LA SUBIDA AL CERRO DEL SOCORRO

Antonio Rodríguez Saiz - Abril 2018

 

Cuenca, capital de la provincia, en su recorrido descendente desde su cúspide piramidal formada a través de años de historia está rodeada por tres elevaciones: Cerro Rey de la Majestad (1141 metros); Cerro de San Cristóbal (1185 metros), el más alto de ellos y Cerro del Socorro (1152 metros), con el pequeño añadido del  Alto de Molina.

El Cerro del Socorro fue antiguamente conocido con el nombre de Cerro de la Cruz y así se lee en la famosa vista de “Cuenca desde la hoz del Huecar” (1565) obra del flamenco Antón Van den Wyngaerde donde aparece “Ciero Sto” dibujado con el signo icónico que representa la cruz.

Desde las cumbres de su cerros se observan unas sorprendentes vistas de las hoces; del rio Júcar, en los cerros del Rey de la Majestad y San Cristóbal y desde este y el del Socorro la del rio Huecar, donde pueden apreciarse rocas desnudas, tierras quebradas entre peñas llenas de vegetación, puentes, arboles, casas suspendidas en las rocas a gran altura, altos peñascos cortados en vertical…

Creo no equivocarme si digo que el más emblemático, representativo y más conocido es el  Cerro del Socorro, que se divisa a la llegada a la capital conquense experimentando una sensación de placer inefable, especialmente cuando hace algún tiempo que dejamos la ciudad y retornamos de nuevo a ella, columbrando a lo lejos el monumento al Sagrado Corazón de Jesús inaugurado el 14 de julio de 1957, con la presencia de más de 5.000 conquenses que hasta allí llegamos en aquel recordado domingo. Con anterioridad hubo en ese lugar una ermita dedicada a Nuestra Señora del Socorro y en época más reciente (Guerra Civil 1936-39) en sus inmediaciones se construyó el fortín de Mirabueno cuyos restos aún pueden verse.

Es atractivo seguir su curso hasta la cumbre del Cerro del Socorro por los caminos sinuosos y ásperos en algunos tramos que hasta el conducen por la belleza que encierra su recorrido, beneficioso y provechoso que es para la salud (quien pueda hacerlo), ese caminar en contacto con la naturaleza. Pero para aquellos que ya estamos en edad provecta podemos recordar, poco mas, aquellos tiempos lejanos cuando subíamos y bajábamos con frecuencia y extremada diligencia o quienes, por el contrario, por diversas circunstancias no desean hacer esos recorridos y eligen la comodidad de recorrer ese ascenso al Cerro del Socorro por otro acceso ejecutado en tiempo record, a finales del año 1971. Cuando las obras de todo tipo, a veces, se eternizan –antes y ahora- , este es un ejemplo de afortunadamente no ser siempre así.

El acceso, al que me refiero para llegar a la cima del Cerro del Socorro fue llevado a cabo por el Patrimonio Forestal del Estado, siendo su ingeniero jefe de Montes el conquense, Alfonso Alegría Jiménez, quien en entrevista al Diario de Cuenca (25-11-1971) daba explicaciones sobre las características de la obra: coste, distancia, elección, etc. Por su parte el periódico conquense titulaba “El acceso a la cumbre del Cerro del Socorro una realidad desde mañana”.

Tres fueron las alternativas estudiadas, según el ingeniero Alegría Jiménez, para hacer realidad este proyecto.

Hubo que desestimar la subida por el camino del Convento de los Paúles (hoy Parador Nacional de Turismo), por tener un gran escalón que suponía necesariamente hacer un gran relleno en la zona y algo más concluyente que hacía totalmente desechable esta idea: se tenían que utilizar barrenos y explosivos para la voladura, algo que llevaba aparejado el peligro y amenaza de derrumbamientos de las rocas más próximas y cercanas.

Otro proyecto motivo de estudio y consideración fue, hacer el camino de subida al Cerro del Socorro por el pequeño cerro o Alto de Molina pero se consideró una obra muy costosa por el elevado precio que suponía actuar sobre el espacio roqueño de su ladera y no era posible eludir algunos tramos del terreno donde se apreciaban pendiente que llegaban a alcanzar un 17% de desnivel.

