este es un ejemplo nítido de ello, donde debe apreciarse la gran cantidad de personajes conquenses que intervinieron en la consecución del notable deseo, motivado por la siempre recordada tragedia.

Así vemos en la Gaceta de Madrid el texto firmado por el conde de Romanones con fecha de 23 de agosto de 1902.

A continuación de esta Real Orden figuran los informes mencionados de la Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando.

Cuenca la “Conchae Alphonsipoli” ya tenía su primer templo declarado Monumento Nacional y concluido el tiempo vacacional se reunión la Comisión Conquense el 7 de octubre de 1902, esta vez presidida por el nuevo gobernador civil de la provincia, Salvador Naranjo y el secretario, Rogelio Sanchíz por ser el más joven, con solo dos puntos en el orden del día. En el primero por este orden, da las gracia al ministro de Instrucción Publica y Bellas Artes conde de Romanones; secretarios perpetuos de las dos Reales Academias que emitieron los informes fundados y muy favorables; a Juan Catalina García y Ricardo Velázquez Bosco, autores de los mismos; al conquense Mariano Catalina y Cobo que intervino eficazmente para la declaración de la catedral como Monumento Nacional.

En el segundo punto del orden del día se refleja lo manifestado por el vocal arquitecto Luis López de Arce sobre la seguridad que ofrece la Iglesia Catedral para abrirse al culto – se haría el 5 de septiembre coincidiendo con las fiestas patronales en honor del segundo obispo de Cuenca - , así se lo había declarado al titular de la diócesis, Wenceslao Sangüesa y Guía que tanto padeció por este y otros sucesos acaecidos en su época de prelado de la diócesis y al que debemos la construcción a sus expensas del actual puente de San Pablo.

El capítulo de agradecimientos no se limitó a las personalidades antes mencionadas sino que se extendió también a los senadores y diputados a cortes por la provincia de Cuenca. Todos ellos, en su momento habían recibido de la Comisión el ruego de gestionar ante el Gobierno, aprovechando su influencia y valimiento para conseguir el objetivo propuesto.

Una vez pasada la lógica euforia y alegría por la Declaración vendrían otras vicisitudes y problemas, hasta el momento cercano a nosotros, pero el camino ya estaba iniciado.

De todo ello desde el derrumbamiento de la torre de El Giraldo, la Comisión de Monumentos Artísticos edito un libro en 1923 titulado “La catedral de Cuenca Monumento Nacional”, publicado con bastante retraso e impreso en la Imprenta Provincial dependiente de la diputación conquense y gracias “al modesto auxilio por el Estado y merced a la generosidad de la Excma. Diputación Provincial que en su sesión de primero de febrero de 1923 acordó restablecer el acuerdo adoptado en la de 24 de junio de 1912”.

Si posee el amado lector este libro, de 280 páginas, créame que es un afortunado, por ser muy difícil de conseguir. En caso contrario, si tiene interés le recomiendo que lo vea en la Biblioteca Pública  Fermín Caballero de Cuenca o en otro lugar donde haya un ejemplar. Créanme que merece la pena.

Fuentes:

Gaceta de Madrid 27 de agosto de 1902.

Archivo de la Real Academia de la Historia.

Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

“La catedral de Cuenca Monumento Nacional”, Cuenca 1923.