EL FIELATO DE LA VENTILLA Y OTROS

Antonio Rodríguez Saiz


Aquellas personas que no hayan superado el medio siglo de existencia, pienso que, cuando escuchen decir fielatos les parecerá algo extraño e inexistente en un recuerdo visual pues, hace ya tiempo que llegaron a desaparecer después de haber estado cumpliendo su función en servicio activo desde mediados del siglo XIX hasta la década de los sesenta del siguiente aproximadamente.

Los fielatos, nombre popular de las casetas, estaban situadas en las entradas de las poblaciones y eran pequeñas oficinas donde se cobraban, en efectivo, arbitrios y tasas municipales por las mercancías y consumo que llegaban: animales, leche, aceite, carne, vino, pan, fruta y un sinfín de productos. Eran una especie parecida a los antiguos derechos de portazgo en tiempos anteriores.

Esta era su función más conocida, aunque tenía otra también importante pero menos conocida que era la de velar por la sanidad e higiene de los alimentos que entraban en los municipios. De ahí que su nombre oficial fuese el de Estación Sanitaria.

Aunque el dinero recaudado iba destinado para mejora y solución de problemas: arreglo de calles, jardines, alumbrado, alcantarillado etc., no eran del agrado general por parte de los ciudadanos que con frecuencia trataban de eludir el pago del impuesto indicado por el inspector del fielato (“consumero”) con los métodos más inverosímiles y pintorescos que podamos imaginar.

En Cuenca, después de la guerra civil (1936-1939) hubo, que yo recuerde, cuatro casetas en las entradas de la capital: Fuensanta, Portland, Recreo Peral y Ventilla.

La caseta del fielato de la Ventanilla fue la última que dejó de funcionar.

En su primera ubicación, que conocí, estaba situada en la confluencia de las calles de Fermín Caballero y Ramón y Cajal hasta su demolición en el año 1960, cuando ofrecía un estado lamentable y ruinoso que no era una buena imagen para la ciudad y además entorpecía el tráfico por estar en un punto estratégico con el consiguiente peligro para conductores y peatones.

La báscula fue sacada a subasta por el Ayuntamiento, estaba depositada en los almacenes municipales de la Avda. Reyes Católicos desde hacía años y adjudicada a Pedro Álvaro Rodríguez en representación de la empresa Herederos de Raimundo Álvaro Collado por importe de 161.161 pts.

Esas dos circunstancias, estado ruinoso y entorpecimiento de tráfico, habían sido tenidas en cuenta por los regidores del municipio con anterioridad a su demolición y así en el pleno municipal extraordinario de 8-7-1957 (p. 5º) se aprobó el proyecto del pliego de condiciones para construir una nueva caseta de arbitrios en la misma zona y distinto emplazamiento con urbanización de los accesos a ella.

Su nuevo emplazamiento, cercano al suprimido, fue en la confluencia de la Avda. de la Estación (hoy C/ Mariano Catalina) con la calle Fermín Caballero, junto al lateral derecho del Edificio Castilla I, entonces no estaba construido, y el actual kiosco de información turística.

La nueva caseta de arbitrios tenía una superficie de 35,275 m2 en un terreno cuya titularidad era desconocida por carencia de datos en el Registro de la Propiedad de Cuenca, motivo por el que tuvo que intervenir el fiscal, indudablemente, ello demoró su construcción.

Se instaló una nueva báscula más potente que la subastada de 40.000 kg de fuerza, con una plataforma de hierro fundido y dimensiones de 9x3 m que fue comprada a la empresa catalana Pibernat. En total el coste fue de 255.800 pts.

El fielato de la Fuensanta, estuvo situado en el paraje de ese nombre, actualmente se encuentra ahí la parada de autobuses urbanos, enfrente de la fuente (hoy trasladada unos metros más abajo), esquina lateral del campo de futbol y zona de acceso al Hospital Virgen de la Luz.

Anteriormente fue conocido por carretera de Madrid, lugar estratégico para vigilar los productos procedentes de la capital de España y otros lugares.

En cuanto a la caseta de arbitrios del Portland, estaba en el Km. 1 de la carretera de Palomera, desapareció totalmente el lunes ocho de diciembre de 1947 por desprendimiento de una gran roca (más de 5.000 toneladas de peso) cuyos voluminosos trozos de piedra afectaron igualmente a las cuevas del camino hacia el convento de San Pablo (fallecieron cuatro personas que allí habitaban) y a la caseta del fielato que estaba debajo, cuyos restos se podían ver hasta hace pocos años.

Me permito comentar a propósito del lamentable suceso que el hundimiento de la caseta no originó, afortunadamente, desgracias personales por auténtica casualidad, según relata el periódico de la época.

Digo que hubo suerte, después del desastre, porque el desprendimiento de la gran mole de piedra y sus restos esparcidos pudo haber ocasionado dos muertos más, irremediablemente, debido a que todas las tardes, el suceso ocurrió a las 17:30 horas, el pintor abulense Eduardo Martínez Vázquez plasmaba con sus pinceles diariamente las bellezas naturales de este espléndido rincón de la capital, al inicio de la Hoz del Huécar y cuando terminaba la jornada paisajística dejaba sus lienzos en la caseta para continuar la tarea al día siguiente. Tarea que realizó un cuarto de hora antes del infausto suceso que sorprendió al pintor y al agente encargado del fielato, Pablo Olivares Atienza, al comienzo del paseo cuando acababan de cruzar el cercano y pequeño puente de San Martín (también era conocido en esos años por puente del Portland), sobre el río Huécar. Un gran estruendo originado por el desprendimiento de la roca y destrucción de la caseta causó gran asombro y pánico a ambos paseantes.

Aprovecho para decir que se trataba del pintor citado, catedrático de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y no del pintor catalán Jaime Serra Aleu, como se sigue escribiendo persistiendo en el error periódicamente. Serra vivió en Cuenca desde los años 20 hasta su fallecimiento el 7-1-1949 después de una vida bohemia y desgraciada.

Y por último otra caseta del fielato estuvo en el paraje del Recreo Peral, lugar agradable de esparcimiento y diversión multitudinario de familias conquenses especialmente en época estival. Situada frente al puente de los Descalzos (en su origen Carballido) que cruza el río Júcar al comienzo de la amplia hoz que da nombre, junto a la carretera que conduce a la Ciudad Encantada, Villalba de la Sierra, Uña, Huélamo, Tragacete, Nacimiento del Río Cuervo y otros lugares con encanto que ofrece la Serranía de Cuenca.

Otros medios de recaudación han sustituido a estas pequeñas construcciones, pero con idéntica finalidad.

 

Fuentes consultadas:

-AMC Archivo Municipal de Cuenca. Actas 1957-1973-1974;-Comisión Municipal Permanente 1-3-1974.

-Boletín Información Municipal nº23 (1960).

-Ofensiva (bisemanario) núm. 577 (1947).

 

Cuenca 2021