LA PLAZA DE CECILIO ALBENDEA

Antonio Rodríguez Saiz

 

El Casco Antiguo de Cuenca es el núcleo histórico de la ciudad donde se encuentran sus edificios más emblemáticos, museos, monumentos, pequeñas plazuelas con encanto, calles que recuerdan un pasado medieval, hoteles, restaurantes, miradores, con las admirables hoces del Júcar y Huécar… Una ciudad que merecidamente el día seis de diciembre del año mil novecientos noventa y seis fue Declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco que reconoció y apreció “la magnífica preservación del paisaje urbano original, fortaleza medieval, su rica arquitectura civil y religiosa…, y esa excepcional fusión de la ciudad con el bellísimo entorno natural en que se enclava “.

Es conocida Cuenca no solo por sus habitantes sino por un gran número de personas de todo el mundo que la han visitado y disfrutado, actualmente en continuo aumento turístico. Por no ser iterativo me quiero detener en un lugar del Casco Antiguo, pequeño, silente, grato…, conocido por Plaza de Cecilio Albendea, aunque no tiene rótulo, letrero o inscripción que lo identifique.

Está situada muy próxima al edificio del Ayuntamiento, en su parte lateral con fachada a la hoz del Huécar, se accede a la plaza por dos escalinatas. También cercano se encuentra un edificio de las dependencias municipales que enlaza por un corredor con el principal del Ayuntamiento construido sobre un solar donde hace años estuvo la casa de la familia Espí. El pilón que había en esta casa se puede ver ahora en el atrio de la ermita de San Isidro, extramuros de la ciudad sobre la espectacular hoz del Júcar.

El año mil novecientos cincuenta y seis Cecilio Albendea Escribano presentó una oferta de venta al Ayuntamiento de Cuenca por importe de cincuenta mil pesetas de un jardín huerto de su propiedad situado en la Bajada de San Martín número 2, al comienzo de uno de los barrios más populares de la capital, ya existente en el siglo XIV, que inició su deterioro varios siglos después hasta el momento presente.

En este barrio estuvo la iglesia parroquial de San Martín, antiguo templo medieval, sus ruinas permanecen. Fue vendida por el Obispado el año mil novecientos veintidós y por ello son de propiedad particular.

El Ayuntamiento Pleno en sesión ordinaria mensual (15-2- 1.956) aceptó por unanimidad el precio indicado y la compra de esta finca con el importe a cargo del presupuesto ordinario del ejercicio correspondiente del siguiente año, cuyo destino se decidiría en su momento. 

El alcalde Jesús Moya quedaba facultado por la Corporación Municipal para realizar la firma de la escritura pública por la acertada compra. Todos los gastos serían por cuenta del vendedor Albendea Escribano, con la salvedad y advertencia que el Ayuntamiento estaba exento del pago de impuesto de Derechos Reales.

También ese año el Ayuntamiento compró la Torre de San Gil y el Jardín de los Poetas, junto con la finalización de la escalinata de la calle Madre de Dios. Dos pequeños ejemplos de la importante actividad municipal en aquel tiempo referidos al Casco Antiguo.

Fue Cecilio Albendea, concejal durante años, un personaje apreciado y querido principalmente en la parte alta de la ciudad donde era propietario del comercio de ultramarinos “La  Esperanza“, (calle Alfonso VIII núm.20), con gran variedad de productos para la venta: aceites, azúcares, vinos y licores, cafés, quesos, conservas, pastas, loza, cristal, alpargatas etc. , y en sus anuncios recomendaba el Chocolate Cuenca “por su exquisito paladar” marca que estaba registrada  y  autorizada con el nombre de la capital.

Era muy llamativo y vistoso el reloj con la figura de un gato que movía los ojos al ritmo del tic tac que se exhibía permanentemente en el escaparate de la tienda.

Cecilio Albendea falleció el miércoles veinticuatro de julio del año 1963, a la edad de ochenta años, está enterrado en el cementerio de la ermita de San Isidro. En una nota necrológica aparecida el día siguiente en el periódico provincial se leía: “nunca supo de odio ni rencores y sí de galantería y largueza por su espíritu de caridad y camaradería “.

En la Plaza Cecilio Albendea fue inaugurada una estatua del escritor conquense Federico Muelas el día veinticinco de noviembre del año mil novecientos ochenta y cuatro, obra del escultor Javier Barrios. Una placa permanece en el lugar con el siguiente texto: “Cuenca a Federico Muelas MCMLXXXIV “.

Después la estatua de Federico Muelas fue retirada y colocada en las ruinas de la iglesia de San Pantaleón al principio de la histórica calle de San Pedro.

En la Plaza de Cecilio Albendea se han celebrado hasta la actualidad diversos actos culturales por parte del Ayuntamiento y muy especialmente, con acierto, por la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo con motivo de las fiestas del Solsticio.

 

Junio 2024