UN NUEVO PUENTE DE SAN ANTÓN NO REALIZADO

Antonio Rodríguez Saiz

 

Son varias las opiniones sobre el origen del famoso Puente de San Antón (antiguamente llamado Puente del Canto), sobre el Júcar situado unos metros después de recibir, el río más importante de la provincia, las aguas de su afluente el Huécar de corto recorrido, aproximadamente 18 kilómetros desde su nacimiento al este de la vecina localidad de Palomera. Hasta la fecha, según mi opinión, no se ha llegado a una conclusión definitiva, aunque sí se asegura que el famoso puente ya existía en la época musulmana, antes de la Conquista de Cuenca por el rey Alfonso VIII.

El cronista almohade, Sahib Al-Sala escribía en el lejano año de 1172 refiriéndose al Puente de San Antón que “se entra a la ciudad por un gran puente flanqueado en sus dos extremos por dos fuertes torreones protectores sobre ambos ríos, en jurisdicción de la ciudad.  En la parte septentrional tiene un foso labrado en piedra dura equivalente a la estatura de dos hombres aproximadamente; encima va un fuerte parapeto”. Tenía la ciudad entonces, según el cronista, 7000 habitantes entre hombres, mujeres y muchachos de ambos sexos.

Durante siglos el Puente de San Antón ha sido testigo de múltiples acontecimientos históricos de todo tipo y cumpliendo, aún continua, un gran servicio a la ciudad de las Hoces, algo menor desde la inauguración del Puente de Buenavista el verano de 1978 que vino a aliviar y descongestionar de tráfico el acceso  por el antiguo puente, que ha tenido que sufrir deterioros, ruina, reformas, suspensiones de tránsito hasta fechas no lejanas e incluso estudios y proyectos de sustitución como sucedió el año 1865 cuando se realizó “ el proyecto de construcción de un nuevo puente sobre el río Júcar en la entrada a esta Ciudad por el sitio inmediato al que ocupa hoy el llamado de San  Antón y de reformas de sus avenidas”, según se recoge en el acta municipal del 3 de mayo de 1865, día que se celebra de antiguo, por la iglesia católica la la Fiesta de la Cruz.

Proyecto elaborado por el distrito de Obras Públicas de la provincia de Cuenca que una vez concluido fue remitido a la dirección general del Ministerio de Fomento que dirigía por breve tiempo, Manuel Orovio Echague (16-4- 1865 al 25-6- 1865), después volvería en otra ocasión a ser ministro del mismo departamento.

Cuenca en aquella década era según el barón, Charles Davillier, escribo de memoria, una ciudad de no más de 10000 habitantes, sin apenas comercio, falta de industrias y que continuaría aislada del resto de la nación española, durante algún tiempo más. Y así ha permanecido durante mucho tiempo.

Cuando el Ayuntamiento de Cuenca presidido por Lesmes del Castillo y Bañares, uno de los mayores propietarios de edificios particulares de la capital, tuvo conocimiento del proyecto elaborado decidió en sesión plenaria (10-5-1865) dirigirse por carta a los políticos conquenses más importantes del momento: Severo Catalina del Amo, Fermín Caballero y Morgáez. Luis José Sartorius Tapia (conde de San Luis), Juan Bautista Trupita Giménez Cisneros, Carlos María de la Torre, Bartolomé de Janés y Casto Gimeno para    “  que interpongan su valimiento cerca del Gobierno de S.M y gestionen para que se apruebe y lleve a efecto este proyecto tan importante para la Ciudad   por cuyo mejoramiento se hallan tan vivamente interesados y por cuyo servicio les quedará la municipalidad altamente reconocida”

Al mes siguiente (siete de junio) se da cuenta de la afectuosa contestación de todos ellos, a excepción de Casto Gimeno que no consta su respuesta, si la hubo. Expresaban su interés para interceder en la aprobación del proyecto del puente de palastro y  reforma de las avenidas en la entrada  a Cuenca por este lugar; obras consideradas de suma importancia y trascendencia  por el Ayuntamiento, que se manifestó muy satisfecho por las respuestas recibidas.

El día 1 de mayo de ese mismo año el conquense, Severo Catalina (1832-1871), director del Registro de la Propiedad (a nivel nacional) había enviado una misiva al Ayuntamiento dando cuenta y participando que había tomado posesión de diputado a Cortes por el distrito de la capital, ofreciendo su valimiento en beneficio de las necesidades e intereses de la ciudad que representaba. Debe tenerse en cuenta que entonces se elegía un diputado por distrito y no por la provincia, aquella legislatura se disolvió por Real Decreto el 10 de octubre de 1865 y se convocaron elecciones para diciembre de ese mismo año.

No hace falta explicar que aquel proyecto tan conveniente e interesante de un nuevo puente de San Antón no llegó a realizarse ignorando, por mi parte, las causas o fundamentos para ello aunque, no deja de causarme inexplicable extrañeza si se tiene en cuenta los importantes personajes, con cargos relevantes a nivel nacional, que habían ofrecido su apoyo al proyecto.

Pero mi sorpresa es aún mayor si se considera que el primero de los personajes citados anteriormente, Severo Catalina, perteneciente al Partido Moderado, fue posteriormente ministro de Fomento, quien debía aprobar el proyecto. Bien es cierto que por breve tiempo (23-4-1866 al 20-9- 1868), pero suficiente; cesó por los sucesos de la Revolución de Septiembre (“La Gloriosa”) y marchó al exilio. Una vida intensa y corta, falleció a los 38 años, la de este ilustre conquense también académico de la Lengua  (sillón A) y catedrático de Hebreo en la Universidad Central de Madrid donde había realizado sus estudios.

Sobre este asunto indicar como ya reflejé en un artículo anterior, “  El puente en el barrio de Buenavista sobre el río Júcar” que 76 años después  ( 1941) la dirección general de la Vivienda encargó al arquitecto , Muñoz Monasterio un proyecto de Ordenación de la Ciudad de Cuenca, aprobado cinco años después donde se hacia referencia, entre otros asuntos  “  al incómodo  y único acceso desde Madrid por el Puente de San Antón e insuficiencia de la calle Colón como travesía, con frecuentes puntos  de estrangulación y falta de visibilidad “.

 

 

Octubre 2022