Antonio Rodríguez Saiz
SUEÑO O ILUSIÓN DE UN REGIDOR Y ALGUNAS INFORMACIONES
Antonio Rodríguez Saiz, marzo de 2020
Me decanto más por creer que fue una ilusión acariciada por su acreditado sentimiento conquense y no un sueño, quimera o ficción. Ya no es posible indagar e inquirir la verdad para dar con ella; de haber tenido conocimiento con anterioridad, no dudo, sería este relato más detallado y pormenorizado.
Sólo sé y lo refiero, que en la sala destinada para investigadores del Archivo Municipal de Cuenca situada en el Centro Cultural Aguirre de la capital se conserva un boceto en escayola de color marrón que representa al rey Alfonso VIII conquistador de Cuenca el año 1177 a la edad de 21 años, conocido por “El Rey Chico”, “El Noble”, “El de las Navas”, “El Bueno”, “El de Castilla”, quizás otros sobrenombres pueden añadirse.
Este proyecto de monumento al monarca castellano lo representa de cuerpo entero, en posición enhiesta y erguida, sin tener en cuenta el entorno arquitectónico colocado sobre una peana que en su frontal figura el nombre de Alfonso VIII, mientras que en el lateral izquierdo de la misma el nombre del escultor VRios.
Lleva el rey asida con su mano derecha la espada desenvainada, símbolo del poder y con la izquierda sujeta enrollado el famoso fuero a la altura del pecho, que otorgó a Cuenca (hacia 1190).
Se propone en el boceto, desde mi visión, no experto en arte, unas superficies lisas, pulidas, con sensación de blandura y tal vez excesivamente estilizadas, con predominio de vista frontal que transmite una intención de severidad en una actitud demasiado hierática.
El escultor aprovecha una técnica muy estilizada, con una anatomía correcta, empero los pliegos de la capa parecen excesivos que limitan protagonismo al cuerpo del monarca.
Lleva guardado el boceto en el lugar antes indicado desde la apertura en el edificio Aguirre de parte del Archivo Municipal, que se encuentra, pese al tiempo, disperso en ilusionada espera de una sede definitiva y única.
Con anterioridad esta figura de Alfonso VIII permaneció en el despacho del alcalde.
Debió de llegar a Cuenca, este proyecto de monumento, a continuación de la visita que el reconocido escultor Víctor Ríos Campos hizo a Cuenca para hacer entrega y presentar la imagen de Nuestro Señor del Largo Padecer, un paso procesional para la Semana Santa pero que nunca llegó a desfilar, como escribí hace algún tiempo y que recibe culto en la iglesia de san Pedro de la capital.
El escultor montañés durante el tiempo que estuvo aquí, unos días, llegó a pronunciar una conferencia polémica y comentada sobre nuestra Semana de Pasión.
¿Sería entonces cuando se le encargó el monumento al Buen Rey?, o ¿después, como consecuencia, de esa visita? ¿Fue iniciativa suya?
Verídico y cierto es que un alcalde de la Muy Noble y Leal Ciudad de Cuenca pensó y tuvo intención, en honor del rey Alfonso VIII, de colocar esta escultura de grandes dimensiones en el cerro más alto de los que circundan la ciudad, abrazado por los caminos de san Jerónimo y san Isidro: Cerro de San Cristóbal desde donde se divisa un amplio y espectacular paisaje, en cuya cumbre hubo una ermita en honor del santo (patrón de los conductores y transportistas) hasta mediados del siglo XIX.
Era deseo de aquel alcalde, de ello hace años, colocar un ascensor que desde el pie derecho de la estatua regia llegase hasta lo alto de la misma y del pie izquierdo arrancaría una empinada escalera que llegase igualmente hasta el casco protector de la cabeza del rey, donde se instalaría un restaurante-mirador totalmente acristalado para una mejor contemplación y admiración de la incomparable extensión de terreno que como espectáculo artístico desde allí se ofrece y poder admirar gratas sensaciones.
No pasó, como se ha dicho al principio, de una ilusión. Ahora el Cerro de San Cristóbal se ve coronado por diferentes antenas, por ello hay quienes lo denominan por este nombre, por mi parte continúo llamándole como siempre a esta elevación de terreno (1180 m. el más alto de la capital), testigo de tantos acontecimientos de la historia de Cuenca.
Recordaré que en 1595 con motivo de la canonización del obispo San Julián “se pusieron muchos y grandes fuegos en los tres cerros altos que están en la ciudad, el de la Cruz (hoy del Socorro) y el Rey de la Majestad (según narró, Juanes de Licasso, secretario del cabildo de la catedral); y ,únicamente, a propósito del Cerro de la Majestad traer a la memoria que el 13 de julio de 1874, se vio hollado por las tropas del brigadier carlista Ángel Casimiro Villalaín, a favor del pretendiente Carlos VII, allí dispuestas para la toma de Cuenca que tan triste e infausto recuerdo dejaron en la ciudad por las atrocidades y crueldades cometidas.
Transcurrieron 822 años después de la reconquista de Cuenca ¡por fin!, para que el rey Alfonso VIII tuviese un merecido monumento en los jardines de la Diputación Provincial (antiguo Campo de San Francisco), obra del artista conquense Miguel Zapata que consiguió plasmar una escena impresionante donde se aprecia la figura del monarca conquistador en postura y actitud clemente, compasiva, al recoger las llaves de la ciudad ante el sentimiento de pena y padecimiento del vencido, con presencia de la cruz (en recuerdo de la famosa del Humilladero) que completa la escena sobre una roca.
Quizás, este magnífico monumento debería ocupar un lugar más visible; me parece algo apartado y escondido para poder ser admirado por lo que representa y la calidad de la obra.
Diez años después (13-09-2009) se inauguraba en la Plaza del Obispo Valero, próxima a la catedral y museos Diocesano y de Cuenca, una estatua ecuestre en honor de Alfonso VIII, de bronce, sobre un pedestal de piedra con placas relacionadas con su figura. Su autor es el escultor, también conquense Javier Barrios.
Con los monumentos de los artistas, Zapata y Barrios se daba fin a un anhelo, deseo permanente de la ciudadanía conquense, de poner a término una obligación de gratitud histórica con el rey Alfonso VIII “El Noble”, incumplida reiteradamente por quienes tenían responsabilidad por haberlo llevado a cabo.
No quisiera dar término a este tema sin indicar algunos datos e información en conexión con lo tratado. Veamos
OTROS PROYECTOS Y PROPÓSITOS
Para solemnizar el octavo centenario se había aprobado una corta especial de pinos. Otra vez más, solamente resultó, un intento frustrado.
El artista Zapata Tellechea mostró gran indignación y disgusto al conocer que se iba a colocar otro monumento a Alfonso VIII a caballo y en escrito a sus “Queridos paisanos” mostró su enfado relatando de forma pormenorizada todo el proceso de su proyecto, gestiones y comportamientos.
A estos propósitos e intentos por espacio de más de un siglo, que me he referido, se podrán añadir más que figurarán en el desván del olvido. Si me gustaría conocerlos y recordarlos; mientras únicamente trae a la memoria, una vez más que Alfonso VIII, fue un rey grande para Castilla y muy especialmente para Cuenca. Después de más de 8 siglos transcurridos de la toma de la ciudad su memoria permanece indeleble en el sentimiento de un gran número de ciudadanos conquense.
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