UNA LÁPIDA EN RECUERDO DE LUCAS AGUIRRE

Antonio Rodríguez Saiz


“… que han de ser sus herederos los pobres y no deben sufragar gastos superfluos” (Lucas Aguirre – Testamento)

 

No revelo nada si aseguro que la Noble y Leal Ciudad de Cuenca no es muy pródiga y generosa en evidenciar o hacer patente, en monumentos, lápidas, placas u otras formas, el reconocimiento a personajes nacidos en ella o aquellos que sin haber visto la luz, por vez primera en la ciudad, merecen algún sentimiento colectivo de gratitud por sus actos o hechos a favor de la misma. Una forma noble y digna de corresponder a personajes, merecedores de memoria, que destacaron en diversos campos: ciencia, milicia, iglesia, cultura, filantropía, arte…

Recorrer calles, plazas y rincones de Cuenca, además de una sensación agradable y placer visual, muy recomendable, confirma esa aseveración, aunque puede servir para minorar o disminuir esa aserción observar que en las últimas décadas sí que se ha invertido – en parte- ese desinterés e indiferencia, negligencia u omisión casi permanente durante siglos.

Recuerdo que hace ya 70 años fijaba diariamente mi vista y leía (reciente mi aprendizaje en la célebre cartilla de “Rayas”) el texto de una placa de reconocimiento colocada en una casa de la calle Alfonso VIII nº 45 (antes Correduría) a escasos metros de donde vivía. Puede parecer un tiempo lejano pero ello es debido precisamente a mi –hoy- edad provecta.

Afortunadamente se encuentra colocada en perfecto estado de conservación – mi felicitación por ello- en el mismo sitio desde hace casi un siglo.

Esta es: 

Mi madre me recordaba que había sido alumna en las Escuelas de Aguirre inauguradas en Cuenca con gran solemnidad el 30 de noviembre del año 1886; me repetía una y otra vez su cariño a D. Lucas y maestras donde hasta el material escolar era gratuito, con reparto de ropa y calzado a los alumnos más necesitados.

Y ya, en brazos de nostalgia de mis primero años, manifestar la extrañeza que me producía la palabra filántropo incluida en el texto y que tan gran significado contiene: él que se distingue por su amor a sus semejantes.

Define muy acertadamente el espíritu e idea del generoso Aguirre reflejado en su testamento otorgado en la capital de España el 15 de enero del año 1871, de conveniente y recomendable lectura, donde hace donación de su cuantioso patrimonio principalmente destinado a los pobres. Declara con precisión el gran valor y trascendencia de la educación para la mejora y bienestar de los pueblos, entre otros interesantes deseos y pensamientos.

No estuvo exenta ni libre de críticas la placa, con razón, cuando se tuvo conocimiento de un pequeño pero desafortunado dato que figuraba en el texto antes e incluso tiempo después de su colocación en la casa donde nació y vivió Lucas Aguirre y Juárez junto a sus padres, Andrés e Inés, sus hermanos Saturnina, Eustaquia, Miguel y Victorio. Un hogar impregnado y colmado de un inequívoco pensamiento liberal. Lugar de reuniones secretas y ocultas en algunos momentos tristes de nuestra historia.

Después viviría en la siempre conocida por calle Carretería (pese a los diversos nombres que ha tenido), hasta que determinó fijar su residencia definitiva en Madrid, a los 59 años de edad donde fallecería años después.

La polémica discusión suscitada era producida por indicar en la dedicatoria de la placa que era del “Patronato de 1924”, cuando lo deseable y lógico era que el homenaje y recuerdo tenía que ser del pueblo conquense. Así opinaban, entre otros, Rodolfo Llopis Fernández, concejal y catedrático de la Escuela Normal de Maestros en el inicio de su dilatada carrera política y Daniel Calvo Portero, maestro y posteriormente inspector de Enseñanza Primaria, que en aquel tiempo se distinguieron en Cuenca por su permanente compromiso por una mejor calidad de la enseñanza, independientemente de otras cuestiones.

En idéntico sentido se pronunciaba la prensa. Recojo como muestra uno de los testimonios manifestados con ocasión de la conferencia pronunciada por Daniel Calvo en el 51 aniversario del fallecimiento del filántropo conquense, donde aquel “quedó muy extrañado de la inscripción estampada en la lápida dedicada a D. Lucas Aguirre en la que se dice en la dedicatoria es del Patronato de 1924 pues tanto la lápida como el homenaje que ha de tributársele a tan emérito conquense pertenece al pueblo y no hallando clara explicación con que el Patronato quiera honrar a D. Lucas empleando su mismo dinero”. Estas eran las dos objeciones o razones fundamentales del desacuerdo y malestar.