En vista de ello, la Jefatura Provincial del Patrimonio Forestal de Cuenca, eligió para hacer realidad la subida al Cerro del Socorro la vía que actualmente reconocemos que arranca y enlaza en el kilometro 4,900 de la carretera del Palomera (CU-9144).

Antes de proseguir indicaré que esta carretera que se dirige al pueblo serrano de Palomera (donde nace el rio Huécar) fue una realidad –anteriormente era camino- gracias a las gestiones del político, escritor, hijo predilecto de Cuenca e impulsor de su Semana Santa, Mariano Catalina y Cobo, que por aquellas fechas era director general de Obras Publicas en el Ministerio de Fomento en tiempos de la regencia de María Cristina (madre de Alfonso XIII). Fue adjudicada en segunda subasta el 6-7-1899 por 136.000 pesetas, cantidad  que superó en 12.000 pesetas el precio de salida.

A primera vista puede deducirse y sacarse en consecuencia el largo recorrido existente –casi 5 kilómetros- por la carretera de Palomera para enlazar con el acceso de subida al Cerro del Socorro pero tiene su explicación al considerar que desde ese lugar su pendiente de subida es más suave, ya de por sí pronunciada, con diferencia de cotas con la capital, superior al centenar de metros; asimismo era necesario remontar el primer escalón de rocas o el Vallejo que hay cercano al empalme llamado del Batan. Se veía igualmente, la probabilidad real de los atractivos turísticos de la zona en su recorrido entre huertos, hocinos, grandes rocas desnudas, vegetación variada y abundante, paralela al discurrir de las aguas del rio Huécar.

El coste total de este camino público de un trazado de 6,400 metros fue de 1.200.000 pesetas. Sus obras comenzaron el 6 de noviembre de 1971 y el día 26 del mismo mes ya estaba transitable. Una gran caravana de coches con las autoridades de la época hizo el recorrido anunciador del hecho, aunque faltaban ciertos remates como apelmazado del suelo para que no estuviera tan esponjoso, vibrado y remate de los bordes, faenas que se esperaban realizar y finalizar para el cercano mes de enero del año siguiente, hecho que así sucedió.

Con la ejecución y puesta en funcionamiento la subida al Cerro del Socorro se había conseguido disponer de una necesaria vía al servicio de los trabajos que el Patrimonio Forestal del Estado estaba realizando y cuyos datos reflejaban hasta ese momento en Cuenca, una repoblación de 3000 Has. y otras 1800 Has a añadir en años siguientes.

El periodista local Antonio Hernández Pérez (H.P) escribía con su gracia habitual en su sección “Cuenca al día y sus percances con métrica de romances” con el título de “Pista”, estos simpáticos versos:  

 

No me lo hubiera creído

aunque me lo aseguraran:

ir al Cerro del Socorro

sin hacerle la escalada

a pie, como un montañero

muy difícil resultaba.

Para subir allí arriba

había que poner agallas,

bueno, piernas, muchas piernas

y volvían reventadas.

Más como cambian los tiempos,

esos que antes se estimaban

un imposible absoluto,

desde ayer, casi no es nada.

Uno coge cualquier taxi

o bien su coche, y ¡hala!

todo seguido hasta arriba,

y en el monumento baja,

para ver Cuenca tendida

a los pies de la montaña,

como si en un avión fuera,

pero sin hélice ni alas.

¡Que vistas tiene la hoz

mientras al Cerro se marcha!.

Angulos de visión nuevos,

sorpresas insospechadas…

en fin, merece la pena

subir y ver lo que pasa.

Yo espero que este verano

con la gente acostumbrada

a marchar a esas alturas,

donde hay fresco a toneladas,

pongan allí un merendero

con vino manchego y habas,

algún queso de la tierra

y unas sardinas asadas

y nos pondremos redondos

si no es la tarifa cara.

 

Una vez en la cima del Cerro del Socorro, prepárese quien hasta allí llegue, para presenciar uno de los espectáculos más bonitos e interesantes y podrá alargar la vista y contemplar el amplio espacio urbano de la ciudad de Cuenca que desde allí se divisa y accesos a la misma. Quienes así lo hagan por primera vez no dudo, que si es posible, repetirán por el impacto visual y emocional que produce; eso continuamos haciendo los conquenses con frecuencia disfrutando, más y mejor, cuando servimos de guías a nuestros familiares y amigos que nos visitan y deseamos que se lleven un agradable recuerdo de nuestra tierra.