Cuando estas palabras fueron pronunciadas por Daniel Calvo (de familia muy vinculada a las Escuelas y él mismo), crearon cierto desconcierto y sorpresa especialmente en el teniente-alcalde del Ayuntamiento de Cuenca, Luis Cavanna allí presente en representación del alcalde y catedrático Luis Bonilla Huguet que había tomado posesión del cargo recientemente.

Cavanna afirmó en uso de la palabra – según crónica- que estaba acordado el importe del peculio particular de aquellos que formaban parte del Patronato, ante la sorpresa y desconcierto de sus miembros allí presentes. Se había constituido el Patronato de las Escuelas Aguirre de Cuenca el 10 de diciembre de 1910 y su reglamento interno el 9 de agosto de 1912. Estaba formado por el alcalde de Cuenca (presidente), director del Instituto General y Técnico de Cuenca (Enseñanza Media) y Junta de Vigilancia formada por cada uno de los gremios de la ciudad.

   Las palabras del regidor Cavanna resultaron ser un embeleco o engaño, contrarias al sentir de los patronos. Después se ratificarían en la decisión, fija y definitiva, de abonarse la lápida con los fondos de las Escuelas, conculcando, una vez más, el deseo del testador que “resolvió dejar a beneficio de los pobres cuanto le perteneciera”.

Una noticia titulada “Al pueblo de Cuenca” remitida a los periódicos locales anunciaba el acto de descubrimiento de la lápida el día 23 de marzo del año 1924 para “perpetuar su memoria” en demostración y reconocimiento a su egregio y preclaro hijo, e invitaba a los conquenses a la manifestación programada.

 Se había trasladado el acto ese día por ser domingo y no el cercano día 20 aniversario de su fallecimiento.

Lamentablemente la manifestación tuvo que ser suspendida, no era la única vez que sucedía. En otra ocasión a causa de los fuertes temporales de lluvia y deshielo de las nieves de la Serranía Alta de Cuenca, con desbordamiento del río Júcar y también de su afluente el Huécar ocasionando grandes destrozos en la capital e incluso pueblos por donde transcurren sus aguas. Una de las grandes riadas, de las múltiples que se han padecido.

Creo estar en lo cierto si afirmo que ya no tuvo lugar la ceremonia de colocación y recuerdo de la precitada placa. Me lleva a inferir que se debió hacer de forma discreta y silente pues repasando con tranquilidad las páginas de los periódicos de entonces no encuentro crónica ni señal alusiva que permita creer lo contrario de mi aseveración.

Sí hubo actos conmemorativos años después con asistencia de maestros y alumnos de las Escuelas Aguirre que depositaban una corona de flores y se cantaba este himno a Aguirre en prueba de gratitud y cariño.

 

 

 

 

                         Canción a Don Lucas Aguirre     

                           Aguirre canta siempre

                           nuestra voz infantil

                           bendito sea Aguirre

                           benditas veces mil.

                           A ti llegan los ecos

                           de nuestra humilde voz,

                           verás con qué cariño,

                           verás con cuanto amor.

                           A tí debemos todos

                           cultura e ilustración

                           el amor al trabajo,

                           salud y educación.

                           Tu alma desde el cielo

                           el canto escuchará

                           lo que nuestra memoria

                           repite sin cesar.

                           Aguirre canta siempre

                           nuestra voz infantil,

                           bendito sea Aguirre

                           benditas veces mil.

El tiempo transcurrido y la propia ignorancia que proporciona es .posible causa de la reducción de este episodio a la categoría de anécdota y sobresale lo verdaderamente importante, poder contemplar que en la casa donde nació D. Lucas aún existe este recuerdo que evoca y trae a la memoria de forma permanente la figura de este conquense a quien debemos gratitud y reconocimiento.

Y más aún si ello sirve para aprovechar y considerar que un buen número de personajes conquenses ilustres, duermen sus nombres en el desván del olvido colectivo y merecen tener algún detalle visible en la capital, signo de aprecio y consideración. “El agradecimiento que sólo consiste en el deseo es cosa muerta, como muerta es la fe sin obras” (D.Quijote)

 

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Cuenca, marzo de 2021